El diario The New York Times fijó posición en un duro editorial con respecto a la encarcelación de Judith Miller, periodista de este diario estadounidense, que fue condenada a prisión por negarse a develar sus fuentes a la justicia En cambio Cooper, el periodista de Time acusado en la misma causa, accedió a testificar y quedó libre. Con la prisión de Miller crece la polémica luego del controvertido fallo de la Corte Suprema de Justicia de ese país en contra del secreto de las fuentes. A continuación se transcriben los párrafos principales del editorial. Este artículo fue publicado por el diario La Nación (Argentina)
NUEVA YORK.- Este es un momento de orgullo, pero también terrible para The New York Times y sus empleados. Una de sus periodistas, Judith Miller decidió aceptar la sentencia de arresto antes que dar a conocer al jurado sus fuentes confidenciales.
Miller tomó un camino que será solitario y doloroso para ella, su familia y sus amistades. Quisiéramos que no hubiera tenido que elegirlo, pero estamos seguros de que hizo lo correcto. Ella renunció a su libertad en defensa de otra más grande, garantizada a la prensa libre por los padres fundadores de manera que los periodistas puedan trabajar en nombre del público sin temor a la regulación o represalia de ninguna rama del gobierno.
Alguna gente, incluidos, lamentablemente, algunos colegas de los medios de comunicación, erróneamente entienden que un reportero y una organización de noticias se ubican por encima de la ley al rechazar una orden judicial para testificar. Nada puede estar más lejos de la verdad. Cuando otro periodista de Times, M.A. Farber, fue a la cárcel en 1978 por no revelar sus notas confidenciales, declaró: «No tengo ese derecho ni busco otro».
Al aceptar su condena, Miller se sometió a la autoridad de la corte. Pero actuó dentro de la gran tradición de desobediencia civil que comenzó con la fundación de esta nación, que sostiene que el bien común, en ciertas circunstancias, es mejor defendido por ciudadanos particulares que desafían una orden legal, pero injusta o desafortunada.
Esta tradición se extiende desde el Boston Tea Party hasta el servicio de subterráneos, desde los norteamericanos que desafiaron las inquisiciones de McCarthy hasta el movimiento de derechos civiles. […]
Los críticos señalan que hasta los presidentes deben someterse a la Suprema Corte. Pero los presidentes son agentes del gobierno, juraron cumplir con la ley. Los periodistas son ciudadanos particulares y las acciones de Miller son fieles a la Constitución. Ella está defendiendo el derecho de los norteamericanos a obtener información importante de las organizaciones de noticias que es necesario que no tengan miedo a las represalias del gobierno, un imperativo apoyado por los 49 estados que reconocen el derecho de un periodista a proteger las fuentes.
Un segundo periodista que enfrenta la posibilidad de prisión, Matthew Cooper, de la revista Time acordó ayer testificar ante el jurado. La semana pasada, Time decidió, sin tener en cuenta las protestas de Cooper, dar a conocer documentos solicitados por el juez que revelaban sus fuentes confidenciales. Estuvimos muy decepcionados con esa decisión.
No vemos cómo un diario, una revista o un canal de televisión pueden apoyar la decisión de un periodista de proteger sus fuentes confidenciales aun cuando el precio potencial sea la pérdida de libertad, y luego entregar las notas o documentos, lo que quita sentido al sacrificio de aquél […].
Proteger las fuentes
Muchos lectores comprenden la necesidad del periodista de garantizar la confidencialidad a la fuente. […]. Aunque The Times últimamente hizo todo lo posible para asegurar que el uso de fuentes anónimas es limitada, no hay forma de eliminarlas. Los artículos más importantes suelen ser los que molestan a personas en posiciones altas y muchos no podrían ser informados si los que arriesgaron sus trabajos y hasta su libertad para hablar con los periodistas supieran que podrían ser identificados al día siguiente. Revelar las equivocaciones del gobierno va más allá del ejercicio de la ley, especialmente en momentos de creciente secreto gubernamental.
