El reciente error de la revista Newsweek incrementó la polémica en torno a los medios de EE.UU. cuando afirmó que los soldados norteamericanos en Guantánamo habían profanado el corán y 17 personas murieron a causa de las posteriores protestas musulmanas. El medio se retracto y desmintió la información porque la única fuente de la noticia dudaba de la veracidad del hecho.
El diario argentino La Nación publicó una editorial en donde se considera esta tragedia como una manifestación del sentimiento antinorteamericano dominante en Medio Oriente más que una respuesta a la difusión de ese hecho.
El mismo medio también publicó una nota sobre la pérdida de credibilidad de aquellos medios que se oponen a las políticas de George Bush, considerados «progresistas dispuestos a perjudicar al país con tal de adquirir mayor publicidad personal o vender más».
PUBLICADO EL 26 DE MAYO DE 2005
Los republicanos consideran «traidores» a quienes se oponen al presidente Bush
······································································································································
[Disminuye el tamaño de la tipografía] [Aumenta el tamaño de la tipografía] [Imprime la nota] [Envía la nota por mail] Tiempo estimado de lectura 10′ 0»
Cuando la noticia es una excusa
Por Brian Montopoly Para LA NACIONNUEVA YORK.- Más allá de la retractación, Newsweek no está libre de responsabilidad. Los periodistas y editores de la revista no tuvieron el cuidado suficiente para examinar a fondo una noticia potencialmente explosiva. La revista no adoptó medidas significativas para apuntalar su información sobre la profanación del Corán antes de publicarla y optó, en cambio, por confiar en una sola fuente. Sin embargo, hay algunos detalles que deberían ser considerados por los críticos de la prensa que condenan de manera absoluta a la revista. Antes que nada, Newsweek nunca podría haber previsto que su información enardecería tanto a los musulmanes, ya que ciertos detalles sobre la degradación del Corán en Guantánamo han sido publicados periódicamente desde hace más de un año. Habida cuenta de que ninguna de esas informaciones había desencadenado protestas, no es realista esperar que Newsweek anticipara las protestas. Después de todo, los editores pensaron que el detalle era lo suficientemente insignificante como para ser limitado a una frase en una breve información. En realidad, es muy probable que la nota de Newsweek haya sido usada como una excusa para desencadenar tumultos y agitaciones que se habrían producido de todas formas. En un excelente artículo sobre el tema, Kevin Drum afirma: «Los talibanes lanzan una nueva insurgencia cada año y el antinorteamericanismo se ha acrecentado. La historia de Newsweek es claramente un pretexto, habida cuenta del rencor contra Estados Unidos». El historial de los talibanes indica que las agitaciones se habrían producido en esta oportunidad con o sin la información de Newsweek. Y el hecho de que ninguna protesta ocurriera después de las informaciones previas sobre el tema respalda esa idea. Esa lógica no evita que los guerreros del prejuicio citen el desliz de Newsweek como una prueba más de que los medios más importantes son de izquierda. Para ellos -verdaderos teóricos de la conspiración-, Newsweek, motivada por su «deseo de perjudicar» al gobierno republicano, abandonó todas las normas del periodismo para dejar malparadas a las tropas norteamericanas. Pero ellos entienden mal la parte de la motivación. En realidad, los periodistas buscan descubrir verdades que complican al partido que está en el poder, más allá de su ideología. En este caso, un par de periodistas trabajó en una información que consideraron verosímil y, en su afán de difundirla, pasaron por alto la inconsistencia de su fuente. Alentados por instintos periodísticos y no por prejuicios ideológicos, sus editores cometieron el error que bien podría costarle a Newsweek parte de la confianza de sus lectores, y eso significa una pérdida, pero de ninguna manera puede ser considerada como la pieza clave de una conspiración ideológica de los medios. El autor es columnista de la edición on line del Columbia Journalism Review, una revista sobre periodismo de EE.UU.
