Aquì publicamos la polèmica que vino como consencuencia y que publica el periódico Hoy y tambièn la primera entrevista que abrió el debate publicada en El Tiempo.
La polémica
‘Voy a cerrar el pico’, dijo el actor de la serie ‘Criminal’ tras desatar un huracán por la franqueza con la que habló sobre el medio en el país.
Y es que él, que se hizo famoso en el Canal Caracol con su interpretación protagónica de ‘La mujer del Presidente’, y otro protagónico en ‘La Saga’, criticó con valor la producción nacional de televisión en una entrevista con la periodista Maria Paulina Ortíz, que publicó EL TIEMPO en su edición del pasado domingo 19 de noviembre.
Sus ácidas respuestas, cargadas de legítima amargura por los sinsabores de la profesión, y de verdades desnudas que muchos actores, directores, libretistas y productores comentan a la prensa en voz baja, molestaron a las directivas del canal que lo llamaron a dar explicaciones.
Hoy muchos piensan que si no fuera porque Robinson es el protagonista de la serie, posiblemente, el asunto hasta le habría costado el puesto.
Por lo menos eso es lo que dio a entender ayer en una entrevista con el periodista de Caracol Radio Gustavo Gómez: confesó que en el canal «le jalaron las orejas» y le cuestionaron porque no entendían qué le pasaba. Y es que precisamente él es un consentido del Canal Caracol.
«Hay muchas formas de matar a la gente y una de ellas es dejarla sin trabajo. Yo pienso en mi familia. A mí me ha llamado mucha gente y me ha dicho ‘usted si que tiene cojones’ y eso ¿de qué me sirve?», dijo. Entonces recordó el caso de actores vetados por su sinceridad como Armando Gutiérrez, Jorge Emilio Salazar y Vicky Hernandez.
La realidad es que las reacciones a las palabras del actor demuestran, una vez más, que la sinceridad es un arma de doble filo, excelente para sumar enemigos y restar amigos.
Pese a ello, Robinson no se retractó. Reconoció que lo publicado por la periodista era cierto, aunque se quejó porque unas «verdades positivas de las que habló» se quedaron por fuera. «De pronto se me fue la mano. No soy la amargura viviente y debo mucho de mis logros al Canal Caracol», explicó.
Sus cuestionamientos
Pero, ¿qué fue lo que molestó tanto al Canal Caracol? Posiblemente fue la franqueza con la que Robinso Díaz cuestionó la calidad de las producciones nacionales y todo por la feroz pelea por el rating. Específicamente, por el cuestionamiento que hizo a la producción de la serie ‘Criminal’, y por la falta de profesionalismo para escoger los nuevos ‘artistas’.
Como dijo el mismo actor, la periodista de El Tiempo, María Paulina Ortiz, lo encontró en un momento de ofuscación, porque sus expresiones fueron realmente muy fuertes. Y aunque no se retractó, pidió que lo disculparan.
«Yo no pretendo ofender para nada. Esto me hace pensar que es mejor cerrar el pico… Lo mejor es que vean mi trabajo porque uno se puede enredar en las palabras y herir. Y en esto hay mucho dinero de por medio para poder ganar y poder pelear. Yo no pretendo armar un sindicato. Soy una persona en búsqueda de la calidad y el afán afecta mi trabajo», dijo a manera de excusa pública ante el canal.
Palabras ácidas
Las siguientes fueron algunas de las declaraciones más duras de Robinson Díaz en tópicos que se consideran candentes:
* Contratación de nuevas figuras: «Todo lo quieren llenar de tetas y culos».
* Refiriéndose al país y a la acogida de su obra ‘Hamlet’ en México expresó: «Colombia es un país mala puta. Necesita que le reconozcan los hijos afuera».
Pero, tal vez lo que más le pudo molestar al Canal Caracol fueron sus opiniones sobre la calidad de la producción de ‘Criminal’, serie que él protagoniza. «Hay cosas que me gustan. Otras, no. La de Argentina (de donde es originaria la serie) es estupenda. Magnífica». «Son más arriesgados, sobre todo ideológicamente. Yo estoy disponible para hacer cosas así. Pero este país lo achata a uno. Así uno quiera volar, le van cortando las plumas. Aquí solo quieren contar lo que ya es probado, lo que ya está listo, lo que ya es un éxito. Tenemos miedo».
A diestra y siniestra…
Luego se enfocó en sus propios patrones y en general contra los mismos dueños del poder televisivo: «Nos estamos volviendo carne de cañón para unos canales enfrentados por quedarse con el poder y por ganarse la pauta. Pero ¿qué pasa con el contenido, dónde está el papel del actor? Estamos haciéndoles el mandado. Los dueños de los medios solo piensan en hacer plata. Por pelear por el rating se olvidan de entregarle al público un producto digno».
