Julián González *
El periodismo biográfico escrito, al menos en Colombia, consideraría una amplia diversidad de productos periodísticos susceptible, sin embargo, de cierta tipologización y clasificación. Los periodismos biográficos se distinguen de la biografía, la autobiografía y la novela biográfica porque recrean y narran apartes de vidas pasadas y presentes ateniéndose a las regulaciones del discurso periodístico, en tanto «discurso» informativo sobre la actualidad publicitada. No es la vida personal, sino la narración de vidas con el propósito de iluminar una porción de eventos de actualidad o, en el otro extremo, es la narración biográfica sobre personas que la actualidad mediática ha puesto en el centro de la escena1.
Para esta parte del estudio, he seleccionado notas de prensa nacional (El Espectador y El Tiempo) y regional (El País) publicadas a lo largo del 2000 y 2001. También he analizado documentos periodísticos en formato libro, publicados en la década del 90. Si me atengo a esta demarcación en el tiempo se debe a dos razones: en primer lugar, porque de acuerdo a la periodización sugerida, al final de los 80 y comienzos de los 90 la prensa nacional (revistas y periódicos) se ve forzada a ampliar o al menos estabilizar su mercado de lectores, pues el grueso de la inversión publicitaria en medios de comunicación de masas se empieza a desplazar hacia la televisión y la radio. Este viraje, este retorno a los lectores es un modo de estabilizar e incrementar los ingresos de la empresa periodística, y un modo de ofrecer consumidores adecuados a los anunciantes captando principalmente lectores en los estratos medios y altos de la población. La biografización del periodismo es una de las vías de recuperación del vínculo entre la prensa y la experiencia social y subjetiva de las capas medias urbanas en crisis. En segundo lugar, por razones prácticas me he concentrado en un número reducido de diarios y publicaciones de los últimos dos años porque el volumen de muestras de «periodismo biográfico» resulta enorme, y se trataba de hacerse a un corpus cuando menos clasificable.
Menos que un análisis, lo que propongo entonces es una clasificación de tipos de periodismo biográfico en Colombia, de acuerdo a la naturaleza de los textos, el talante de las estrategias discursivas y narrativas, las temáticas tratadas y las funciones de la información que, como he dicho antes, son la información misma. Para adelantar la clasificación operé a partir de una rejilla de registro y anotaciones en que consignaba una descripción mínima del documento periodístico, las operaciones expresivas y narrativas básicas, indicios de firma, marca y prestigiamiento del periodista, y anotaciones complementarias2. Los cinco tipos de periodismo biográfico que describo a continuación consideran varias modalidades, esto es, variaciones del tipo. El lector podrá encontrar en las notas al final del texto extractos de algunos de los textos del corpus.
Tipo 1. Homenaje a las vidas memorables y la recreación nostálgica del pasado
Esta clasificación considera las modalidades de periodismo biográfico en que el acento está puesto en la «narración biográfica» menos interesada en la actualidad, y más en el para siempre, para la posteridad. Se trata de narrar la vida para hacer de ella una pieza duradera de la memoria. Son monumentos biográficos que aspiran a conservar, como en museo, indicios de vidas «pasadas» o «en desaparición». Son una suerte de registro a favor de la memoria y la duración: a veces como perfiles y retratos, como narración de trayectorias profesionales, como testimonios y relatos de vida, como entrevista intimista y personales, como confesiones3.
