EL REPORTAJE DE YAMID

Publica El Tiempo

Enrique Santos, en réplica a Mauricio Gómez, dice que la prensa nacional ha salido altiva del embate de los carteles. Considera que los políticos corruptos son un factor creciente de violencia, y la impunidad y la autocensura, una seria amenaza. México es hoy el líder en periodistas asesinados.

El domingo pasado publiqué en EL TIEMPO una entrevista con Mauricio Gómez, titulada ‘Ya no hay periodismo libre en Colombia, el narcotráfico acabo con él’.

Enrique Santos, quien me acogió en esta casa luego de mi abrupto retiro del Canal Caracol, me llamó con inocultable indignación, para protestar contra el titular y contra la ausencia de réplica de parte mía, frente a lo dicho por Mauricio. Me hizo saber que estaba pensando en escribir un editorial para refutar esa afirmación. Le propuse que cambiara la idea de una protesta editorial por una entrevista. Opinó que no concebía un reportaje al codirector de EL TIEMPO publicada en EL TIEMPO. Argumenté que no se la haría a él como directivo del periódico, sino al vicepresidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Aceptó.

¿Por qué su malestar por un titular que recogía una frase de Mauricio Gómez?

Porque tanto el titular como la correspondiente afirmación son absolutamente inexactos e imperdonablemente injustos. ¿Usted no recuerda que el 18 de diciembre del 86, al día siguiente del asesinato de Guillermo Cano, organizamos una protesta contra el narcotráfico sin precedentes en la historia del periodismo americano y mundial? Las marchas, el día de luto nacional y sobre todo el ‘apagón informativo’ de 24 horas que logramos, al dejar a Colombia todo un día sin periódicos y noticieros de radio y televisión, fueron el comienzo de una lucha que hoy sigue. Ese día nació una solidaridad de medios y periodistas para responder y defendernos de unos carteles del narcotráfico que no toleraban nuestro oficio. Con valor y dignidad, con sacrificio, sí, y pagando el precio con muchas vidas, logramos mantener libre a nuestra prensa.

¿Cuál era la misión de la protesta?

Decirle al país lo que significaba que la mafia de la droga siguiera asesinando periodistas y notificarle al narcotráfico que no nos iba a intimidar. Que nos tendrían que matar a todos para silenciarnos.

Y con esa protesta, ¿los narcotraficantes dejaron de amenazar y de asesinar?

Por supuesto que no; sabí- amos que la batalla era muy larga y difícil. Luego de esa jornada se hizo lo más importante: todos los medios de comunicación (incluidos Mauricio Gómez en 24 Horas y usted en Caracol) hicimos un pool de recursos para formar un equipo común que investigara y denunciara con nombres y apellidos todos los tentáculos del narcotráfico –que en esa época eran el cartel de Cali y el de Medellín– en el fútbol, la banca, la política… Durante tres meses publicamos, sin firmas, claro está, informes simultáneos en todos los medios. Esa fue una reacción sin precedentes de la prensa. En lugar de intimidarnos, pasamos a la ofensiva.

Pero siguieron asesinando…

Desgraciadamente, sí. Porque era la guerra contra los periodistas y los medios. Desde entonces, más de 100 periodistas han sido asesinados en Colombia por grupos vinculados al narcotráfico.

¿Por qué continuaron asesinando periodistas?

Precisamente, porque siguieron denunciando…

Pero en muchos casos, como el del mismo Mauricio Gómez, huyeron…

Cada quien tiene el sagrado derecho de salvar su vida. Unos se fueron, otros se callaron, otros se quedaron y otros murieron. Pero eso de decir que «ya no hay periodismo libre en Colombia, por el narcotráfico» es una afirmación dolorosamente injusta con la gente que murió, con quienes tuvieron que dejar a su país y con quienes se siguen yendo por haber sido honestos con las luchas que se dieron y se siguen dando. Yo aprecio y respeto mucho a Mauricio y me dolió en el alma el asesinato de su padre hace 10 años, pero una persona que vive hace 20 en París pintando no puede descalificar de un brochazo la lucha contra el narcotráfico que en el país han dado y dan los periodistas, muchos al precio de su propia vida. Me alebrestó pero sobre todo me entristeció que en mi periódico saliera una afirmación así. Por eso acepte su reportaje. También para dejar en claro que no compartí la actitud pasiva del entrevistador…

En un reportaje, las posiciones del entrevistado no son del medio ni de quien interroga. Son de quien responde….

