Por Omar Rincón
La narcotelenovela marca rating, marca polémica, marca identidad nacional. Y si esto es así, es porque por ahí está pasando mucho de Colombia. Esta telenovela cuenta al mundo de los narcos o se inspira en sus valores del todo vale, presenta a mujeres de silicona, hombres abusadores y música de ranchenato, narcocumbia, raspacorridos.

El fenómeno. Podemos esquematizar que hay la versión clásica de venganza con Pasión de Gavilanes; la versión femenina del asunto con La viuda de la mafia, Sin tetas no hay paraíso, Las muñecas de la mafia, Rosario Tijeras, Amor sincero; la versión macha con Los protegidos, El cártel, Soñar no cuesta nada, El capo, Pandillas, guerra y paz.

Los valores. Historias que celebran los métodos paralegales para ascender socialmente, la compra de privilegios y placeres, la moral de billete mata cabeza, la ética de que toda ley se puede torcer a favor de uno. Se celebra el triunfo express. Una cultura de billete, trago, ‘mujeresexo’. Y todo adobado con la moral católica.

Lo televisivo. Obras muy hechas en los libretos, mejor en la realización y con actuaciones contundentes. Su ritmo es frenético, su humor encanta, su exceso es alucinante, sus lenguajes realistas, sus escenarios reconocibles y sus músicas cercanas.

Lo popular. La narcotelenovela es exitosa porque representa la entrada en escena de la nueva cultura popular, esa del billete/consumo; esa que cuenta que el narco es el nuevo privilegio, la nueva forma de ‘superación’ y revanchismo social.

El escandalo. El Colombiano se queja de que la televisión «está de espaldas a la realidad», que la gente decente siente rechazo contra estas apologías de la cultura mafiosa y que eso es cosa del pasado. Un correo colectivo dice no más narconovelas, narcoseries y narcopelículas, no mas narcotelevidentes porque hay millones de personas ignorantes, carentes de personalidad y desafortunadas que ven en esos personajes modelos a seguir. El presidente de Panamá Ricardo Martinelli exigió que les cambiaran el horario de las telenovelas colombianas porque «están haciendo un gran daño a nuestro país porque que exaltan el narcotráfico, robo y atraco», y corrompe los ‘valores morales’.

Realidad. Medellín es donde más se ven estas telenovelas, luego no es cierto que estén en contra de ellas. Los televidentes no son tan tontos como dice el email colectivo. Panamá vive esta cultura narco en su vida diaria. Y para rematar en la Feria de Cali los héroes de la cabalgata eran el ‘Capo’ (Marlon Moreno) y Braulio (Fernando Solórzano) y en la Feria de Manizales le dieron las llaves de la ciudad a El capo.

Colombia. El narco es la marca Colombia porque aquí a todo le anteponemos el adjetivo ‘narco’, y llevamos más de 30 años viviendo en estos entornos de lo narco. Este boom de la narcotelenovela no significa que los colombianos seamos narcotraficantes sino que hemos adoptado para la vida diaria su modo de pensar, actuar, soñar y expresar.

Moraleja. Mirarnos en el espejo de las narcotelenovelas nos da un reflejo deforme del nosotros mismos, pero debemos dejar la doble moral y más bien preguntarnos por qué somos así y cómo podemos cambiar. ¿Por qué vivimos en la para.narco.ideología y en la para.legalidad? ¿Nos gusta cómo venimos siendo?
Publica El Tiempo
OMAR RINCÓN
CRÍTICO DE TELEVISIÓN
orincon61@hotmail.com

Suscribir
Twitter
Visit Us
Follow Me
YOUTUBE
LinkedIn
Instagram