1. Vidas ilustres, genealogías y tanatobiografía: lo que define esta modalidad de periodismo biográfico es, definitivamente, su aspiración explícita a «hacer memoria perdurable», construir «monumentos» y «anclas temporales». Son esfuerzos orientados a recrear una vida a partir del reconocimiento de sus orígenes (familiares, eventos infantiles, lugares significativos, hitos decisivos en la vida), sus trayectorias profesionales y públicas, y el testimonio–memoria de conocidos, familia, allegados, parientes, compañeros o del propio homenajeado. Entonces, el «homenaje» constituye el propósito central del documento, y el discurso–memoria es la forma de hacer «duradera» y «ejemplar» la vida narrada. Para ello es frecuente recurrir a marcadores de pasado y pátinas simbólicas: fotografías del álbum familiar, mención a la trayectoria profesional, fotos sepiadas, descripciones de escenarios y escenas del pasado, recuerdos y anécdotas, lo que permite acentuar el efecto de larga duración, de herencia histórica acumulada, de tiempos idos4. Este tipo de documentos periodísticos es activado por eventos específicos: la muerte del personaje o la desaparición/crisis de la institución, un premio especial, una celebración aniversaria o un proyecto periodístico especial5. Se ocupa particularmente de personajes e instituciones de prestigio público (figuras de medios de comunicación, personalidades políticas y funcionarios públicos de altas esferas, instituciones y figuras del campo cultural, religioso, artístico; viejas personalidades del espectáculo). En este discurso–homenaje no hay revelaciones que pongan en duda o vulneren el prestigio de la institución o persona, y a lo sumo las anécdotas sin mayor trascendencia moderan el tono marcadamente pomposo de este tipo de documentos. Las anécdotas son recursos narrativos destinados a destacar rasgos positivos en el carácter del personaje homenajeado, como la capacidad de trabajo, la firmeza de carácter, la solidez de sus convicciones y principios, la honestidad, el compromiso social, la calidez. Y a diferencia de las páginas sociales de los diarios, en que se interpela y compromete básicamente a los familiares y allegados del homenajeado o los participantes de la celebración, el discurso–homenaje de la tanatobiografía, la genealogía y el retrato ilustre, intenta construir y destacar «la relevancia» del sujeto en el terreno en que se desempeñó públicamente; celebra a la institución por sus contribuciones en el campo, y le hace un sitial a la familia homenajeada en relación con las élites de la vida social, económica, cultural y política6. Es decir, se narra de modo tal que se afirme entre los lectores el aprecio, gratitud o admiración ritual al homenajeado, aunque les sea desconocido. Para decirlo de un modo directo, a diferencia de la siguiente modalidad, ésta celebra «el prestigio», es decir el reconocimiento selecto que le hacen a la persona o institución homenajeados, los especialistas del campo, del gremio, del grupo social al que pertenece. Pero también celebra el «carácter», esto es los rasgos sobresalientes y duraderos de la personalidad, construidos a lo largo de la vida7. En cambio, la siguiente modalidad destaca la fama y la «popularidad», es decir el reconocimiento y sitial del sujeto en la cultura de masas.
2. Retratos de personajes y glorias pasadas: Esta modalidad del periodismo biográfico se ocupa, fundamentalmente, de los hombres y mujeres popularizados a través de espectáculos y ámbitos fuertemente mediatizados, en particular la música popular, los deportes y, por supuestos, los propios medios de comunicación. Con variaciones menores, se atiene al modelo más convencional de «biografía», aquel que expone la vida como trayectoria parabólica (ascenso y caída), y retrata básicamente la infancia del personaje (con sus marcas y predestinaciones8), las adversidades y luchas por sobresalir, la edad de oro y sus triunfos, y la declinación, con sus fracasos, ruina, vejez y muerte. En sentido estricto, esta modalidad de periodismo biográfico es un movimiento de reactualización del pasado frente a los riesgos de olvido provocados por el incesante flujo mediático, que rápidamente abandona a los que tuvieron su cuarto de hora ayer. Se destacan en estos relatos, en este homenaje a la fama perdida, los rasgos de su personalidad excepcional y la relación de triunfos. Y si la primera modalidad de periodismo biográfico pone el énfasis la «trayectoria en el campo» del homenajeado, en esta resultan menos relevantes los detalles específicos de su vida profesional, y más el anecdotario de su vida personal. Aquí las anécdotas no sirven para «hacer más cálido el retrato», sino para afirmar la personalidad –muchas veces rica en contradicciones y defectos– del personaje9.