En crisis, la prensa de EE.UU. enfrenta denuncias de traición
Mentirosos, inmorales, agresivos, prejuiciosos y corruptos son algunos de los epítetos que una creciente mayoría en Estados Unidos lanza contra el periodismo local, punto de referencia para el resto del mundo. Y ahora añaden otros dos motes que habían desaparecido tras la guerra de Vietnam: traidores y antipatriotas. Los periodistas norteamericanos están en problemas. Tienen menos credibilidad que los mecánicos y los policías, y apenas si superan a los abogados y vendedores de autos en la última encuesta anual de Gallup sobre «honestidad y ética en las profesiones». Para muchos, la retractación que presentó hace poco más de una semana la revista Newsweek parece haber revalidado una vez más las sospechas de los republicanos: los principales medios de comunicación están dominados por una banda de progresistas dispuestos a todo, incluso a perjudicar al país, para vender más o lograr mayor publicidad personal. Newsweek admitió que su artículo sobre los presuntos ultrajes de los que fue objeto el Corán, el libro sagrado del islam, por soldados estadounidenses en la prisión de Guantánamo se basaba en una sola fuente, sin nombre, que tras la publicación de la nota dijo que no estaba segura de lo que había afirmado antes. Anteayer, su director, Richard Smith, ordenó limitar al máximo el uso de las fuentes anónimas. Sólo él y un puñado más de editores podrán autorizar su publicación. Pero la Casa Blanca y el Pentágono se lanzaron sobre la revista, aun después de las aclaraciones y disculpas, y la acusaron de haber promovido mediante el uso y abuso de datos falsos una ola de resentimiento contra Estados Unidos en el mundo islámico que dejó en 17 muertos en Afganistán. Sin embargo, nada dijeron sobre las otras causas que, quizá, disparan la ira musulmana: la invasión de Irak, la ausencia de armas de destrucción masiva, los ultrajes comprobados en Abu Ghraib y Guantánamo o las fotos en calzoncillos de Saddam Hussein, tomadas mientras permanece bajo custodia de tropas estadounidenses. Los demócratas e independientes que se oponen al presidente George W. Bush también cargan contra los medios. Creen que fueron demasiado benignos con la Casa Blanca cuando denunciaba que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva antes de invadir Irak, algo por lo que la nave insignia del periodismo mundial, The New York Times, pidió disculpas posteriormente. En realidad, el actual declive de los medios estadounidenses empezó hace tres décadas, tras el Watergate y la caída del entonces presidente Richard Nixon. Entonces se sucedieron los primeros escándalos mediáticos y se acentuó la caída en la circulación de diarios y revistas frente a la televisión. Para Roy Peter Clark, el vicepresidente del Instituto Poynter, uno de los centros de capacitación periodística más reconocidos del país, los hechos no marcan una tendencia preocupante. «No creo que sea verdad que el periodismo estadounidense es hoy más corrupto. Los estándares son más altos y los errores son más visibles -comentó a LA NACION-. Creo, por ejemplo, que en la primera mitad del siglo XX los periodistas rutinariamente exageraban o fabricaban sus historias, especialmente en las secciones policial y deportiva.» Pero aun cuando recomienda situar los «problemas actuales del periodismo en su contexto histórico», Clark admite que los problemas «son muy serios». David Shaw, el crítico de medios del diario Los Angeles Times, cree en una doble explicación: hay más periodistas deshonestos y hoy es más factible detectar los plagios y mentiras gracias a Internet y al seguimiento de las noticias que hacen los centros de investigación. «Estamos ante un problema y creo que las causas son conocidas», dijo Shaw a LA NACION. Aquí entran en juego la ambición desmedida y el afán de protagonismo de ciertos profesionales, la presión por triunfar, la competencia entre pares y medios y la coerción de los administradores de las compañías para aumentar la circulación o el rating. También aparecen las sospechas sobre las fuentes reservadas. The Wall Street Journal recordó en un editorial la semana pasada que son necesarias -pese a las críticas sobre el abuso del anonimato- sea para ocultar la pereza de un periodista, su opinión o sus invenciones. Todos contra la Casa Blanca Los analistas conservadores sospechan que, además, existe una animadversión