Ni humanidad ni dignidad

Por Mario Morales

Tanto como la evidencia de la flagrante violación de derechos humanos en Putumayo duele la insultante tozudez del gobierno y autoridades militares en tratar de tapar el sol con un dedo. (Publica el Espectador)

Insistir, del presidente para abajo, en que se trató de una labor de inteligencia, no solo deja mal parado a todo el cuerpo castrense, ya cuestionado en esas lides, sino que además insulta el ejemplar trabajo periodístico de los medios que vuelven a demostrar su eficiencia como contrapoder cada vez que rompen filas. Y de paso a los ciudadanos que esperan, por lo menos, explicaciones, aclaraciones, disculpas y el transparente juicio de responsabilidades, como correspondería a quienes dicen defender la institucionalidad.

En vez de aclarar, enturbia el insensible argumento, de que no es la primera vez que caen mujeres embarazadas o menores de edad, exhibido por el comandante del ejército, para tratar de justificar un operativo contra civiles revictimizados, aunque esa parece ser la menos grave de las irregularidades.

No solo es la pretensión de echarle tierra a una acción fallida, a juzgar por los resultados operacionales, sino la reivindicación de una política de seguridad que fracasó, en materia grave, durante las dos últimas décadas, contrariando el derecho de gentes, el DIH y el sentido común.

Pero le deja a la tropa, que debe estar tan alarmada como el resto de colombianos, el mensaje de que no hay reglas, castigos ni límites cuando se trata de mostrar resultados o de ocultar fracasos que entrañan la pérdida de vidas humanas, acudiendo a realidades alternativas, seudopruebas revestidas insanamente de periodismo o escenas alteradas para construir una versión que no cabría sino la ficción borgiana de la historia universal de la infamia.

Pero tampoco se trata de anunciar investigaciones y eventuales penas a mandos medios o bajos sin que el presidente, el Mindefensa, el comandante del ejército y los oficiales a cargo asuman algo más que “responsabilidad política”, toda vez que no solo el cargo y las labores concomitantes les quedaron grandes, sino que dejan ver que no tienen ni una pizca de humanidad ni de honor para estar en ellos.

Con piel de oveja

Una cosa es esa figura de Uribe cansado y envejecido al que, como dice su nueva mejor amiga, Íngrid Betancourt, todo el mundo rechaza, y otra el uribismo que, como doctrina, se niega a desaparecer a pesar del desencanto ciudadano y el temor que levanta, especialmente entre las nuevas generaciones.(Publica el Espectador)

El expresidente fue hábil en sembrar sus semillas y unas cayeron junto al camino y vinieron los santistas y se las llevaron; otras cayeron entre los pedregales del duquismo y como no tenían raíces, llegaron los retos y se quemaron; otras cayeron entre los espinos de los egos de sus seguidores, que solo lo utilizaron en proyectos propios y esas semillas terminaron por ahogarse.

Pero hubo otras semillas, que la parábola bíblica no menciona, que fueron sembradas en otros campos lejanos para que, si la siembra propia no daba fruto, como está sucediendo, se les pudiera manipular genéticamente y hacerlas pasar como distintas, así llevaran incorporado el ADN uribista.

Es el caso del autodenominado Fico Gutiérrez, que, como lo recordó Noticias Uno, no solo creció y se nutrió de la escuela uribista, especialmente de la de la seguridad democrática —cuando era bien vista—, sino que fue su agente propagador y adoctrinante, como lo prueban sus contratos y asesorías en México y Argentina en 2012 y 2013.

Otra cosa es que la sequía política de esas ideas y la falta de buen abono lo hubiesen obligado a tratarse transgénicamente, ocultando sus orígenes para llegar a la Alcaldía de Medellín, tal como lo quiere hacer creer ahora como candidato a la presidencia, negando la savia que corre desde sus raíces.

Cambia la estrategia de exhibir los blasones uribistas, ante la hambruna persistente, por la de parecer independiente. No contaba, eso sí, con que las ramas y los troncos afines a su ideología comenzaran a pregonar, utilizando todas las formas de lucha, que es hijo putativo y alumno y que así lo niegue es el que dice Uribe, aún sin decirlo, utilizando la metáfora de la metonimia. Solo que ahora, acudiendo a las poses y los discursos alambicados, con piel de oveja.

