por mmorales | Sep 25, 2019 | Blog, Opinión
Es tal la desconexión de gobernantes del ámbito nacional, regional y local, que pareciera que no estuvieran en la misma línea de tiempo de los ciudadanos, que fueran de otra época. Por eso esta angustiosa sensación de abandono emocional que brota en la conversación social.
Un extraño paro de transportadores, peleados por visibilidad o poder gremial, semiparaliza la capital recurriendo a lenguaje de odio, formas amenazantes y vías de hecho para contradecir una legalidad extravagante, que sanciona por igual infracciones graves y leves… pero el alcalde no aparece ni en holograma. Ineficiente pero invisible.
En las regiones impera la ley de la selva, el todo vale. Van, al decir de la MOE, siete asesinatos de candidatos, 40 amenazados, cinco víctimas de atentados, desplazamiento político forzado que ha obligado a campañas virtuales y hasta “autosecuestros” insólitos o corrupción descarada como lo evidencian audios en Cartagena y en Bolívar… pero el mindefensa y la mininterior siguen enranchados en su sempiterno y difuso plan de choque.
Se siguen venciendo términos y peces gordos vuelven a sus andanzas en medio de la desazón nacional y del dilema de aplicación de justicia para 40.000 sindicados que están en el limbo, 8.000 presos que deberían estar libres y 16.000 demandas por la ineficiencia de la justicia… pero la minjusticia solo tiene ojos para la cadena perpetua. Lo perpetuo parece ser el populismo.
En medio de 270.000 hectáreas anuales deforestadas, minería ilegal y uso de mercurio, mal manejo de desechos y reservas hídricas, e incertidumbre de las consultas populares, el presidente Duque sigue concentrado en su propio emprendimiento naranja de constructor de molinos de viento. Ahora dizque se siente líder global de la coalición para salvar la Amazonía.
Con razón esta abulia electoral en la que los ciudadanos se sienten indeseados pero utilizados, inseguros y hasta rechazados, mientras sus líderes andan, sin ocultarlo, en otra frecuencia, con otra agenda o en otro tiempo. Abandonados.
por mmorales | Sep 18, 2019 | Actualidad, Blog, Opinión
Somos una caja de sorpresas. No solo por los hechos inverosímiles que nos acompañan cada día, sino por todo lo que aparece o desaparece aquí sin que nos demos cuenta. Un día estamos en las estadísticas; otro, ya no sabemos.
Como se sabe, estábamos proyectados para ser 50 millones; hace 10 meses éramos 45,5; después de las aproximaciones del DANE, llegamos a los 44,2. Pero luego de un pequeño ajuste de algo más de cuatro millones, parece que somos 48’258.494, una cifra exacta que habla de toda nuestra incertidumbre.
Por eso no debe sorprendernos que súbitamente ahora hayan aparecido 1,9 millones de indígenas colombianos, o de personas que se autorreconozcan como tales; es decir, uno de cada 24 colombianos. Justo cuando se acumulaban los estudios de razas y etnias en vías de extinción.
He ahí donde aparece otra novedad, y es que cuando creíamos —prejuiciosos que somos— que le habíamos dado la patada a nuestros orígenes, creyéndonos mexicanos, gringos con ascendiente latino o centroeuropeos, el número de habitantes que se autorreconocen (debería escribir, para estar a tono, que nos autorreconocemos) como indígenas crece seis veces más rápido que el resto de la población, así uno de cada cinco viva en cabeceras municipales y no en bohíos como cuenta el relato popular. Lo preocupante es que esas cifras poco tienen que ver con la planeación, como se verá cuando se hable de brechas, desigualdad y ausencia de servicios primarios.
Paradójica y dramáticamente crecen las cifras de desaparecidos por causa del conflicto armado en nuestro país, como lo reporta la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que en un solo año ya tiene 3.700 solicitudes. Se suman a las 48.000 desapariciones que, según Medicina Legal, se contabilizan desde 2008. De ellas, 3.811 han ocurrido en lo que va de este año, 17 cada día.
Es la diferencia entre la opción, cuando la hay, y la violencia sistemática. Con un común denominador, la pasividad exasperante de quienes llevan las cuentas y de quienes deberían actuar. No los mueve ni el asombro.
por mmorales | Sep 10, 2019 | Blog, Opinión
Por Mario Morales
Que todo lo que está mal es susceptible de empeorar lo demuestra este país en sus fronteras, regiones y hasta en su capital. En un chasquido pasamos o volvimos a estar con los pelos de punta mientras vemos cómo el crimen y los delincuentes de todas las calañas se enseñorean con una soberbia sin antecedentes.
Como si no fuera suficiente con el éxodo venezolano y la crisis comercial, los juegos de guerra fronterizos son la moneda de cambio por el culiprontismo de este gobierno al ofrecerse “pá´ las que sea” en la idea estadounidense, (por eso tanta visita dizque honrosa), de derrocar la dictadura en el hermano país. Una cosa es ser solidario y otra ofrecerse como teatro de operaciones, en medio de la “diplomacia del micrófono” al decir del nuncio apostólico.
Como si la prioridad del gobierno no fuera atajar la bola de nieve en la que se les están convirtiendo las trizas en que quisieron convertir el proceso de paz, como lo prueba la inestabilidad en plena campaña electoral, que ya deja seis víctimas mortales y una cadena interminable de amenazados y miedos ciudadanos en los territorios. Razón tiene el defensor del pueblo al achacarle esta incertidumbre al lenguaje de odio que se volvió estrategia para politiqueros, manzanillos y candidatos fletados.