También cuestinonó a sus compañeros de actuación y a los productores de cine nacional, cuando la periodista le preguntó si estaba en condiciones de exigir con quién actuar. «Noooo. Ojalá llegara a ese punto. Cosa que sí pasa en el teatro o en el cine. En televisión lo llaman a uno y le toca juntarse con un montón de gente. Pero, ojo: la televisión es la mejor escuela para un actor. Es la mejor escuela para los cinematografistas de este país, que son unos farsantes».
¿Por qué son farsantes? «Posan. Creen que saben mucho y uno se pone a trabajar con ellos y resulta que no es así. No saben ni lo esencial: contar una historia. Son unos petardos de aquí a Pekín».
También tuvo su andanada contra los periodistas de farándula y las modelos «… según los periodistas de farándula. Como confunden actor con modelo… Y las modelos tienen vida profesional hasta los 23 años, cuando se les empiezan a caer las tetas».
Por último, puso el dedo en la llaga sobre el tema del racismo en la televisión, cuando contó que había logrado conseguirle trabajo al actor Ramsés Ramos. «Como es negro nadie lo contrata. Son las órdenes que vienen de Miami: que no sea negro, que no sude. Esta profesión está perrateada», aseveró.
Con gallardía Robinson se ratificó en Caracol Radio: «Asumo cualquier consecuencia de lo que haya dicho».
Redacción del diario HOY
—
LA PRIMERA ENTREVISTA
Ráfaga de críticas ‘dispara’ el actor Robinson Díaz contra la televisión colombiana
Información relacionada
Explosivas declaraciones de Robinson Díaz sobre la televisión nacional por poco le cuestan el puesto El protagonista de ‘Criminal’ no entiende por qué en el medio a cualquiera se le llama artista. «Todo lo quieren llenar de tetas y culos». «Los dueños de los medios solo piensan en hacer plata».
-No quiero una entrevista más de farándula. Ya conocen bastanticas maricadas mías -advierte.
Con un libreto entre sus manos, acaba de llegar al set de grabación. Está vestido como Alejandro Ruiz, el asesino protagonista de la serie ‘Criminal’: chaqueta cerrada hasta el cuello, jeans y botas negras.
La escena que va a grabar (en las instalaciones de la clínica Misael Pastrana) relata el momento en que nace su hijo. Robinson camina por los pasillos llenos de pacientes reales y deja regado un cuchicheo. «Es él, sí, es él». Lo miran, lo reconocen y algunos se acercan y le piden un autógrafo. El actor firma, sereno.
-Lástima que corten tanto en la edición -se queja Robinson sobre lo que se está viendo en ‘Criminal’. «Es por este país», agrega y después se concentra en la grabación.
Entre toma y toma da sugerencias y revisa el material recién grabado. Es un obsesionado por la perfección. Luego, un descanso, un tinto y el primer disparo: «En el medio hay actores y gente que trabaja en televisión. Todo lo quieren llenar de tetas y culos».
-¿Todavía lo entusiasma participar en televisión?
-Yo soy un actor que trata de vivir de su trabajo. Hago de todo; también televisión. Acabo de venir de hacer ‘Hamlet’, en México. Ese montaje es más reconocido afuera, como siempre. Colombia es un país mala puta. Necesita que le reconozcan los hijos afuera.
Siguen más frases similares. Así que la pregunta aparece: ¿Por qué no irse?
-Sí me lo han dicho, pero la gente que se va tiene un doble drama: vive con la nostalgia de estar afuera, con ganas de comer tamal y sancocho y, al mismo tiempo, siempre se verá como extranjera, negrita, sudaca. ¿Por qué me voy a ir a ser ciudadano de tercera?
El diálogo trata de llevarlo hacia atrás: a su infancia en Envigado, donde nació en mayo de 1966; a su niñez campestre, rodeado de una familia donde el juego y la imaginación eran fundamentales; a sus inicios en el teatro con el grupo Matacandelas, en Medellín; a su aterrizaje en Bogotá en busca de abrir trocha; a las caricaturas que pintaba; a la actriz Adriana Arango, su esposa; a su hijo de 9 años.
«Pero de todo esto ya he hablado muchas veces», y se detiene. Mira el humo de su cigarrillo y suelta otra frase:
-Me cuesta mucho trabajo creer lo que pasa aquí. No hay diferencias. Todos caemos en la misma revoltura. A cualquiera se le llama artista.