Pero a veces al que interroga se le olvida contrapreguntar. Y los editores del medio escogen titulares absurdos. Yo habría destacado otros aspectos muy relevantes que dijo Mauricio sobre el periodismo y sus desafíos frente a Internet, la telefonía celular o los conglomerados económicos, por ejemplo.

¿La presencia amenazante del narcotráfico contra la prensa se reduce a Colombia?

Para nada. En Dublín o en Beirut, en Nueva York o Kabul, en Roma o La Paz, destacados periodistas han sido asesinados por denunciarlo. Somos los que más lo hemos padecido, sin duda, pero hoy, México la sufre peor. Nos desplazó hace dos años como país líder mundial en periodistas asesinados por el narcotráfico. Usted no se imagina el clima de violencia, terror y miedo que viven los periodistas del norte de México. Los carteles de la droga de la frontera con Estados Unidos, los de Sinaloa, Nuevo Laredo, Tijuana y Ciudad Juárez, son tan poderosos como brutales y sus ataques a la prensa crecen todos los días.

Como será la cosa que hace dos meses pidieron la ayuda de la SIP y organizamos un gran encuentro de editores en la ciudad de Hermosillo, donde uno de los temas fue analizar la experiencia de la prensa colombiana frente al narcotráfico. Me invitaron a hablarles del tema y al final se firmó la ya célebre Declaración de Hermosillo, en la que más de 20 directores y propietarios de diarios del norte de México se comprometen a integrar equipos especiales de investigación sobre los carteles, a publicar conjuntamente todos los informes, a compartir recursos. Acciones directamente inspiradas en lo que aquí hicimos.

¿Y lo van a hacer?

Están comenzando y espero que continúen. Pero, por algo han tomado el ejemplo de lo que hizo el periodismo colombiano cuando los carteles querían castrarlo a punta de amenazas, asesinatos y bombazos. Es mucho lo que hemos logrado y aprendido en este terrible proceso que no termina, porque el narcotráfico continúa y cambia de caras. Y sobre la actitud de nuestros periodistas frente a esta amenaza permanente, le doy un ejemplo muy reciente: EL TIEMPO se acaba de ganar el Premio Simón Bolívar. ¿Por qué? Por una serie de informes sobre el fenómeno del paramilitarismo y su penetración por el narcotráfico.

Lo más preocupante hoy es que, a pesar de que ha bajado el asesinato y secuestro de periodistas, en las zonas de conflicto armado ha crecido la intimidación, la amenaza y, por consiguiente, la autocensura. Los periodistas de provincia que tienen una pequeña emisora regional o un modesto periódico simplemente prefieren no hablar de ‘paras’, guerrilla, ni capos…

¿Por qué dice usted, entonces, que la prensa ganó la batalla si con su definición la estamos viendo perdida? A la gente la silencian…

Lo que digo es que existe un fenómeno de autocensura en determinadas zonas. Eso no quiere decir que no exista periodismo libre en el país. Estamos combatiendo de frente la autocensura. Existen sistemas de alertas tempranas, redes de entidades en defensa de la libertad de prensa. No solamente la SIP. Está la Fundación Antonio Nariño, la Flip (Fundación para la Libertad de Prensa), Reporteros sin Fronteras, Medios para la Paz. Existen intimidación y autocensura, sí, pero reitero que el narcotráfico no acabó ni acabará jamás con la libertad de prensa en Colombia. Y me duele esa tendencia de muchos colegas a descalificar el periodismo que se hace hoy. Acabo de leer a Germán Castro en Credencial diciendo que «hoy se hace en Colombia el peor periodismo de los últimos 50 años…». ¡Qué juicios tan olímpicos y arbitrarios! Desconocer lo que hoy se hace, los avances de todo tipo, el trabajo digno en medio de una violencia impresionante y una corrupción monstruosa, de la competencia de los medios internacionales.

