Por: Mario Morales
Por su tendencia a gobernar en caliente, el presidente Uribe ha abierto tantos frentes de pelea que ahora no tiene cómo ni con quién atenderlos. Sin duda, el más complicado de ellos es el que ha devenido en distanciamientos y fisuras con el mando militar.

La poda en los estamentos castrenses a raíz de los mal llamados falsos positivos, su silencio o sus tardíos pronunciamientos no sólo causaron malestar entre los militares y retiros de apoyos incondicionales como los del ex ministro Londoño, sino que han incidido en la moral de la tropa hasta el punto de que hay quienes insisten en que mantiene la operación tortuga, no obstante los recurrentes regaños presidenciales.

Para colmo, en el horizonte político no aparece una figura que le permita restañar las heridas. De allí la demora que ya completa un mes, inusual en este mandato, para nombrar en propiedad Ministro de Defensa.

A la ausencia de un adecuado perfil se suma la hipótesis del ‘contentillo’ que estaría dando Uribe con la ‘palomita’ en esa cartera al general Padilla de León, con el pretexto de dar continuidad, pero con la intención de ablandar a la galería, en su ”estado de opinión”, para nombrarlo en firme, lo cual no sólo contrariaría la tradición de los últimos quince años de tener un civil en ese Ministerio, sino la percepción de quienes desde el exterior tienen los ojos puestos en el país, con fines judiciales, económicos o políticos.

Mientras Uribe resuelve esta otra encrucijada, la guerrilla arrecia en por lo menos diez departamentos, cerca de treinta altos oficiales aparecen involucrados en declaraciones de paramilitares y Mancuso amedrenta con el escándalo de que eventuales alianzas entre militares y ‘paras’ no fueran ocasionales sino política de Estado.

A cambio de ideas reaparecen con furor las recompensas, que estuvieron en el origen del cáncer moral de los falsos positivos, incluso dobladas como en el caso del concejal de Garzón, que fue el reto que Uribe les puso a las Fuerzas Militares no tanto para probar su capacidad operacional, sino para saber si lo seguían considerando el líder que otrora fue.

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