No importa lo que pase. Hay que ser optimistas. Así digan que los aviones caen como granizo, que los ríos como el Tigris y las Costas como la del golfo norteamericano están infestadas de sangre, que los vientos revolotean como mosquitos en forma de tifones como el Talim en Taiwán, en forma de huracanes como El Katrina sobre Nueva Orleáns, o en forma de tormentas tropicales con aires mayores como la Lee en el Caribe. Así repitan que los bombazos terroristas destruyen y arrasan como tábanos lo que encuentran a su paso, que el sida, el herpes y el cáncer se abalanzan como pestes sobre ganado, dejando a su paso pústulas eruptivas y tumores. Así griten que el hueco en la capa de ozono se expande como avanzada de langostas y alcanza la impensable cifra de diez millones de kilómetros. Así perifoneen que las hambrunas saltan como ranas por todas las latitudes, y la escasez y los costos del petróleo hacen prever tinieblas tan densas que puedan palparse. Así registren que los ejércitos imperiales deguellan primogénitos en oriente medio y pasan por la espada a civiles inocentes de todas las nacionalidades.
Y que conste que por esta vez nos negaremos a escuchar a quien ose hablar de los siete millones de desempleados que en este país ni siquiera son reconocidos como tales y son denominados informales. A quien se refiera a los seis mil ciudadanos que cada año caen como moscas en redadas masivas más imposibles que un baloto. A quien mencione las muertes violentas que cada calendario cobran 25 mil víctimas, a los desterrados que alcanzan los tres millones en medio del mar rojo de la indiferencia, o las nostalgias sin esperanza de los cuatro millones de miembros de nuestra diáspora sin boleto de regreso.
Va a ser mejor que sigamos pensando que las plagas tienen como destino otras latitudes, que los tercos y obstinados eran los faraones, que somos una raza privilegiada que se ha encontrado con la confianza en el presente y el sueño de futuro y que después de estos cuarenta años de éxodo por el desierto de la intemperancia, vamos a tener otra oportunidad sobre la tierra.

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