Es un cambio sutil, pero cambio al fin y al cabo. La vieja discusión entre ser o parecer, está superada. Hoy la clave está centrada en cómo perciben las audiencias a un personaje, hecho o coyuntura.
Por eso hoy las encuestas mamotréticas, de muestra amplia y abigarrada le están cediendo el paso a los índices de percepción.
Lo prueba la satisfacción que embarga al país luego de conocer que el índice de percepción de corrupción mejoró en un dos por ciento en los últimos tres años, según el sondeo que hace periódicamente la ONG Transparencia Internacional. El resultado ha conmovido los corazones de aquellos que piensan que antes que capital, ideas y trabajo hay que inyectarle optimismo a la economía. Pero, ¿Cómo se logra tan notable éxito? Mediante la aplicación de la fabulosa suma de nueve encuestas, sí, NUEVE encuestas a empresarios, analistas de riesgo y ejecutivos de alta y media gerencia. Es como preguntarle a los ratones por el buen olor del queso bruyere.
Asido de tan novedosa metodología hoy el gobierno argentino le apuesta al índice de percepción mediática para establecer con un número ínfimo de encuestas cómo los ven (cuando se dejan) en el exterior, para jalonar eventuales inversionistas que caigan en la trampa de ratón sin desperdiciar mucho queso…
Con la misma técnica trabajan empresas e industrias para atraer aseguradoras de riesgos, prestamistas y socios capitalistas.
Por la misma senda aunque sin delatarse caminan las encuestas relámpago con las que hoy bombardean a sus públicos los noticieros de tv, emisoras de radio, periódicos y portales de Internet y que direccionan (o pretenden hacerlo) las sensaciones (antes que las ideas) que construyen esa masa amorfa que algunos llaman opinión pública pero que no pasa del si, no, no sabe o no responde, dependiendo del queso prometido.
Por eso no es exagerado decir que a la plaza pública, la ha reemplazado la plaza de mercado (en el sentido literal), que los indicadores de sensaciones arrollaron el debate y que la encuestitis, en medio de la gripe aviar, amenaza con convertir al queso en artículo de primera necesidad. Bueno, por lo menos eso es lo que se percibe…

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