3. Relatos sobre los viejos oficios, lugares idos y viejos modos de vivir: A veces soportada en la evocación, lo característico de esta modalidad de periodismo biográfico es el énfasis en el reconocimiento de saberes, oficios y prácticas en extinción. Estamos ante el periodismo que, narrando espacios y vidas, aspira a construir una suerte de «museo de la vida de antaño». No se trata, en sentido estricto, de larga memoria, sino más bien de aquello que sólo ayer hacía parte del entorno cotidiano de los sujetos de la evocación. Ni tan viejo como para ser historia lejana, ni tan reciente que no permita activar nostalgias10. En general, las evocaciones giran en torno al mundo urbano y las rutinas cotidianas, los oficios, en las pequeñas poblaciones y ciudades de antaño. Son nuestros contemporáneos «cuadros de costumbres», pero ahora referidos a la escena urbana de la primera mitad del siglo XX. Inevitablemente se cruzan «descripciones de escenarios» con el anecdotario del vivir diario y las viejas formas del trabajo11. Los viejos oficios o sus reactualizaciones también aparecen esta modalidad de periodismo biográfico12. Hay por supuesto algunos activadores de estas piezas del «museo del pasado vivir»: los aniversarios de eventos históricos recientes, las obras o fenómenos que transforman el paisaje urbano, las celebraciones especiales, las campañas públicas gestionadas por instituciones y medios de comunicación.
4. Las conversaciones, apuntes y comentarios de la memoria: lo que caracteriza esta modalidad de periodismo biográfico son dos rasgos: en primer lugar, domina el relato la perspectiva y visión de los testigos, protagonistas o directos implicados en los eventos narrados y, en segundo lugar, se trata de la puesta en público de un tipo de discurso y saber –muchas veces controversial– que se ofrece como modo de comprender el presente o entender algunas claves del pasado reciente. Estamos ante un discurso que se presenta como la voz de la experiencia, el saber que venido del pasado puede ayudarnos a comprender la vida actual y, en particular, las crisis contemporáneas, la conflictividad nacional, las transformaciones ruinosas en los modos de vivir, el impacto de una determinada generación sobre la vida contemporánea, la naturaleza de eventos y hechos polémicos del pasado. Este discurso de un testigo o una figura clave implicada en sucesos del pasado, ofrece perspectivas y criterios para reinterpretarlos. También rinde lecciones para repensar la actualidad. Estamos ante una auténtica rendición de cuentas, ante auténticas batallas simbólicas y discursivas destinadas a fijar el sentido y valor de estos eventos y coyunturas en la historia reciente del país13; y ante esfuerzos por extraer lecciones para el futuro. Un periodismo de confesiones y aclaraciones históricas, de interpretaciones y valoraciones del pasado, y de lecciones y aprendizajes para el futuro14: eso define a esta modalidad de periodismo biográfico.
Tipo 2. La actualidad biografiada
A diferencia de la clasificación anterior, en que lo biográfico simula duración, posteridad y memoria, en este tipo de periodismo biográfico se invierten los términos de la ecuación: el dispositivo biográfico está al servicio de la «humanización» de la agenda informativa de la actualidad, de la agenda noticiosa. Eventos y sucesos de la actualidad informativa reconstruidos desde el dispositivo narrativo (auto)biográfico15 o apelando a la voz de un «personaje» en que cristaliza un relato «cálido» sobre actualidad informada. Esta lógica –biografización de la actualidad– también operará en el siguiente tipo de periodismo biográfico, pero se diferencia en un rasgo esencial: el énfasis en la voz de los protagonistas/antagonistas de los sucesos documentados. La biografización de la información de actualidad opera trabajando, centralmente, las perspectivas de quienes están autorizados a hablar, a poner ejemplo, a explicar, por su condición privilegiada de agentes propiciatorios del fenómeno informado. Su protagonismo y su caso los autoriza a narrar, comentar, discutir y explicarse públicamente sobre los eventos informados16.
