El prestigioso pensador italiano criticó la decisión de la BBC de no mostrar imágenes de las víctimas de los atentados de Londres y en el uso de los términos. En un artículo del diario italiano Corriere della Sera, expresó su preocupación por «una manipulación en la que la BBC se ejercita desde hace tiempo. Para la red difusora británica, los terroristas irlandeses son «criminales», los palestinos son «militantes», los islámicos de Londres del otro día son «bombers». Y después dicen que los medios de comunicación masiva simplifican demasiado. En este caso, en cambio, sofistican y mistifican». Información publicada por el diario La Nación (Argentina)

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MILAN.- Después del ataque terrorista de Londres, la «tía buena», la British Broadcasting Corporation (BBC), decidió que no había que asustar más de la cuenta a sus sobrinos, los ingleses, y por lo tanto resolvió desterrar la palabra terrorismo y sustituirla por el término bombers (los que colocan bombas).
Pero, ¿por qué los ingleses no tendrían que asustarse? Hombre prevenido vale por dos. Y hombre engañado, hombre embromado. Cuando el miedo es justificado, puede ser «salvador», puede ser bueno. Pero, al fin, eso es cuestión de opinión.
La cuestión seria es la subyacente: hasta qué punto es lícito manipular el lenguaje. Una manipulación en la que la BBC se ejercita desde hace tiempo. Para la red difusora británica, los terroristas irlandeses son «criminales», los palestinos son «militantes», los islámicos de Londres del otro día son bombers. Y después dicen que los medios de comunicación masiva simplifican demasiado. En este caso, en cambio, «sofistican» y mistifican.
La filosofía de la BBC es que el lenguaje debe ser «neutro», debe ser ascético, es decir que no debe implicar valoraciones positivas ni negativas.
El debate es añejo. Ya Hobbes lo conocía. Y desde hace un siglo, el principio de la «valoración» (la Wertfreheit de Max Weber) ha constituido el centro del debate de las ciencias sociales.
Según este principio, el especialista no debe valorar y no debe «prescribir», tan sólo debe «describir». De acuerdo. ¿Pero cómo? ¿Llegando incluso a esterilizar el lenguaje? En ese caso deberíamos eliminar todas las palabras emotivas y valorativas que aluden a cosas buenas (deseables) o bien a cosas malas (rechazables).
Por lo tanto, una vez lanzada por esta pendiente, la BBC no podrá detenerse con la eliminación de la palabra terrorismo (que suscita, señalo, emociones negativas). Con el mismo criterio deberá expurgar de su vocabulario la palabra paz (culpable de despertar un escandaloso fervor apreciativo). Y tampoco «guerra» funciona bien: mejor sustituirla por la expresión más ascética de «disenso armado». Y lo mismo ocurre con cientos y cientos de palabras.
Lo que se les escapa a los aprendices de brujo de la BBC es que la vida humana es humana porque está definida por los valores que perseguimos y los desvalores que rechazamos, y que esta «trama de valoración» está alimentada por el lenguaje. Los animales no tienen un lenguaje valorativo, los seres humanos sí. A pesar de la BBC, de nada sirve animalizarlo.
Sería más bien la otra cara de la moneda. Eliminar palabras es empobrecer la potencia y la precisión del lenguaje. Como decía Linneo, nomina si nescis, perit et cognitio rerum, si no tiene nombre, la cosa ni se percibe.
De ese modo, al no decir terrorismo se hace desaparecer también la cosa que el término denota. El terrorismo está, pero si permanece innominado se lo cancela. Me fascinan los ilusionistas. Pero en el teatro, no en la BBC o en el gobierno.
Entonces, la palabra debe permanecer, aun cuando quede también el problema de definirla.
Con respecto a la definición de ese término, los juristas no dejan de devanarse los sesos, los diccionarios no aciertan a cumplir su cometido. Sin embargo, la palabra misma ofrece, por así decirlo, una evidentísima transparencia semántica: indica un intento, el intento de aterrorizar al máximo, por cualquier medio y sin distinción de víctimas, al mayor número posible de personas.
Esta definición basta, yo diría, para diferenciar el terrorismo global y religioso de nuestra época de los más humildes terrorismos locales (vasco e irlandés), de los anarquistas, resistentes, partisanos y semejantes. Pero sin duda, se trata de un discurso para profundizar

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