Es por estas razones que muchos estados tienen leyes que protegen los derechos de los periodistas a esconder sus fuentes. Esas leyes necesitan ser revisadas y fortalecidas, aun cuando miembros del Congreso continúen trabajando para aprobar una ley federal de protección. Pero, en este momento, no hay un estatuto que proteja a Judith Miller cuando desafía la orden de un juez federal para que revele quién le contó sobre la identidad de Valerie Plame Wilson como miembro encubierto de la CIA. Miller comprende esto perfectamente y acepta las consecuencias con todo respeto por la corte. […]
Para ser francos, este caso está lejos de ser ideal. No hubiéramos deseado que nuestra reportera perdiera su libertad por una situación cuyos detalles son tan complicados y sucios. Pero la historia muy rara vez es tan amable como para brindar la situación ideal como para establecer principios. Miller va a la cárcel por un artículo que nunca escribió. Sin embargo, está determinada a proteger a la gente con la que habló bajo promesa de confidencialidad.
El caso está conectado con un artículo del columnista Robert Novak que reveló que Joseph Wilson, diplomático de carrera retirado, estaba casado con una oficial encubierta de la CIA que Novak identificó utilizando su nombre de soltera, Valerie Plame. La CIA había solicitado a Wilson que investigara si Saddam Hussein estaba tratando de comprar uranio para Irak, a Níger, que podría ser usado para hacer armas nucleares. Wilson no encontró evidencias de ello y más tarde escribió un artículo editorial para The Times en el que decía que la administración de Bush había tergiversado los hechos.
[…] Miller no escribió el artículo sobre Plame, pero el fiscal Patrick Fitzgerald quiere saber si alguien del gobierno le contó acerca de la mujer de Wilson y de su trabajo como agente secreto. La investigación ha sido tratada con tanto secreto que es difícil saber con exactitud lo que Fitzgerald piensa que Miller puede decirle o qué argumento ofreció para convencer a la corte de que su necesidad de oír su testimonio es más importante que la Primera Enmienda. Si Miller testifica será mucho más difícil en el futuro convencer a un atemorizado empleado del estado para que hable sobre hechos incorrectos en las altas esferas o que un trabajador asustado revele crímenes corporativos.
Nuestro punto fundamental
[…] Periodistas responsables reconocen que las libertades de prensa no son absolutas y deben ser ejercidas con responsabilidad. Este diario, por ejemplo, no daría detalles de los movimientos de tropas norteamericanas avanzado en una batalla porque su publicación pondría en peligro vidas y la seguridad nacional. Pero estos límites no pueden ser establecidos por el capricho de una parte del gobierno, especialmente detrás de una pantalla secreta.
Realmente los fundadores advirtieron sobre cualquier intento de que el gobierno establezca límites sobre la prensa libre, en cualquier condición. «A pesar de que esas medidas puedan ser necesarias, no deberían dominar a la prensa y hasta ahora nunca se aplicaron en Norteamérica», escribió Madison.
Los periodistas hablan mucho sobre estos temas y pueden parecer abstractos. La prueba llega cuando una colega es enviada a la cárcel por no hacer nada más que el trabajo que nuestros lectores esperaban de ella y del resto de nosotros. The Times ha estado en estas luchas con anterioridad, comenzando en 1857, cuando un periodista llamado J.W. Simonton escribió un editorial sobre corrupción en el Congreso y fue apresado por desacato por la Cámara de Representantes durante 19 días cuando se negó a revelar sus fuentes. Finalmente, Simonton permaneció fiel y los diputados corruptos renunciaron. No todas nuestras batallas tuvieron un final igualmente feliz. Pero cada vez, ganemos o perdamos, quedamos convencidos de que el público gana en el largo plazo y lo que está en juego es el punto más importante de nuestra sociedad: el control ciudadano del gobierno en una democracia.
Estamos con Miller, y gracias a ella por asumir esa lucha por todos nosotros.
Traducción: María Elena Rey
Rechazo de la SIP
• MIAMI (EFE).- La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó ayer el encarcelamiento de la periodista del diario The New York Times, Judith Miller, por no revelar sus fuentes informativas. «Estamos ante una nefasta situación que castiga a los periodistas por cumplir con su responsabilidad de resguardar el secreto profesional y la confianza depositada por sus fuentes», dijo Gonzalo Marroquín, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de la SIP. «Lo que sucede en EE. UU. puede repercutir negativamente en todo el hemisferio», dijo Marroquín, y agregó: «Lamentablemente el mensaje llega de un país que fue ejemplo de la libertad de prensa hasta hace poco tiempo».