De esa táctica western no escapa ni la capital de la república, ahora escenario de duelos de mafiosos y bandas criminales que se enfrentan a plena luz del día con armamento pesado, o dejan entre las sombras mensajes escalofriantes con cuerpos descuartizados.
Ni en lo nacional, regional o local parece haber oídos para el clamor popular, como dicen las encuestas, para que alguien algo para trancar la inseguridad… Duque anda ocupado con el maquillaje a la presidencia, cambiando funcionarios de segundo orden; gobiernos territoriales tratando de amarrar su legado y Peñalosa despilfarrando el erario en publicidad para mejorar su imagen, confundiendo las migajas de pintura y cemento con eficiencia, en contravía de una ciudad trancada y deteriorada, en cuyas calles uno ya no se puede ni parar… De mal en peor.
por mmorales | Feb 26, 2019 | Blog, Ética, Opinión, Periodismo
por mmorales | Feb 19, 2019 | Blog, Opinión, PatriaBoba.com
Por Mario Morales
Hasta el momento, el gobierno Duque la había tenido relativamente fácil a la hora de tomar decisiones. Anunciar medidas a manera de globo de ensayo y luego echarse para atrás como sucedió con la reforma tributaria o el plan de Desarrollo, ha tenido un costo en favorabilidad que luego pudo corregir. O reaccionar como lo hizo frente al criminal atentado de la Escuela General Santander o anta la dictadura en Venezuela, en lo atinente a su cacareado “cerco diplomático”, recogía el sentir mayoritario de la opinión pública y del país político. (Publica el Espectador)
En ambos casos le ayuda la falta de un plazo perentorio frente a eventualidades que se juegan en la amenaza verbal, antes que en acciones inminentes, como desconocer los protocolos con el ELN o jugar a la ambigüedad sobre la venida de cinco mil soldados estadounidenses, como quedó expuesto en la entrevista (o perfil) con la Voz de América.
Dilatar o esquivar sirven para bajar la temperatura a la agenda, alinearse con las corrientes de opinión o para navegar en las aguas de la incertidumbre.
Pero la urgencia de la sanción presidencial de la ley estatuaria de la JEP, cuyos plazos corren, lo tienen contra las cuerdas, azuzado por voces estridentes o marrullerías del Centro Democrático, el tonito mandón de los trinos de Uribe y los comunicados a tres bandas del Fiscal General. Ya no podrá seguir jugando al gato y al ratón.
Pero más allá de si, como se ha dicho, seguirá siendo obediente frente al furibismo, la respuesta de Duque lo pone de frente con la historia.
No se trata de una decisión para ambientar la galería; es la diferencia entre el pasado y el futuro del país. Entre el pantano de las componendas y las conveniencias de quienes se alimentan de la confrontación y la incertidumbre, y una normativa que cobija a quince mil colombianos, entre exintegrantes de las Farc, agentes del Estado y civiles, pero que se extiende a la convivencia del resto de connacionales.
Se trata de doblar la página o regodearnos en el odio y la venganza del siglo pasado.
por mmorales | Feb 13, 2019 | Blog, Com. Política, Opinión
Por Mario Morales
De veras, ¿la visibilidad por los hechos coyunturales con Venezuela y el debate por los protocolos con el Eln son suficientes para erigir al canciller como ministro estrella? y, peor aún, ¿eso ya le da patente para autonominarse como aspirante a la Presidencia? (Publica El Espectador)
Es cierto que las calidades y méritos no son el común denominador de quienes rodean al actual Gobierno, como lo demuestra el pobre balance de ministros y funcionarios de primer nivel, lo que reclama la revisión urgente de logros, pendientes y desaciertos que hacen parecer la actual administración como si estuviera en interinidad; pero de ahí a pensar que, y supongamos que así es, el simple cumplimiento de las tareas lo inviste de liderazgo y calidades para dirigir los destinos del país quiere decir que la vara está demasiado baja.
O ¿va a ser más importante el tonito, la intransigencia y la invocación de la mano dura? Por ese camino de las poses o convicciones altisonantes e inamovibles es que el país produce miedo. No es sino ver la interpretación tergiversada, engañosa o agresiva que están tomando las voces de quienes ocupan cargos de cualquier nivel, o aspiran a hacerlo, como prueba de que conocen y aplican, a ultranza, “la doctrina” y que pueden llegar a ser más papistas que el papa.
Contrasta la disculpa peregrina del canciller, aludiendo que se trataba de una respuesta jocosa, con la responsabilidad política que su aspiración genera desde el cargo donde está, y que fundamenta el proceso preventivo que ya inició la Procuraduría.
Ya estuvo suficiente de actuaciones, declaraciones o publicaciones basadas en ambiciones personales, delirios, insultos o engaños, como el caso de quien está (o estaba) llamado a dirigir el Centro de Memoria Histórica, para después salir con retractaciones a las malas, como si la honra de las personas y la suerte del país se pudieran refundar con el pretendido “borrón y cuenta nueva”.
Es verdad que ese culiprontismo verbal de quienes nombran y quienes son nombrados los está retratando, o delatando, mejor que cualquier perfil. Pero ya son seis meses. En serio…