El objetivo es intimidar. Y luego adornarlo para que no lo parezca. Lo demuestran los múltiples intentos de remontar la ley mordaza con la que se desvelan Juan Gómez Martínez y asociados como si fueran ejemplares lupinos mientras cuentan ovejitas. Ese proyecto no pasará¡ en sus primeros debates porque su objetivo no es llegar a ser ley sino enrarecer el ambiente en torno al periodismo de opinión, uno de los pocos cabos que andan sueltos en estas latitudes.
Como es intimidante escuchar que los armados ilegales (así estén negociando) tienen corresponsales que les informan vía celular, es decir, en vivo y en directo los aconteceres de los foros donde el periodismo es objeto de reflexión; como cuentan que pasó en el que recientemente organizaron la embajada estadounidense, el Ministerio de Defensa y el Canal RCN. Intimidante como decepcionante, si es cierto que esos informantes fungen como periodistas ante sus colegas.
¿Cómo se puede interpretar el llamado urgente que también vía teléfono y sobre el cierre del Foro acerca del proyecto de Injuria y Calumnia organizado por la Federación Internacional de Periodistas, le hizo (según contó el mismo «invitado») el presidente del CPB (que hasta donde sabíamos era un agremiación de periodistas con el rótulo de círculo, esto es de comunidad) a Pedro Juan Moreno porque uno de los ponentes lo mencionó en su disertación?
El problema no es que dejen jugar a Moreno en este tipo de escenarios (quizás más que otros se ha ganado el derecho a hacerlo con su publicación y sus revelaciones que hasta donde sabemos no han sido rectificadas) o que no tenga derecho a rebatir tesis, sino que aparezca así intempestivamente, sin invitación expresa, como él mismo lo señaló, y más grave aún, que sea por el llamado del máximo directivo del CPB que, sobra decirlo, no era convocante sino orador.
Que no se desgaste más Juan Gómez. Con esos colegas, ¿ para qué más leyes?