MEDIOS Y SOCIEDAD
Un equipo de psicólogos y economistas reporta hoy lo que muchos saben, pero que no siempre admiten (en especial los científicos sociales): para las mujeres, mirar televisión en soledad es una de las formas más divertidas de pasar el tiempo, mientras que cuidar de los chicos es considerado por muchas de ellas tan aburrido como hacer las tareas del hogar. Los hallazgos fueron publicados en la revista Science, y comentados en The New York Time. La nota puede leerse entera en La Nacion (Argentina).

PUBLICADO EL 6 DE DICIEMBRE DE 2004

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Los hallazgos, apuntan en dirección contraria a las investigaciones previas y al conocimiento convencional sobre qué es lo que hace feliz a la gente y por qué, y sugieren que las realidades fundamentales de dinero, matrimonio y seguridad laboral tienen menos que ver con los estados cotidianos de ánimo que con factores como plazos de entrega en el trabajo o calidad de sueño.
El estudio también marca el debut de un nuevo tipo de cuestionario que revela las subyacentes y momentáneas emociones que integran un día ordinario. En este abordaje, llamado el «Modelo de Reconstrucción del Día», las personas llevan un diario de todo lo que hacen durante el día, desde leer el periódico en la mañana o discutir con los chicos durante el almuerzo, hasta correr para alcanzar el colectivo a la tarde o caer dormido extenuado, con las medias puestas.
Al día siguiente, al consultar el diario, quienes lo han escrito reviven cada una de esas actividades y, usando doce escalas, les asignan un puntaje que revela cómo se han sentido en ese momento: preocupado o relajado, amigable o infeliz, etcétera.
El estudio, que involucró a 909 mujeres de Texas, Estados Unidos, halló que en general estas personas se despertaban un poco malhumoradas, pero rápidamente entraban en un estado de tranquilo placer que se incrementaba durante el día, interrumpido por momentos ocasionales de ansiedad, frustración y enojo.
Como era predecible, el estudio encontró que las tareas hogareñas y enfrentar al jefe eran consideradas como las ocupaciones menos placenteras, mientras que el sexo, las reuniones con amigos y el relax eran las que más les agradaban.
Pero contrario a las investigaciones previas, el estudio halló que para las mujeres mirar televisión solas estaba al principio de la lista de actividades placenteras, más arriba que salir de compras o hablar por teléfono, y que cuidar de los hijos estaba bien abajo, incluso por debajo de cocinar y no muy lejos de las tareas hogareñas.
Una medida del bienestar
Tradicionalmente, los investigadores que han estudiado el bienestar solían hacer preguntas sobre satisfacción, en un intento por determinar la salud de los vínculos o para evaluar las habilidades.
En contraste, el nuevo método de encuesta lleva a las personas a revivir un día normal y a asignarle un puntaje de acuerdo a qué tan alegres, enojados o deprimidos se encontraban al momento de realizar esas actividades.
Al reimaginar esas actividades diarias, en vez de reportar lo que podrían o deberían sentir al respecto, las personas son más honestas sobre el disfrute que obtienen al realizarlas, afirmaron los investigadores.
«Esta es una medición de los estados de ánimo momentáneos, pero no significa que sea la mejor cosa que podrían estar haciendo -dijo el doctor Daniel Kahneman, profesor de psicología de la Universidad de Princeton y principal autor del estudio-. Si usáramos adjetivos como shockeados, excitados o involucrados, seguramente obtendríamos respuestas diferentes.»
Y agregó: «Pero estamos tratando de formarnos una mejor idea o entender el sentido de cómo son realmente las vidas cotidianas de las personas, de qué es lo que hacen con su tiempo en verdad».
Uno de los hallazgos más consistentes del estudio es que el dinero no cambia mucho la propia percepción del estado de ánimo.
En tanto las personas no estuvieran en una situación de extrema pobreza, la vida material no establece grandes diferencias, y tienden a puntuar su propia felicidad en un rango de 6, 7 o más, en una escala de 10.
Después de controlar otros factores, el doctor Kahneman y sus colegas encontraron que incluso las diferencias en el ingreso de cada hogar de más de 60.000 dólares tienen un efecto reducido en los estados de ánimo cotidianos.
Casamiento y malos sueños
La seguridad laboral también tiene poca influencia, según los investigadores. Y de nuevo, en contraste con trabajos de investigación previos, los investigadores observaron que las mujeres divorciadas reportaron estar ligeramente más alegres durante el día que las mujeres casadas.
Por lejos, los dos factores que más entristecen el ánimo diario son el dormir mal y los plazos cortos de entrega de trabajos. Según la escala que desarrollaron los investigadores, las mujeres que duermen mal reportaron relativamente poca alegría incluso cuando podrían relajarse delante de la televisión o cuando salían de compras.
El doctor Richard Suzman, director asociado de investigación social y comportamental del Instituto Nacional de Envejecimiento, de los Estados Unidos, dijo que si el nuevo método de encuesta demuestran ser sensible a los cambios de la vida en futuros estudios, podría convertirse en una forma de medir la calidad de vida estándar, lo que aportaría un panorama más completo de cómo las nuevas drogas o tecnologías médicas pueden enriquecer u oscurecer el placer en la vida cotidiana.
«Este instrumento debería aportarnos una mejor forma de medir el bienestar», afirmó Suzman.
El doctor Martin E.P Seligman, profesor de psicología de la Universidad de Pennsilvania y autor del libro «Felicidad Auténtica», dijo que el método también agrega una dimensión valorable a la comprensión de qué es lo que constituye «la buena vida». Una parte es el ánimo, dice; otra es cómo las personas se comprometen con lo que están haciendo y una tercera es el significado que le dan.
Seligman, que ha enseñado el Modelo de Reconstrucción del Día a algunos de sus estudiantes, dice además que ese tipo de sistema de medición podría ser muy bien aprovechado como un instrumento en psicoterapia.
«Usando estas técnicas, podemos ver patrones-dijo el psicólogo-. Para algunas personas, es crucial cómo finalizan el día. Para otras, en cambio, lo crucial es cómo ese día ha comenzado.»

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