1. La entrevista–conversación, la crónica y el retrato con el personaje de actualidad. Escrito para la actualidad y atado a los vaivenes del momento, este periodismo biográfico debe apelar intensivamente al testimonio recogido a través de la entrevista. La palabra hablada del informante (protagonista/antagonista) domina el texto, ya sea bajo un género dialógico–apelativo como la entrevista o en géneros expresivo–testimoniales como la crónica y el perfil o retrato. La puesta en escena fotográfica suele desempeñar un papel fundamental para afirmar la actualidad y primicia del relato. Si la fotografía en el primer tipo de periodismo biográfico opera como «pátina simbólica»; aquí desempeña la función de «actualización visiva», esto es, constituye la fotografía del «instante célebre» (cuando se trata de registros del momento de premiación) o del rito mediático (entrevista/conversación)17 que hizo posible el documento periodístico. Este tipo de periodismo enfatiza en la experiencia emocional y subjetiva de los protagonistas, y el entorno cotidiano de sus vidas. El énfasis en la cotidianidad y la subjetividad18 constituye el modo en que «se humaniza» la información de actualidad19. Se apela a diferentes procedimientos de intensificación de los relatos: el debate, el suspenso20, el drama21. Esta modalidad de periodismo biográfico afirma el mito, el ídolo y el ícono mediático, proyectándolo en la pantalla y la escena informativa de modo tal que se destacan su estatura y relevancia en la iconografía global22, y su origen nacional23, como ocurre con Shakira en el mercado de la música mundial, o Juan Pablo Montoya y el mundo del automovilismo planetario; o se presentan los rasgos de personalidad que los hacen singulares, especiales y únicos24; se promueven su genialidad y brillo como artistas, científicos, escritores, creadores; o se presenta el tipo de proeza y heroísmo que implica la gesta del personaje, como en los expedicionarios colombianos al Everest o en las actuaciones destacadas de los deportistas y sus batallas contra la adversidad25. Entonces, vale la pena destacar las características dominantes de esta modalidad de periodismo biográfico: su articulación fuerte con la actualidad informativa, el énfasis en la voz–testigo del protagonista/antagonista, y la destacada presencia de rasgos de singularización biográfica que permiten recrear al personaje como ícono mediático, héroe, genio creador, destacado deportista, notable figura política.
2. Los biografismos como ilustración educativa de temáticas actuales. Pequeñas crónicas biográficas, pequeños retratos, breves historias que se emplean con creciente frecuencia en el periodismo para hacer comprensibles ciertos fenómenos de actualidad que afectan, en principio, a una porción importante de los ciudadanos: esta modalidad de periodismo biográfico usa «casos modelo» para ilustrar informes analíticos sobre economía y finanzas, salud y ecología, educación y trabajo, y para favorecer un cierto vínculo empático con los lectores a través de esa biografía que se ofrece como espejo respecto a la cual contrastar y comparar la propia vida. La historia de la chica adolescente que derivó en bulimia o anorexia, la del empresario exitoso que quebró con la repentina revaluación del peso, la del joven que está a punto de morir porque nunca tuvo precauciones para evitar el contagio de HIV, son algunos ejemplos de cómo problemáticas sociales informadas en prensa se ponen en escena usando vías biográficas.
