Por: Mario Morales
Se fue de vacaciones el presidente electo y pasó de agache con el espinoso tema del tercer canal de TV. Como candidato había dicho que “si estuviera en mis manos suspendería la licitación”. Frase para la galería. Había votos en juego.(Publica El Espectador)

Ya elegido, hubiese bastado una petición suya al presidente Uribe para que los comisionados aplazaran la licitación en aras de la transparencia, igualdad y hasta de las buenas maneras. Pero hizo mutis por el foro. Había mucho en juego.

Esa omisión deja huérfanos al huevito uribista de la confianza inversionista en términos de pluralismo y diversidad; de paso, deja la duda de si se antepusieron intereses particulares a los derechos de todo un país.

Sobre la mesa quedan la propuesta única del grupo Planeta y una larga lista de cuestionamientos: decisiones tomadas sin presencia del comisionado que representa a universidades y padres de familia; el dinero que recibe el Estado sería la mitad de lo que pagan los canales privados; falta de transparencia en fases del proceso licitatorio para cumplir con el caprichoso afán del gobierno saliente; contradicciones entre instancias como Procuraduría y Consejo de Estado, que ha insistido en que no es constitucional ni legal ni pluralista una subasta con un solo oferente, o críticas como la del ex comisionado Eduardo Noriega que califica el proceso como un imposible ético.

Y es que no puede ser bien visto que, entre tanta controversia y sin otras opciones, resulte ganando la familia y ex socios del presidente entrante, del vicepresidente saliente (que mantiene el “uno y pucho por ciento” de las acciones que, según él, no pudo vender) y de quienes mantienen intereses en uno y otro lado.

Así, el país se queda sin otra alternativa televisiva para recibir, como se prevé, un canal anticipadamente oficialista, mientras el periodismo reduce escenarios para voces críticas y fiscalización.

No extraña que el tema pase a segundo plano en el imaginario de este país bipolar que salta sin reato de la depresión a la exaltación, cuya nueva fase comenzó con la espectacularización del triunfo de Santos, seguirá en continuidad con su pomposa ceremonia de ascensión al poder y con la inauguración del medio que siga construyendo la ilusión.

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