Pero la batalla contra las amenazas no se ha ganado…

Cierto. Las amenazas siguen. Guerrilleros y paramilitares aprendieron los métodos de la mafia. ¿Y quiénes empezaron a pescar en ese río revuelto? Los políticos corruptos. Un factor de violencia creciente en los últimos cinco años es el de los políticos corruptos que, aprovechando el fuego cruzado de ‘paras’ y guerrilleros, comienzan a cobrarles cuentas a los periodistas que los han denunciado.

Pero la violencia en sí del narcotráfico contra la prensa rebajó…

Sí, significativamente. En gran medida por la posición firme de una prensa colombiana que ha salido altiva de esta guerra y que hoy sigue libre a pesar del pavoroso embate del narcotráfico… El problema ahora esta más focalizado en zonas donde ‘paras’ o guerrilleros o políticos vinculados con ellos no les gusta tener emisoras o periodistas locales que les lleven la contraria.

Mencionó antes el poder de los grupos económicos. ¿Es intimidatorio?

Las grandes corporaciones económicas, que se dan cuenta del poder que engendra tener medios de información, están generando en todo el mundo un fenómeno de concentración muy preocupante. Y conflictos de interés para publicaciones tan respetadas como Time en Estados Unidos, que ya es de Warner o Paramount; o la CBS, de Westinghouse; o Le Figaro en París, de la firma aeronáutica Dassault. La gente se pregunta cuál es la independencia de esos medios para fiscalizar al gran capital.

¿Y EL TIEMPO no es un conglomerado?

No. Un conglomerado reúne a grandes empresas que tienen actividades muy diversas, como cerveza, gaseosas, banca, seguros, petróleo, medios, etc. El TIEMPO es una empresa esencialmente periodística que está en el multimedia. Si se queda como un periódico solamente impreso, está condenado a desaparecer, como está pasando en todo el mundo, en donde todos los días muere un periódico. Y es que un negocio cuya materia prima es un árbol que nace en el Canadá y se demora 30 años en crecer; se transforma en rollos de papel, que se traen en barco, y luego en trenes y camiones, para meterlo en enormes rotativas operadas por centenares de personas para sacar un periódico y volverlo a mandar en camiones, aviones y satélites por todo el país, es un proceso con fenomenales costos de producción, comparados con la televisión, la radio o Internet.

Por eso, nuestro diario se ha diversificado y expandido a la multimedia: hoy, eltiempo.com es consultado a diario por más de 900 mil personas, tenemos Citytv, Portafolio, Hoy y periódicos regionales. Todo dentro de la actividad de la información.

Pero si EL TIEMPO se deja comprar por una cervecería o vende la mitad de sus acciones a un banco, perdería el alma. Cometimos hace unos años el error de tratar de garantizar nuestra independencia económica con inversiones que nada tenían que ver con el periodismo. Ya estamos saliendo de todo eso.

¿Qué otra amenaza enfrenta hoy el periodismo en nuestro país?

La impunidad. No vale la pena estar gritando en todos los foros que nos están matando, si todos los asesinatos quedan impunes. Cómo es posible que al subdirector de La Patria, Orlando Sierra, lo hayan asesinado hace casi 4 años, a las 12 del día, en la plaza central de Manizales frente a su periódico, hablando con su hija; que capturen 2 minutos más tarde al sicario con un revólver aún humeante y que hoy sigan campantes los autores intelectuales.

¿Ni siquiera se sospecha? Hay más que sospechas. Todos los indicios apuntan a sectores políticos que Orlando venía denunciando en su columna. Pero ahí siguen frescos y libres. Es un ejemplo aterrador de impunidad y de inoperancia de la justicia.

En el país persiste una siniestra trilogía de narcoguerrilla, narcoparamilitares y políticos corruptos. A ninguno de esos poderes le gusta tener una prensa libre que está denunciando la corrupción y descubriendo los entuertos. Tenemos que enfrentar esta realidad sin derrotismos y sin echarle la lápida al periodismo libre. Si no han podido los ‘narcos’, ¿por qué lo vamos a hacer nosotros mismos?

Opine en www.yamidamat.com.co

YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO

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