Tipo 3. La biografización de la información desde las experiencias límite: víctimas, vidas en riesgo, vidas al margen, vidas exóticas
Una poderosa corriente del periodismo biográfico se ocupa de narrar la vida desde los límites extremos y extraños. La vida leída desde sus hendiduras, a veces las exóticas, en otras ocasiones las que procuran la barbarie y la guerra, más allá las de la pobreza y la discriminación social, y muchas veces las del anecdotario de la vida cotidiana. En todos los casos, se apela al testimonio, relato y la perspectiva de los testigos–víctimas en escena. Pueden distinguirse cuatro modalidades en este tipo de periodismo biográfico, teniendo en cuenta el sujeto recreado por la biografización de la información. En primer lugar, los ciudadanos víctimas, testigos y sobrevivientes de la violencia homicida. Se narra la violencia homicida que generan no sólo los actores armados del conflicto (militares, paramilitares y guerrillas) y las organizaciones criminales (sicariato, bandas y pandillas, grupos de atracadores, narcotraficantes), sino también los sujetos comunes, en las agresiones entre vecinos, en la violencia doméstica y familiar, en el acoso sexual, en las violaciones, en el maltrato y abandono infantil. En segundo lugar, las víctimas de algunas «epidemias sociales», recreadas por el relato periodístico como desviaciones o alteraciones «no criminales» de la conducta social: adicciones –incluidos la drogadicción, el alcoholismo–; enfermedades de alta visibilidad mediática como el SIDA, cáncer, anorexia y bulimia, alzheimer, mal de parkinson, ceguera, sordera, disfunciones sexuales, esterilidad, mutilaciones y parálisis del cuerpo; los accidentes de tránsito y sus secuelas; y las dolencias psicosociales como la depresión, el estrés, la paranoia o las crisis emocionales de la adolescencia, la infancia o la vejez. En tercer lugar, las víctimas de la desigualdad y exclusión social: marginalidad económica y social, discriminación social a través del racismo, el sexismo, la homofobia; explotación del trabajo infantil; exclusión del sistema escolar y de salud por la ausencia de inversión pública, o el ‘abandono estatal’ de las zonas marginadas y pobres del país. Y en cuarto lugar, los exotismos de la vida cotidiana y el cotidiano de las vidas exóticas.
Las víctimas de la violencia homicida, las víctimas de patologías y enfermedades de alta visibilidad mediática, las víctimas de la desigualdad social, y las vidas curiosas o lo extraño en las vidas cotidianas, aparecen recreadas en este tipo de periodismo biográfico, que desempeña una función estratégica de «humanización» de la información periodística (información con sensibilidad social), propiciando una suerte de empatía terapéutica entre los lectores y los sujetos narrados y recreados por el periodismo biográfico. Este tipo de periodismo también favorece una suerte de «examen en detalle y en singular» de fenómenos sociales muy trabajados por los media; y permite «visibilizar» escenarios, grupos y fenómenos sociales no advertidos por las agendas informativas y públicas.
1. Víctimas de las guerras y las violencias homicidas. «Noticia de un secuestro26», «Secuestrada27» o la reciente serie periodística «Secuestro28» constituyen algunos ejemplos de esta avanzada de «periodismo biográfico» y «autobiografías» sobre la actualidad informativa, que sitúa el punto de vista de las víctimas y su memoria de la experiencia brutal de la guerra como fórmula de abordaje y recreación narrativa29. Es relevante notar cómo esta modalidad de periodismo ha desarrollado una técnica muy particular de instalación de agendas y temas sociales en la esfera de medios, apelando a la dramatización biográfica que ofrece una mirada capilar, casi etnográfica, del fenómeno social tematizado. Aquí más que los «hechos», pesan la experiencia y las emociones sentidas por las víctimas y testigos, que son tratados como personajes centrales del relato y voces dominantes en el documento periodístico. El periodista se sitúa como narrador invisible o narrador menor, y está encargado de recoger y editar el testimonio, de trabajar el material trocándolo en narración novelada o en crónica, y sobre todo condensa en el documento «indicios» y «marcas» de la experiencia singular e irremplazable de la víctima30, señales de aquello que sólo puede narrarse si se ha sentido «en carne viva». Este énfasis en el testimonio vivo de la víctima, en la dramatización del relato y en la puesta en escena de detalles y indicios singulares de la experiencia31, contrasta significativamente con el tratamiento noticioso convencional, en que no hay personificación, los testimonios son limitados, los detalles singulares se parecen a los fríos procedimientos de registro judicial y técnico, y resulta muy poco relevante la experiencia de las víctimas. Esta modalidad de periodismo biográfico, que enfatiza la personificación, el testimonio y las marcas singulares de la experiencia, trabaja tanto la violencia guerrillera o paramilitar, como el drama de los desaparecidos o los desplazados; tanto las masacres y ataques militares, como los movimientos de protesta de pobladores y campesinos contra el despeje militar, el Plan Colombia o la fumigación de cultivos de coca y amapola; tanto el relato de miembros de ONG, organismos públicos no militares, intelectuales y activistas políticos comprometidos con proyectos de pacificación y salidas negociadas al conflicto armado colombiano como el testimonio de familiares de policías y militares secuestrados por la guerrilla. Registra a los mutilados de la guerra. Rehace el relato de las viudas y los huérfanos. La voz de los guerrilleros, militares y paramilitares arrepentidos.
