Son síntomas de miopía severa. Enfermedad que en nuestro medio tiene todas las características de peste, lo que la hace un mal mayor porque nadie puede verla con claridad.
Embelesados en la utopía de una televisión de exportación, porque mal que bien se vendieron algunas novelitas, nos quedamos en el siglo XX mirando (es un decir) para arriba. Y nadie parece poder sacarnos de ese éxtasis onanista.
Ni las primeras emisiones de Telesur el canal de iniciativa venezolana y alcance continental que ya produce con corresponsales en toda América Latina.
Ni Tv Brasil que tiene todas las condiciones para competir internacionalmente.
Ni la puesta en marcha del CFII, Canal Internacional de Información por parte de la Comisión Europea con financiación del estado francés.
Ni el lanzamiento de Russia Today, el canal en inglés de ese país, con destino a las audiencias extranjeras.
Nuestros planes son en cambio, seguir haciendo radio en televisión, desconectar el disco rayado y obsoleto en que se convirtió la Señal, reírnos impotentes frente al Canal Institucional, asistir impávidos al des-cubrimiento de la Cadena Uno y ser testigos sin voz ni voto de la homogenización insípida de los canales privados con aderezos de realities y demás telebasura que compone buena parte de su programación; incluidos los noticieros, claro, Jotamario, don Jediondo, Casados con hijos, Con (sic) estilo, Telepaís y otros esperpentos que nos hacen recordar lo provincianos y chabacanos que terminamos siendo cuando pensamos en proyectos propios que no tienen un alcance que sobrepase nuestros lentes de contacto ni las antiparras de los genios que han marcado “los derroteros de la industria audiovisual