Fue un adjetivo calculado, devastador. Dijo el exfiscal Gómez Méndez que el nuevo sistema oral de justicia era un embeleco, y como para que no quedaran dudas de la exactitud de su lenguaje, precisó: Es un embeleco al cuadrado. La frase fue perfecta no sólo por la adecuada calificación sino por la conjunción inequívoca y además simbólica del lenguaje y la matemática.
Quizás ignoran los norteamericanos, que por estos días se reúnen en Cartagena para aplicarnos el TLC, que la producción de embelecos compite en nuestra tierra con el café caturro, la palma para-africana y la mano de obra barata y para colmo pobre.
Algunos, como el Ministro Sabas Pretelt, tienen planta propia y sólo les falta abrir la boca para iniciar la producción. Le compiten con jugosos dividendos los ponentes, voceros y defensores de la Ley de Justicia y paz (embelecos éstos que han convocan los demás en estos últimos ciento veinte años).
No se quedan atrás los reinsertados de todas las tendencias que han entregado generosamente para monopolio del Estado, cortauñas, depiladores, cuchillos de pelar papa, navajas y otras diez mil parecidas y peligrosísimas armas que han usado con el embeleco de la defensa de la tierra y otros artificios.
Muy cerca clasifican Ciro Ramírez, Fabio Echeverri y José Obdulio Gaviria, expertos en fabricar, armar, desarmar y hacer detonar embelecos cuando presienten aires de Katrinas y Ritas que los puedan despertar de sus sueños reeleccionistas.
Por culpa de los embelecos los desplazados suman ya tres millones y los negligentes apenas si se pueden contar con los dedos de las manos.
A punta de embelecos nos han hecho creer que la economía va a mejorar, que Colombia irá al Mundial, que hoy la gente estudia más y trabaja menos, que (parafraseando a Oliver Stone, el director de cine) somos felices por naturaleza, que Turbay era un demócrata, que son mejores la pantallas de “LSD” que el plasma, que Carrasquilla se va para un organismo multinacional, que aparte de Ministra tenemos Ministerio ( y además presupuesto} de Cultura, que ya cesó la horrible noche…
Que alguien lo patente, antes que lleguen de las extranjas o que alguno decida exportarlo como una nueva droga heroica, o que lo done a sus congéneres convencido de que forma parte del patrimonio inmaterial de la humanidad.

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