Es inevitable sentirse preocupados por estos días. Sobre todo después de leer el estudio de la BBC de Londres donde se establece que el 61% de los ciudadanos en diversos países del planeta, tiene más confianza en los medios de comunicación que en sus gobiernos, frente al 51% que piensa al contrario. En cualquier caso la dupleta medios-autoridades representa el matrimonio más confiable de los establecidos en el contrato social.
Y es preocupante, decíamos, porque en Colombia, unos y otros han defraudado, a su manera esa confianza, al sobrepasar los límites de responsabilidad y equilibrio que deberían regirlos.
A la ausencia de periodistas que pregunten, a la carencia de intenciones para rendición de cuentas, se suman los espacios nebulosos donde se confunden las noticias con tribunas de propaganda política y partidista como ha sucedido con la franja informativa del Canal RCN, o con la injerencia del vicepresidente Francisco Santos en la redacción de El Tiempo, según propia confesión que hace en el reportaje de Yamid el pasado domingo, al señalar que ha enviado sentida correspondencia a la redacción del periódico por la publicación de los nexos con el narcotráfico que en el pasado tuvieron los hermanos del asesor presidencial José Obdulio Gaviria.
Y preocupa porque el vicepresidente dice tener la habilidad de despojarse de su investidura para enviar cartas como “periodista”. Lo que es, a la postre, más intimidante para los humildes reporteros, en tratándose de un (¿ex?) accionista del periódico, ex jefe de redacción, y familiar directo de la Dirección. Por supuesto, que el Vice tiene la posibilidad de controvertir lo que a bien tenga, pero manteniendo la delgada línea de su dignidad gubernamental y sin saltarse los conductos regulares que le den transparencia a sus apreciaciones.
Preocupa también la penumbra en que se están manejando los asuntos de ese elefante blanco e ineficiente que es la Comisión nacional de TV en la que sus miembros se autohabilitan, casi a escondidas, para votar y favorecer negocios particulares como acaba de suceder con Fernando Álvarez, según denunciaron algunos medios.
Preocupa el cinismo de los directivos o dueños de las ahora más que nunca cuestionadas encuestadoras, que en entrevistas (inapropiadas por estos días) no disimulan su gobiernismo. ¿Pondrán la cara y con la misma sonrisa el próximo lunes?
O como preocupa el entusiasmo del viernes y el mutis por el foro del lunes de esos y otros medios frente a los resultados de la convocatoria en la Plaza de Bolívar por parte de las dos más opcionadas campañas presidenciales.
Serán pues otros cuatro años sin respuestas a menos que seamos aficionados a los oráculos, los crucigramas y los sudokus. Si no tienen censura, claro.
* www.mariomorales.info
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