Publica Revista Credencial

Patricia Lara Salive y Germán Castro Caycedo, expertos en periodismo, reflexionan sobre el tema

Con un estilo diferente, cada uno plasma en los libros la esencia del ejercicio que ambos han practicado durante todas sus vidas.

Mientras a Castro lo obsesionan las historias salidas de la reportería viva, Patricia Lara inventa una historia/ficción de amor y sexo en medio de la guerra.

Patricia Lara
‘En Colombia, a veces la ficción muestra mejor la realidad que el periodismo’

El matemático Carlos Lemoine, que no parece ser el hombre calculador de las encuestas, está casado hoy con una, dos o tres esposas a la vez, y acaso hasta con cuatro o cinco en los fines de semana.

Una de ellas es próspera empresaria, la otra es escritora, la de acá exporta pollos, la de más allá es cantante de coros… Y, sin embargo, no habría que consultar al doctor Lemoine –director del Centro Nacional de Consultoría– para confirmar que todas esas mujeres, bellas e inteligentes, son en realidad una sola: Patricia Lara Salive, su compañera desde hace diez años, y una bogotana que acaba de presentar su primera novela Amor enemigo, después de haber sido defensora del lector en el diario El Tiempo, exportadora de garras de gallina, copropietaria de la revista Cambio, dueña de una escuela de enseñanza de inglés, miembro de la comisión facilitadora de paz con el Ejército de Liberación Nacional, vendedora de helechos, integrante del coro de padres del Gimnasio Moderno, concejal de Bogotá, madre de una adolescente poetisa… El doctor Lemoine es un polígamo virtual.

Pero es que era muy difícil no terminar enamorado de una de esas Patricias Lara, por separado, o de todas al mismo tiempo. Él la conoció cuando ella era presidenta de la revista Cambio16 Colombia, a mediados de la década de los 90, y cuando su pasión de la época era el periodismo.

La ventolera de tener un medio de comunicación la había atrapado cuando se enteró del fracaso de un negocio entre Julio Mario Santodomingo y Juan Tomás de Salas para hacer la edición colombiana de la revista española, a comienzos de 1993, y ella se dio cuenta de que era una oportunidad a la que podría invertírsele tiempo y dinero. Y no se equivocó: seis meses después, con ella y otros socios a la cabeza, la publicación se estrenó con un éxito inusitado en Colombia, quizás al contrario de lo que pensaban aquellos dos magnates arrepentidos.

Al lado de sus múltiples vocaciones, una suerte de clarividencia empresarial parece haber acompañado siempre la vida de Patricia Lara. “Tal vez se la debo a mi papá

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