Vicios privados e interés público
Publica Periodista Digital
Es un debate que apenas se da en España, porque la pusilaminidad de algunos jueces, la agresividad de muchos periodistas y la convicción de que la prensa jugó un papel clave en la transición democrática, embarullan todo. Pero en el mundo si se discute y con vigor la legalidad o ilegalidad de publicar una información que afecta a la vida privada de una persona. Los británicos lo tienen claro: si es verdad, de interés público y no rompe la confidencialidad aceptada en determinados empleos, la noticia se publica. La duda llega cuando hay que decidir qué es de interés público.
Walter Oppenheimer escribe este domingo un largo y detallado reportaje sobre el tema, a caballo de las fotos de la modelo Kate Moss esnifando cocaína que aparecieron esta semana en The Daily Mirror y después en casi todos los rotativos del planeta.
En el reportaje fotográfico extraído de una cinta de vídeo de una sesión de grabación del grupo de música al que pertenece el novio de la modelo, Pete Doherty, se ve a Moss extraer de su bolso una bolsa con gran cantidad de cocaína. La modelo esnifa hasta cinco rayas en esa cinta. Pete y algunos músicos también esnifan, beben y fuman.
La cadena sueca de ropa y perfumes HM, que primero apoyó a la modelo y acordó concederle una segunda oportunidad, cambió de opinión días después y decidió cancelar sus contratos para la próxima temporada. Lo mismo hicieron casas como Chanel o Rimmel, causando a Moss pérdidas multimillonarias. Además, la policía ha abierto una investigación porque el consumo de cocaína, heroína y otras drogas llamadas de clase A es ilegal tanto en público como en privado.
¿Tenía derecho The Mirror a publicar esas fotografías? «La privacidad está regulada a través del código de la PCC [siglas inglesas de la Comisión de Quejas de la Prensa] o a través de la ley que rige la ruptura de confianza», explica Imogen Haddon, asesora legal del diario The Independent:
«Cuando se investiga una posible violación de la privacidad se mira primero si efectivamente se ha violado esa privacidad y luego si eso se ha hecho en nombre del interés público. En el caso de Kate Moss hay un interés público porque es una rol model, ha hecho declaraciones previas diciendo que no se droga, ha firmado numerosos contratos y tiene un crío. Hay que buscar siempre un equilibrio entre el derecho a la privacidad y el derecho a la libertad de prensa, artículos 8 y 10 de la Convención Europea de Derechos Humanos. Y en este caso el peso se ha inclinado a favor de la libertad de prensa. Es curioso que el Mirror no enseñó las fotografías a Kate Moss antes de publicarlas y se arriesgó publicándolas. El tiempo ha demostrado que tenían razón. No fue así en el caso de Naomi Campbell, que el Mirror acabó perdiendo el año pasado».
En la ocación que cita Imogen Haddon, el Mirror publicó unas fotografías de la modelo acudiendo a una sede de Narcóticos Anónimos en Chelsea pese a que había declarado que no tomaba drogas.
«El tribunal entendió que la violación de privacidad no estaba justificada en ese caso porque al publicar las fotografías estaba impidiendo que Naomi Campbell sacara partido del tratamiento contra su adicción».
Aunque The Independent acepta que desde un punto de vista legal el Mirror tenía derecho a publicar el reportaje, el diario es de la opinión de que «hay demasiada intrusión en la privacidad en la prensa británica», según su redactor jefe Leonard Doyle.
«En el caso de Kate Moss hay mucha hipocresía», opina. «¿Por qué se aceptan fotografías del Rolling Stone Ron Wood tomando drogas pero no de Moss? Por supuesto hay que tener en cuenta su influencia en una parte de la juventud, pero no deja de haber ahí un doble rasero. Tampoco estamos con quienes presentan a Kate Moss como una víctima crucificada. A fin de cuentas es un adulto, ha tomado una droga de clase A en un lugar relativamente público y eso le ha de traer problemas con sus patrocinadores. Ha sido estúpida al tomar drogas enfrente de cámaras y micrófonos».
Explica Walter Oppenheimer en El País que la prensa británica no quiere una ley específica que regule el derecho a la privacidad, aunque los llamados diarios de calidad defienden en general un endurecimiento de la normativa para evitar excesos. En 1991 se creó la Comisión de Quejas de la Prensa, una iniciativa de la industria para autorregularse. La comisión se ha dotado de un código, que se revisa todos los años. De sus 16 cláusulas, 9 se refieren a la privacidad.
El marco legal se fundamenta básicamente en la ley de Libelo, que exige a los periódicos que demuestren la veracidad de las informaciones que afectan a la vida privada de terceros, además de que su difusión sea del interés público. El Daily Mail no pudo publicar hace casi dos años las acusaciones de contenido sexual de un antiguo sirviente del príncipe Carlos porque no podía defender su veracidad.
Los diarios tampoco pueden publicar historias que violan el secreto profesional. Son las llamadas «prohibiciones del viernes por la noche» porque suele tratarse de gente popular que pide al juez que prohíba a un dominical publicar determinadas revelaciones sobre su vida privada de empleados que han aceptado bajo contrato mantener la confidencialidad de la vida íntima de sus empleadores.
El juez dio la razón a Michael Douglas y Catherine Zeta Jones cuando un fotógrafo de la revista Hello! consiguió subrepticiamente fotos de su boda, que la pareja había vendido en exclusiva a OK! Sin embargo, el juez negó a OK! y a la pareja la multimillonaria indemnización que pedían. Pero la mayoría de los conflictos no llegan a los juzgados. La PCC investigó el año pasado 127 posibles violaciones de los artículos del código referidos a la privacidad y propició un acuerdo en todos ellos menos dos.