Publica El Tiempo en su Editorial
Hoy hace exactamente cuatro años, a la 1:50 de la tarde, Orlando Sierra, el subdirector del diario La Patria de Manizales, recibió tres disparos en la cabeza de manos de un pistolero cuando, en compañía de su hija, se disponía a entrar al diario en el que había trabajado por veinte años. Dos días después, murió. Pese a que el sicario y otros dos autores materiales fueron capturados y condenados y a que hay serios indicios contra los autores intelectuales, estos siguen hoy tan campantes.
Al igual que muchos buenos colegas, Orlando Sierra era todo un intelectual, filósofo y escritor, y denunciaba con valor la corrupción y los malos manejos de la política en su región, a través de la columna dominical –Punto de encuentro– que escribió por casi una década. Lamentablemente, su muerte no es una excepción. Con él, son 54 los periodistas asesinados en Colombia por claras razones del oficio desde 1987. Casi todos, impunes.
Su caso es particularmente preocupante. No solo por tratarse de un destacado periodista, querido y respetado, del principal medio de Caldas, asesinado en el centro de una capital departamental, y cuyas últimas denuncias tenían nombres y apellidos. Sino por las circunstancias de la investigación, que el fiscal Luis Camilo Osorio prometió que llegaría hasta el fin.
Luis Fernando Soto, el sicario que disparó, fue detenido muy pronto; confesó y fue condenado a casi 20 años. En mayo pasado, quienes le pagaron –Luis Miguel Tabares (‘Tilín’) y Luis Arley Ortiz (‘Pereque’)– recibieron cada uno 28 años. El juez le dijo a la Fiscalía que existen pruebas para vincular a otras personas con nombres y apellidos, apuntando al político local Ferney Tapasco, implicado por testigos como presunto autor intelectual. Nueve de esos testigos han sido asesinados. Y hoy, pasados cuatro años desde el asesinato de Orlando Sierra, el nuevo Fiscal está ante el desafío de que lo prometido por su antecesor no se quede en letra muerta.
¿Por qué la Fiscalía, que capturó y logró la condena de los principales autores materiales en el caso de Orlando Sierra, no ha dado el obvio paso siguiente que es llegar a quien está detrás de todo? ¿Y por qué en casi todos los demás casos las investigaciones no arrojan ni siquiera detenidos, no se diga autores intelectuales?
Si bien los homicidios de periodistas en nuestro país han disminuido (frente a siete en el 2003 y tres en el 2004, en el 2005 hubo dos: Julio Hernando Palacios, de Cúcuta, y Hernando Marné Sánchez, de Tuluá), las amenazas son numerosas. Desde que empezó la campaña electoral, van siete, casi todas de parte de paramilitares. Algunas, como la intimidación contra Daniel Coronell y su familia, han provocado el exilio de periodistas.
Recientemente, han tenido lugar hechos alentadores. Después de una denuncia de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA por la escandalosa impunidad en el caso del periodista Nelson Carvajal, asesinado en Pitalito (Huila), el 16 de abril de 1998, el Estado colombiano firmó con la SIP un acuerdo para establecer responsabilidades y revisar el caso. La Fiscalía, por su parte, ha aceptado reactivar otros 15 procesos. Ojalá estas decisiones arrojen resultados.
Si en algún caso debería haberlos, es en el de Orlando Sierra, pues la justicia tiene elementos para dar ejemplo y encarcelar a los autores intelectuales. En Colombia matan periodistas, y eso es muy grave. Pero que raramente se ponga en la cárcel a sus autores materiales e intelectuales es tanto o más grave. La Fiscalía está en mora de sentar un precedente.