Fraude inconsciente

Era previsible. Se estrena el aspirante a la vicepresidencia Rodrigo Lara Sánchez con una perogrullada: esto no es Narnia. Aparte de obvio, ese decir es contradictorio con las promesas de Federico Gutiérrez, su fórmula presidencial, y del cacareo del presidente Duque, que los apoya y aspira al continuismo, tal vez con la intención oculta de que la vara de la historia que los mida sea lo más baja posible.

Pero, como dice la manida frase de quien, sin mover la aguja de la opinión pública con su nominación, ingenuamente aspira a hacer creer que esa candidatura se desplaza de la extrema a la centro-derecha, “las soluciones no salen de la nada”. Por eso es muy importante estar alertas al preconteo y escrutinio de la elección presidencial, toda vez que los riesgos vaticinados para las legislativas se mantienen. Con varios agravantes, como el de los sesgos de los jurados, especialmente el sesgo inconsciente que les hace creer, sin que se den cuenta y como ya pasó, que todo es posible, aun lo ilegal, con tal de “salvar la democracia, maestro”.

De todos, ese el sesgo más peligroso porque es instintivo, ciego y prejuicioso; lo alimenta la propaganda sucia que ya “brilla” con todas sus sombras en redes y servicios de mensajería; se nutre del lenguaje del odio y el de miedo, con el incremento de atentados sin sentido (como lo son todos, finalmente) en los que los “paganinis” son los más vulnerables, con el fin de reclutar o reentrenar autómatas que, como ya pasó con los falsos positivos, el plebiscito por la paz y las pasadas elecciones presidenciales, actúen con disciplina cuasi castrense.

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Y en la lista hay otro sesgo peligroso, el de la resignación, el de creer que no hay nada que hacer porque “todo está arreglado”, porque “un voto no cambia nada”, porque “es mejor malo conocido que bueno por conocer” o que “todos son iguales”.

¡Pilas! No estamos en Narnia, así parezca que abundan las bestias míticas, que ciertos animales hablen, que los muertos voten o que los zombies estén de vuelta. Esa magia ya se acabó.

@marioemorales

La mala hierba

El solo hecho de haber incluido el orangután con penas a quienes critiquen a funcionarios públicos en el proyecto de ley anticorrupción, más allá de su aprobación, no solo es una amenaza tácita a medios, periodistas y ciudadanos que levantan la voz, sino la evidencia cruda del talante autoritario y antidemocrático de quienes, paradójicamente, están llamados a defender libertades civiles y derechos humanos. (Publica el Espectador)

No es la primera vez, dirán, que desde instancias de poder y el Congreso —que debiera ser lugar de representatividad de voces diversas y plurales— tratan de acallar, con marrullas, veedurías periodísticas y expresiones de los colombianos hoy potenciadas por canales digitales.

Expuesta la farsa de que los legisladores representaban a los que no tienen voz, ahora, cíclicamente, quieren aplastar sus manifestaciones en internet, la protesta callejera y hasta expresiones artísticas que irrumpen en el paisaje urbano para dejar ver descontento, criticar o simplemente para incomodar.

Más grave aún si, como se dice, miembros del Gobierno, partidos afines e incluso por lo menos una de las ías auparon, respaldaron y empujaron semejante estropicio. Uno más en el oprobioso legado con el que escupen en la cara a electores y a quienes aún creen en el cada vez más oscuro sistema político colombiano.

Suma a la desidia legislativa en pandemia el absurdo respaldo a actividades ilegítimas de ministros y colegas, como en el caso de la, increíblemente, presidenta de la Cámara, Jennifer Arias. También, la tomadura de pelo en proyectos de mínima decencia, como la disminución de la vagancia pomposamente llamada receso legislativo, otra de las insultantes prebendas de los mal llamados padres de la patria en tiempos de orfandad, dolor y miseria.

Razones suficientes para pensar en un remezón casi total, aunque excepciones haya. La obvia idea de un simple voto para un gran cambio no tiene buenos augurios si las nuevas generaciones miran estos escándalos con la misma abulia con que asumieron el reto de los Consejos Locales de Juventud. La mala hierba hay que combatirla desde la raíz.

