Por Omar Rincón
El niño Luis Santiago fue torturado y asesinado una vez por su malvado padre y sus secuaces, y mil veces más torturado y asesinado por el sensacionalismo televisivo y radial; una cada vez que con gozo doloroso y falsa compasión se volvían a presentar las imágenes y a llorar la barbarie.

Se visten de luto y oro, ponen cara de acontecimiento, bajan la voz pero en el fondo están felices: ellos, los periodistas saben que son los protagonistas. Que la gente hambrienta de emoción los va a ver. Entonces, cada uno quiere mostrar que está mas consternado, que está más dolido en el alma, que tiene más compasión. Su actuación es patética, inverosímil, sobreactuada e irresponsable.

Acto 1: «La cosa criminal» es actuada por cada canal, emisora, periodistas y presentadores. La historia lo tiene todo: víctima inocente (¡pobrecito!), madre que sufre ataques en directo (¡qué dolor), villano y aberrante padre (¡no merece vivir!) y efecto de sentido evidente (¡Hasta dónde hemos llegado!). Y ahí, el periodista narrando como un partido de fútbol.

Acto 2: «La cosa de la gente». Los buenos se convierten en población vociferante y exuberante de rabia dispuestos a linchar a los criminales y a participar en directo en los medios diciendo como están indignados, que lo sienten mucho, que como madres y padres piden una cruzada por los niños. Espectadores listos a «participar en el programa».

Acto 3: «La cosa policíaca». Y todo el show es más contundente porque en vivo y en directo los medios pueden transmitir la captura de los criminales. Momento a momento los medios acompañan a la ley para que se haga justicia. Medios justicieros: ¡Esos son los bandidos!

Acto 4: «La cosa política» de Uribe consternado que dijo que… de cuestionado ministro que dijo que… de fiscal cantinflesco que dijo que… de políticos oportunistas que dicen que… El espectáculo está listo, la pena de muerte y la cadena perpetua: eso vende.

Canales y periodistas y emisoras creen que hacer periodismo es estar en pantalla, improvisar en directo; y se creen buenos improvisando su ignorancia. ¿Qué tiene que decir un presentador o periodista en directo que aporte a la comprensión de lo ocurrido? Nada según lo demostraron los explotadores de la tragedia de Luis Santiago y su mamá.

En televisión estar al aire en directo no es el mérito. Para estar en directo hay que tener qué decir, contextualizar los hechos e intentar comprender por qué pasó. De eso nada saben hacer por aquí. Y no aprenden porque en cada nueva tragedia, otra vez salen con su sainete de periodistas y políticos preocupados. ¡Todo en directo!

Las mil muertes de Luis Santiago fue otra evidencia de la ausencia de periodismo de calidad. Para la calidad sólo se requiere diversidad de fuentes, contexto para el hecho, marcos de comprensión para explicar, meditar y pausar el espectáculo. En cambio asistimos al triste y lamentable espectáculo que vimos. ¡Y no aprendemos! Por ejemplo, Doña Vicky repitió su irresponsable y patética narración del terremoto de Armenia. Hay que pensar, investigar, preparar informes, hacer televisión. Pensar, señores, pensar.

«Dios mío perdónalos porque no saben lo que hacen». Sí, perdona a los periodistas de televisión que creen el asunto de informar consiste transmitir en directo la tragedia, decir sandeces y narrar la miseria como si fuera un partido de fútbol.

orincon61@hotmail.com

Omar Rincón

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