evidente contra la actual Casa Blanca. «Es simplemente trágico que los medios liberales deseen creer en los más exóticos rumores acerca de pillajes del presidente Bush y los militares, mucho antes de verificarlos y mucho después de desmentidos», acusó Brent Bozell, presidente del Centro de Investigaciones sobre los Medios, uno de los foros conservadores de análisis periodístico más conocidos del país. Clark también apunta al interés de los reporteros en investigar «porque ayuda a sus carreras». «No los culpo por eso, pero existen ciertos peligros, incluyendo la tentación de sobreinterpretar la evidencia, en el afán de revelar un caso de corrupción», afirma. Esa acusación no le cabe, sin embargo, a la revista Newsweek. Uno de los redactores del polémico artículo, Michael Isikoff, es un reconocido periodista de investigación. Fue él quien destapó la relación del entonces presidente Bill Clinton con la becaria Monica Lewinsky, que casi termina con la presidencia demócrata y sumó miles de votos a las filas republicanas. Se sabe ya, por el contrario, que la administración Bush ha pagado miles de dólares del presupuesto público sin declararlo a por lo menos tres columnistas de centroderecha -Armstrong Williams, Maggie Gallagher y Michael McManus- para que defiendan y promuevan varias políticas de la Casa Blanca, según admitieron los propios periodistas. Pero las distinciones entre periodistas y medios son sólo excusas o argumentos menores para el estadounidense medio, que agrupa a todos en la misma bolsa. El 67% de la población cree que los medios intentan cubrir sus errores, de acuerdo con una medición de 2004 del Centro Pew de Investigaciones. Y el 58% opina que los periodistas no ayudan a la sociedad a resolver sus problemas. Por el contrario, creen que se meten en el medio para entorpecer la discusión. Por Hugo Alconada Mon Corresponsal en EE.UU. «»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«» El final de «60 minutos» En medio del debate abierto en la sociedad norteamericana sobre la actuación de los medios, que se recalentó en los últimos días por el escándalo en el que se vio involucrada la revista Newsweek, la cadena de televisión CBS anunció el levantamiento del programa informativo «60 minutos», que llevaba siete temporadas en el aire. Hace ocho meses el programa había emitido un informe en el que se afirmaba que George W. Bush había recibido un trato preferencial al ingresar en la Guardia Nacional en su juventud, lo que lo había salvado de participar en la Guerra de Vietnam. El informe despertó sospechas, debido a que se presentaron comprobantes de principios de los años 70 como prueba, pero escritos en computadora. Cuatro trabajadores de CBS News fueron despedidos y el conductor Dan Rather, si bien no fue sancionado, debió pedir disculpas por el asunto. Las autoridades de la emisora, en tanto, explicaron que la decisión de levantar el programa, que no afecta la edición dominical, se fundamenta «en un problema de niveles de audiencia y no de contenidos». «»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«»«» Otros escandalos En 1981, The Washington Post devuelve el premio Pulitzer ganado por Janet Cooke, que había inventado la historia de un chico negro de 8 años adicto a la heroína. The Wall Street Journal despide en 1984 a Foster Winans, por especular con acciones en la Bolsa antes de escribir su columna bursátil. La NBC acusa a General Motors de fabricar una camioneta que podía explotar tras una pequeña colisión. Había usado imágenes falsas. En 1998, la revista The New Republic despide a uno de sus editores más renombrados, Stephen Glass, por haber inventado datos, citas o personas en 27 de sus 41 notas. La CNN y la revista Time difunden que EE.UU. usó gas tóxico para eliminar a un grupo de soldados desertores de Vietnam. La nota estaba basada en datos imprecisos o falsos difundidos por el entonces prestigioso corresponsal de guerra Peter Arnett. En 2003, The New York Times descubre que sus periodistas Jayson Blair y Rick Braga incluían inventos o plagios en sus notas. Es relevado el editor ejecutivo Howell Raines. En 2004, el USA Today despide a su corresponsal Jack Kelley por datos falsos o inventados en sus notas desde 1991. La cadena CBS remueve a Dan Rather por haber difundido documentos fraguados según los cuales Bush había recibido un trato especial cuando sirvió en la Guardia Nacional.