Por Germán Yances
Esta semana renunció Rafael Pardo Rueda, senador de la República, a su columna en El Tiempo para lanzar su campaña a la Presidencia de la República.

Horas antes había renunciado Sergio Fajardo, ex alcalde de Medellín y pre candidatopresidencial, al equipo de periodistas y comentaristas de Caracol Radio, cargo que ocupó durante cuatro meses.

Y hace apenas unos días renunció a su cargo como jefe de la unidad investigativa de La W radio, también de Caracol Radio, el ex zar anticorrupción Rodrigo Lara Restrepo, para irse a ocupar una curul en el Senado de la República.

Al menos por tres motivos, la contratación de políticos profesionales activos para que actúen como periodistas en los medios de comunicación tiene intranquilos a gran parte del gremio periodístico y a sectores de la opinión.

No es fácil entender desde dónde informa una persona que a la vez es medio y fuente. En la mañana pregunta en la radio como medio y en la tarde responde preguntas de un periódico como fuente.

Es sabido que el electorado de un candidato a cargos de elección popular es proporcional a su visibilidad y a su exposición pública. También es sabido que los
medios de comunicación son el escenario de mayor visibilidad social y política en una sociedad mediática como la colombiana.

Que los medios de comunicación contraten políticos profesionales para que realicen funciones de periodistas, mientras emprenden otra campaña electoral, acaba afectando
la calidad de la información que recibe el público y la credibilidad de los medios,por cuanto es inevitable que esos personajes hablen ante los micrófonos o las cámaras de televisión cargados de los intereses personales de sus carreras
políticas.

Más allá de que la objetividad en el periodismo sea un debate cancelado, los derechos informativos del ciudadano tienen plena vigencia. Y en ese escenario, la libertad de expresión no puede ser interpretada como una licencia para que los
medios utilicen a favor de sus causas personales todo el poder que les confiere la ciudadanía.

Es hora de corregir distorsiones que se han impuesto de manera oportunista sobre la función del periodismo y de los medios. No se olvide que la sociedad rodea al ejercicio del periodismo de garantías legales en tanto que sirve al interés general.
¿Qué sucede entonces cuando el periodismo deja de responder a intereses generales y se pone al servicio de causas particulares?

Pero no sólo eso. Cuando los medios contratan como periodistas a políticos profesionales están poniendo en desventaja a otros políticos también con aspiraciones, y que no tienen el mismo acceso a los medios para hacerse visibles y conquistar un electorado.

Es claro que ningún político profesional en ejercicio rechazaría la oferta de un medio para que hacer su campaña política desde esa tribuna. Está en su derecho. Es
el medio el que debe ejercer profesionalmente el periodismo, y eso implica respetar el derecho de los ciudadanos a estar bien.

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