El editor del prestigioso diario francés Le Monde cree que el periodismo debe redefinir su papel en las democracias El gran desafío que enfrentan los medios, dice, es recuperar la confianza del público. Por lo tanto, la prensa está en crisis. Esta nota fue publicada por el diario argentino La Nación
«Si el poder político intenta controlar a la prensa, ese poder tiene muy malas intenciones con la democracia. Cuando un diario se pone de rodillas, pierde su credibilidad.» La reflexión de Jean-Marie Colombani, director del reconocido diario francés Le Monde, sobre la situación de la prensa en Rusia, añade miga a un debate vigente.
Con la guía de esa reflexión, pueden recorrerse distintas situaciones vinculadas con la prensa independiente: desde el encarcelamiento de la periodista Judith Miller, de The New York Times, en los Estados Unidos, por negarse a revelar sus fuentes en un sonado caso que involucra a un agente de la CIA, hasta la fallida querella criminal contra la revista Noticias por una investigación sobre el manejo de la publicidad oficial, que impulsó el secretario de Medios, Enrique Albistur.
Colombani -que estuvo en Buenos Aires para participar de un seminario internacional sobre periodismo- sostiene: «Los diarios se enfrentan hoy a un problema existencial que involucra la redefinición de su rol en las democracias de opinión, en las que la opinión pública juega un papel muy importante».
Afirma el editor del periódico cuyo gerenciamiento está en manos de sus trabajadores -en el que el español Grupo Prisa hizo este año un aumento de capital-, que el problema actual que aborda la prensa escrita es que «sabe que existe y que representa un papel importante, pero no conoce cómo funcionan estas democracias de opinión ni cuáles son los contrapoderes».
En un diálogo breve con LA NACION («estoy agotado», dijo disculpándose) Colombani respondió secamente cuando se le preguntó:
-¿Tan lejos está la prensa francesa de la sociedad, que defendió el Sí a la Constitución europea cuando la gente votó masivamente por el No?
-El pueblo puede equivocarse, no necesariamente tiene razón. En Alemania, el referéndum está prohibido porque, en un momento histórico, el pueblo votó de una manera que trajo resultados catastróficos. El voto por el No es una mezcla absolutamente incoherente, es un grave error para Francia y un signo de debilidad muy grave del país. La prensa tuvo razón en decirlo antes de que el voto ocurriera y luego de que la gente votara.
-Usted advierte sobre las malas intenciones del poder en Rusia, que trata de controlar a la prensa. Pero, ¿qué piensa de lo que ocurre en EE.UU., donde una periodista acaba de ir presa por no revelar sus fuentes y Time aceptó entregar a la Justicia las notas confidenciales de un redactor?
-La situación no es comparable, porque en Estados Unidos existe el Estado de Derecho. La actitud de los jueces en relación con las fuentes es un fenómeno general. Si bien es cierto que obligar a los periodistas a revelar sus fuentes es muy peligroso, sigue siendo un Estado de Derecho. En cambio, en Rusia, los medios están bajo el control del Estado o de intereses muy próximos al poder. Los periodistas rusos nunca tendrán fuentes para proteger porque no tienen información para revelar. En Rusia hay periodistas asesinados, y eso no tiene nada que ver con el rigor de la prensa. Hay una tentación autoritaria en Rusia que, como de costumbre, comienza por el intento de controlar a la prensa.
-¿Qué análisis cabe hacer en profundidad en relación con la situación actual de la prensa independiente en Estados Unidos?
-Hay una tentación relacionada con la lucha contra el terrorismo, pero hay que esperar que las cosas se restablezcan. Estados Unidos es una democracia y esa contradicción va a expresarse necesariamente en algún momento. Hoy existe un poder muy dogmático y caricaturesco, pero ya se nota una evolución en el Congreso norteamericano. Por lo tanto, lo que tiene de bueno la democracia norteamericana es que sólo basta con esperar las próximas elecciones.
-¿Qué actitud hubiera seguido Le Monde en una situación similar a la de Time o The New York Times?
-Habríamos aguantado negándonos a revelar las fuentes y habríamos utilizado las vías legales para defendernos y defender a nuestros periodistas. En Francia hay una discusión entre el poder público y los periodistas para incluir en una ley la protección de las fuentes.
-¿Ha cambiado la filosofía de Le Monde con el aumento de capital del Grupo Prisa?
-No hay ningún cambio en la filosofía. Prisa ha ingresado en una sociedad que controla todo el edificio de Le Monde, en un nivel intermedio. Con El País, de Madrid, tenemos lazos históricos y siempre ha ayudado a Le Monde. Cuando se fundó El País, Le Monde también contribuyó.
-¿Influyó en el ánimo de Le Monde el libro crítico que dos redactores escribieron en su contra?
-No, pero el libro apareció en un momento de gran fragilidad del diario. Si bien no ha sido la causa de los cambios, sí ha sido revelador de ellos. Son cambios editoriales en curso. A Le Monde cada tanto lo atacan, porque hay intereses económicos y políticos para que deje de ser independiente. Los activos de Le Monde son su independencia y el mayor rigor informativo. El gran combate es la fiabilidad. Hay que devolver a la gente confianza en los diarios de calidad.
Por Susana Reinoso
De la Redacción de LA NACION
Con la colaboración de Borja Bergareche