De ironías y posverdades

Vamos a necesitar, siguiendo la saga macondiana, el remedio de Melquíades para combatir esta pandemia de olvido frente a tanta incertidumbre, pero sobre todo de su habilidad para descifrar los lenguajes y tonos con que se construyen los confusos pergaminos propagandísticos en estas latitudes. (Publica El Espectador)

No solo por la proverbial mitomanía de quienes usan la palabra sino por su aura críptica, para entender cuándo lo que dicen es textual y cuándo hacen gala del sarcasmo, para que cada quien asuma según su leal saber y entender.

Como en el caso de António Guterres, el entusiasta secretario general de la ONU, que, en vez de evaluar el proceso de paz, parecía indicar, con aire de procurador, lo que la comunidad internacional espera de manera tangible, tras la ingente inversión monetaria, diplomática y actitudinal, frente al magro 30 % en resultados por culpa de un Gobierno doble faz que vende una versión internacional con fes de errores continuas y construye una realidad doméstica bien distinta.

Necesitaríamos que el viejo gitano otra vez volviera de la muerte para descifrar o desenmascarar al mismo presidente, que montó una narrativa contradictoria y acomodada que amenaza con ser intraducible o ininteligible.

O para entender a De la Calle cuando ironiza diciendo que Duque por fin vio la luz del proceso e ingresó al sí, a pesar de que siga eclipsado en la mitad del socavón a medianoche.

O para entender las indirectas de la senadora Cabal frente al sinuoso método de encuestas de su partido, arguyendo que habría que acudir a lo que dicen sus seguidores, suponiendo que los tenga, quienes se fueron lanza en ristre contra las formas y el resultado.

O para desentrañar el retorcido discurso del mismo Uribe, que inauguró oficialmente la temporada de fake news, exageraciones y posverdad, declarando como inspirador e ideólogo del chavismo a Gustavo Petro. A ese paso, pronto lo será del castrismo y hasta del leninismo.

Ingenio parece haber, pero escasean traductores probos para saber si frente a la oleada de sarcasmos y dobles sentidos debemos emberracarnos o comenzar a celebrar.

El baile de los que sobran

No se atrevieron. Unos, por físico miedo. Haber elegido a María Fernanda Cabal como candidata del autodenominado Centro Democrático era hacer realidad un imposible racional y político. Qué tal que ganara la consulta de la ultraderecha en marzo y llegara con opciones a la Presidencia… Una cosa es jugar con candela…

Otros, por física incredulidad. No es uribista por convicción y se sabe que no es de total preferencia del expresidente. Es antiduquista por conveniencia y exhibicionista de ocasión. De sus propuestas poco se conoce, salvo lo que no le gusta. Sin solidez en sus ideas, solo es radical en sus métodos que pasan por decires sin freno y sin filtro. Efectista por naturaleza. (Publica el Espectador)

Otros, por física estrategia. Esos que dijeron que la apoyaban, pero miraban para otro lado. Los que se repetían que más vale malo conocido que bueno por conocer. Los que han manejado las riendas de lo que Duque dejó como partido y quieren seguirlo haciendo. Los que en el naufragio se agarran a la última tabla a la vista.

Fue un proceso frío y aburrido. Comenzando por la misma Cabal que, sabedora de las lógicas del clic-periodismo dando titulares y diciendo frases polémicas, en la última fase se abstuvo para parecer seria y coherente. Debe estar arrepentida.

Era el baile de los que sobran, pero por otras razones. Un sketch pobre de contenido, que no logró motivar a la frustrada tribuna ni a las repetitivas bodegas, a pesar o a causa de esa rara combinación entre el ridículo y las quejas de mal perdedor que parecen o son del siglo pasado.

Les queda la opción de esa otra guachafita desangelada que está armando el quinteto de alcaldes y funcionarios de derecha, hoy más ocupados en camerinos para maquillar sus verdaderos orígenes que en prender la fiesta.

Esa consulta de marzo no promete. Quizás tenga razón Juan Carlos Echeverry cuando a la hora de explicar por qué se lanzaba a la contienda dijo que veía candidatos muy malos… Y llegaron él y Zuluaga para confirmar la hipótesis…

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