Por Mario Morales
Debería haber elecciones más a menudo. En muy pocas cosas como en los comicios los colombianos construimos una idea común y estamos del mismo lado. Y es que desde la noche del domingo 28 de octubre todos, a cual màs, y sin importar los resultados las cuentas y las estadísticas, nos sentimos ganadores.
El único que debería sentir que perdió y no lo hace (y debe ser porque también se siente ganador) es el Registrador que después de tantos meses en busca de precisión y exactitud ha visto cómo los resultados de los escrutinios pasaron a un segundo plano por culpa de los análisis e interpretaciones que hicieron el milagro de que por estos días todos levanten la mano como si fuesen hinchas de nuestro gran Millonarios.
La única diferencia que se aprecia en este conglomerado nacional que hoy toca campanas a rebato, es que hay unos que se sienten más ganadores que otros, incluso que los mismos elegidos que perdieron el derecho a vacaciones en el fin de año que se aproxima. (Al fin y al cabo las ferias y carnavales están a la vuelta de la esquina).
Es el caso del paciente JOG (José Obdulio Gaviria, asesor presidencial, gubernamental y local) a quien hoy le atribuyen su triunfo, por lo menos, seis alcaldes, cerca de quince gobernadores, varias docenas de concejales, asambleístas y un redil incuantificable de ediles. Ahí ya tiene insumo para cuando deje el gobierno y sus exitosas asesorías, y como el buen pastor resucite y haga cambuche en el Instituto de Estudios Uribistas, antes de que lleguen los historiadores.
Andan también con pose de triunfalistas y muy reconocidos con él, quienes realizan y quienes fusilan (es un decir) escritos en la página web de Anccol de cuya existencia, como de la compra de votos, casi nadie sabía hasta hace poco, y que hoy, gracias al free press, se cuenta entre los cien mil websites más visitado del mundo, según el contador Alexa.com (que no es un alias como pudiera creerse, sino un contador de tráfico – y legal- de cibernautas) lo que lo pone cerca de los semanarios más importantes del país.
Y claro, también anda agradecídisimo con Palacio, (el de Nariño, porque al Ministro que lleva ese apellido pocas cosas hay que agradecerle) el resucitado Carlos Gaviria, que aprovechando el escándalo fallido de su pensión, hacía cuentas para su retiro, antes de ser graduado por el gobierno nacional como la voz cantante de la oposición y como el interlocutor exclusivo de la contraparte. Eso sí que no vayan a pensar en el Polo que fue un gimmick, como se le dice en marketing político al recurso de diferenciarse de los demás.
Ganadores se proclaman Cambio Radical, el partido liberal, los conservadores, el Partido Liberal, Convergencia ciudadana, los aún libres paras de primera generación, la guerrilla, los paras presos, los políticos am-para-dos, los paras que se pasean orondos, en fin una prueba más de que en Colombia. por encima o por debajo, si hay votos para tanta gente.
Pero ganadores también se sienten el exalcalde Mockus y Luis Eduardo Garzón. El primero porque supo echar dedo para recuperar su signo vital que le da un nuevo aire en el escenario, y el segundo porque fue elevado por el sanedrín de candidatos en pleno, al santoral de burgomaestres distritales, sin proceso de canonización. De algo le sirvieron los votos de castidad.
Y hasta un grupeto de locutores, columnistas y periodistas de un canal privado de televisión reclaman hoy para sí la autoría intelectual del efecto bumerán que golpeó tantas cabezas y sin el cual, dicen, la reacción popular no se hubiera presentado. Es el mismo argumento de quienes piensan que Judas Iscariote fue más que un actor de reparto hace dos mil años.
Ganadora también se siente esa silenciosa mitad-más-uno de colombianos de abstencionistas, reforzados por ese 8% de contestatarios que sufragaron en blanco y por ese 7% de connacionales que contribuyeron a la estadística con votos nulos y tarjetones no marcados.
Superadas pues, esas viejas diferencias entre ganadores y perdedores, propias de civilizaciones bárbaras, es la hora, como lo sostiene el paciente JOG, de hablar de ideas más elevadas, como de ética por ejemplo, o de derecho penal en el marco del derecho de gentes, como lo propone el polifacético siquiatra- pazólogo-comisionado y ahora jurista Luis Carlos Restrepo.
Del frío racionalismo de las cifras estamos pasando al fértil terreno de las ideas y especialmente al de las percepciones. Por eso entre Transmilenio y el Metro, los colombianos nos montamos en el bus de la victoria.
o votamos?
MORALEja
Que no se confunda la intempestiva renuncia de la promocionada Sandra Suárez a la gerencia del TLC en Estados Unidos, (mucho antes de haber firmado el tratado) como un fracaso. Lo que pasa es que al patriotismo también lo tienta la empresa privada