No hay ninguna duda. No debe haberla. El personaje del año en Colombia y en buena parte del mundo, es , como dicen los periodistas deportivos, de lejos, la impunidad.
Durante estos meses se paseó oronda por las negociaciones, acercamientos, conversaciones y todo tipo de intríngulis semánticos en que nos metió el Alto Comisionado para dejar en el aire esa sensación de que los paramilitares no sólo no debían nada sino que además la deuda estaría a cargo de la sociedad si no aceptan, como él, y como el resto del gobierno, las condiciones que con fusil al hombro impondrán hasta que tengan la patente de corso para dar impunemente su salto social.
Como impunemente siguen pasando de agache en las investigaciones, publicaciones y recordaciones sobre sus gobiernos y sobre sus actos (que empequeñecieron el còdigo penal), los expresidentes de la república que creen, que siguen pensando en su laberinto que, no obstante sus campañas dolosamente financiadas, y tomas y retomas de sus palacios calcinados, aún no han hecho lo suficiente por esta Patria, que obviamente los tiene merecidos.
Impunemente hemos visto salir de la cárcel, de los sumarios, de las investigaciones, del ojo del huracán a quienes hicieron fiesta y fiasco del fisco, desde sus cargos públicos, que como lobas romanas amamantaron su imperio de acciones petroleras sonsacadas, de contratos arreglados de toallas, de alimentos para regimientos, de aviones del siglo pasado, de caballos de paso fino, de transmilenios símbolo de conejos, de lozas y puentes construidos impunemente noventa y dos veces.
Sí, haciendo gala de sus hazañas se pasean disfrazados de Yidis y Teodolindos (sin duda el atuendo del lustro), senadores, magistrados de la Corte Constitucional, directores del Dane, directores del DAS, jefes de propaganda, tesoreros, viceministros, investigadores de masacres, fiscales en casos de fuego amigo, cómplices de terrorismo de estado que saben que aquí pasa de todo pero que al final no pasa nada.
Como lo saben en los reinados retorcidos y anticuados, en los concursos manipulados, los defraudados aficionados al fútbol, los maquilladores de encuestas, los asesores de autoatentados y los periodistas asustados y autocensurados.
Lo peor de todos es que impunemente los personajes del año en los titulares de prensa, en los resúmenes y en los balances acostumbrados serán otros. Prueba reina de aquí estamos condenados, sin otra oportunidad sobre la tierra, a vivir cien años de impunidad.

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