Al preguntársele por ‘Criminal, Robinson demora su respuesta. Mueve su cabeza y dice:
-Hay cosas que me gustan. Otras, no. La de Argentina (de donde es originaria la serie) es estupenda. Magnífica.
-¿Qué las diferencia?
-El riesgo. Son más arriesgados, sobre todo ideológicamente. Yo estoy disponible para hacer cosas así. Pero este país lo achata a uno. Así uno quiera volar, le van cortando las plumas. Aquí solo quieren contar lo que ya es probado, lo que ya está listo, lo que ya es un éxito. Tenemos miedo.
-Miedo a lo diferente.
-Y a la confrontación. Nos estamos volviendo carne de cañón para unos canales enfrentados por quedarse con el poder y por ganarse la pauta. Pero ¿qué pasa con el contenido, dónde está el papel del actor? Estamos haciéndoles el mandado. Los dueños de los medios solo piensan en hacer plata. Por pelear por el rating, se olvidan de entregarle al público un producto digno.
Cultura de la lengua
El actor habla y da la impresión de que llevara todas estas ideas atragantadas desde hace mucho. Vuelve con frecuencia al tema del público, ese que no deja de perseguirlo para saludarlo. Para felicitarlo.
-¿Cree que aquí se subestima al espectador?
-Mira la realización de productos como ‘Criminal’ afuera. Como suponen que el espectador tiene algo de inteligencia, entonces los silencios cuentan, las pausas, las cosas no dichas… Aquí no. Aquí todo es la cultura de la lengua. Además, hay como una didáctica. Siempre es diciéndole a la gente: esto es POLLO, PO-LLO.
Todo esto lo dice porque se lo preguntan. Robinson Díaz no intenta figurar más allá de lo que le implica su trabajo. No es de los que van tras notas en la prensa. Al contrario: diríamos que no le gustan.
«Hay gente para todo. Hay gente que te habla de farándula, que está pendiente de mostrar el apartamento, el carrito. No soy así.
Esto no significa que yo sea mejor o peor. Estoy en otra cosa.
Tengo claro hacia dónde quiero mi vida: cualificarme como actor».
-Usted insiste siempre en diferenciar al actor del que solo trabaja en televisión.
-Ellos son los que se evidencian. Porque no hacen personajes.
Ellos mismos son los personajes. Solo se visten con diferente ropa en cada producción y cobran por ese mismo personaje en cinco o seis novelas. Es un error berraco creer que el que sale mucho en la televisión es un buen actor.
-Pero usted trabaja con este tipo de gente.
-Todos necesitamos comer.
-¿No está en condiciones de exigir con quién actúa?
-Noooo. Ojalá llegara a ese punto. Cosa que sí pasa en el teatro o en el cine. En televisión lo llaman a uno y le toca juntarse con un montón de gente. Pero, ojo: la televisión es la mejor escuela para un actor. Es la mejor escuela para los cinematografistas de este país, que son unos farsantes.
-¿Por qué son farsantes?
-Posan. Creen que saben mucho y uno se pone a trabajar con ellos y resulta que no es así. No saben ni lo esencial: contar una historia. Son unos petardos de aquí a Pekín.
Robinson Díaz ha actuado por lo menos en una decena de novelas. Número parecido suma en cine. Pero si así opina de cine y televisión, ¿no pensará en dejar el oficio?
«No, yo estoy comenzando. La gente lo retira a uno. Aquí ya hubieran retirado a Robert De Niro o a Al Pacino: ‘bueno, reclamen la pensión en el Seguro’, según los periodistas de farándula. Como confunden actor con modelo… Y las modelos tienen vida profesional hasta los 23 años, cuando se les empiezan a caer las tetas».
-Parece que no es buena su relación con los periodistas.
-Pero es que yo no puedo ponerme al nivel de lo que me preguntan. No voy por ese lado. Lo que quiero es ser bueno en mi trabajo, y para eso hay que abrirse a empellones.
-¿Y no es mejor que exista competencia?
-Las competencias aquí no son ideológicas ni tienen que ver con el oficio. Se refieren solo a qué marca de carro tengo y a quién me estoy comiendo. Por eso mi competencia es conmigo, únicamente.
Le avisan que tiene veinte minutos para almorzar antes del llamado a otro set. En medio de una comida rápida, termina por contar que logró conseguirle trabajo al actor Ramsés Ramos.
«Como es negro, nadie lo contrata. Son las órdenes que vienen de Miami: que no sea negro, que no sude. Esta profesión está perrateada».
Robinson guarda silencio. Lo llaman a una escena donde le corresponde seguir disparando. Pero balas de salva.
MAR