Ahora resulta que aquí todo es inédito. Eso que el diccionario define como desconocido y nuevo. Como el proceso de negociación con los paramilitares, como el fracasado diálogo con las FARC, como los acercamientos con el ELN, como la conversación de sordos con las etnias, con las negritudes y todas la minorías, que sumadas quizás den las mayorías más ignoradas olímpicamente por las minorías numéricas de siempre.
No importa que el terrorismo de estado haya estado incrustado, enhebrado y cosido a los hilos del poder que han manejado nuestra historia, también inédita, al decir de los memoriosos, que como el Funes de Borges no sólo recuerdan los acontecimientos sino también las veces que los recuerdan.
No importa que aquí la insurgencia haya sido el ying del yang gubernamental y viceversa.
No importa que aquí indígenas y negros y minorías marginadas (perdón por ese pleonasmo de colección) hayan lanzado sus SOS desde hace cuatro siglos que se cumplen este mes que se celebra el encuentro, inédito, por supuesto, de dos mundos. Una cosa es que, como lo anotó Milán Kundera, el hombre nunca pueda saber qué es lo que debe querer porque vive una sola vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendar en sus vidas posteriores.Y otra muy distinta que ante cada fracaso, Comisionados, Estadísticos, Congresistas, periodistas, gobernantes y funcionarios de todo rol y copete, se parapeten en la excusa sin rubor de su primera vez.
Es cierto que somos un país en formación, pero nuestro big bang no ocurrió hace 780 días. Basta de disculpas inéditas. Que alguien reviva la Imprenta Nacional.