Por: Mario Morales
La verdad, esa verdad periodística parece cada vez más inasible.Y entonces uno no sabe si creerle a la excesiva “buena prensa” que por anticipado calificó como exitosa la visita del presidente Santos a Cuba para “salvar” la Cumbre de las Américas; si verla como una acción inocua revestida con caro ornato diplomático; o si darle crédito a los rumores que hablaban de contactos con Chávez y Castro para seguir abriendo la trocha de la paz. (Publica El Espectador)
O si, siguiendo esa prensa que navega con vientos gobiernistas, alabar la premura del Ejecutivo para presentar la terna para elegir fiscal; o admitir la cábala de que sólo hay un elegible para ese cargo por su formación en derecho penal; o si darle cabida a la rumorología que señala al candidato más opcionado como un guiño de reconciliación con Uribe, por su presunta cercanía fundamentada en que era un posible apoderado del expresidente para demandar a Chávez ante la Corte Penal Internacional, o porque estuvo en el sonajero de las ternas que iba a presentar el anterior gobierno.
O si rendirse de sensibilidad por el documental con más visitas contabilizadas en internet, más de 52 millones: Kony 2012, realizado por Invisible Children, que pide por sus atrocidades en Uganda, como quitarles a sus familias cerca de 40 mil niños, la captura del líder del Ejército de Resistencia del Señor; o si hacerle caso a los medios internacionales que hoy piden contexto porque la guerra allí acabó hace seis años, y porque el terrorista ya no está en su país y los dos millones de desplazados regresaron a sus hogares; o creer que sólo era un experimento sensacionalista de viralidad en el ciberespacio para acaudalar visitas.
O si confiar en la protesta solitaria de la bloguera cubana Yoani Sánchez, o creer en la denuncia que hacen periódicos, como La Jornada de México, que se pregunta quién está detrás de la mujer, aduciendo que un 25% de sus seguidores son fantasmas para generar popularidad ficticia, o que tiene financiadores de su actividad en la red, que costaría unos 60 millones de pesos al mes.
Lejos estamos de las verdades duraderas y cada vez más expuestos a “verdades” cargadas de propaganda y desilusión. Verdades que caducan.