El énfasis biográfico en el tratamiento de información relacionada con el conflicto armado marca una transformación significativa del periodismo colombiano, habituado a procesar partes de guerra y comunicados oficiales presentados por los organismos de seguridad y las fuerzas armadas. La ruptura con el canon informativo clásico apelando a la vía biográfica constituye una táctica muy rentable de reorganización del periodismo de guerra, pues al tiempo que «humaniza» la información noticiosa operando una suerte de dinámica empática con los lectorados, permite romper o moderar el dominio que sobre este tipo de información ejercían las fuentes oficiales y militares32, y le permite a los periodistas hacer incursiones tímidas o arriesgadas de narración literaria y experimental en donde construir «estilo propio», «sellos de autoría» y «marcas personales». En una palabra, hacerse a la «firma».
La dramatización biográfica de la información, esto es, la construcción de una cierta empatía con los lectorados a través de la recreación de la experiencia límite de los protagonistas, generalmente víctimas, constituye una tradición muy fuerte en el periodismo, en particular en la prensa sensacionalista y popular. Su emergencia en la gran prensa pareciera estar asociada al desarrollo de dos funciones estratégicas: a) la reconexión de la prensa con tradiciones narrativas y literarias (incluida la crónica) como fórmula de prestigiamiento simbólico, remozamiento estético y recuperación del estilo en el periódico y el periodista (reprofesionalización del periodista); y b) reconfiguración de los vínculos humanos (humanización) de la información, que como advierte Halperín (1995), desempeñarían un papel crucial para entender la crisis de credibilidad de la información en prensa. La neutralidad informativa y la esterilidad del estilo noticioso se confunden, en el imaginario de los ciudadanos en crisis, con el cinismo y el discurso interesado de los que no quieren comprometerse ni correr riesgos. Los aguastibias. Habría que ver cuánto de este fenómeno (la pérdida de vínculos humanos, la des–humanización de la información) explica la crisis de confianza en la prensa entre los colombianos33, a la que consideran manipuladora y falseadora, cínica; mientras la televisión y la radio, más dramáticas, más espectaculares y más mercantilizadas, son consideradas –cosa paradójica– menos falseadoras de la realidad, más servicio público, más dispuestas a apoyar a los ciudadanos y a denunciar la corrupción de los poderosos34. De alguna manera, la gran prensa al enfatizar la dimensión biográfica de los dramas humanos y, en este caso, de las víctimas de la guerra, está jugándosela por reconectar con los lectorados mediante un todavía tímido y disperso rito de duelo, en que hace pública su solidaridad con las víctimas de la guerra.
2. Las víctimas de la sociedad: vidas al margen y vidas en riesgo. La dramatización biográfica en esta modalidad de periodismo biográfico, que se ocupa de recrear las vidas y puntos de vista de aquellos que «sufren los males de la sociedad», es mucho más intensa y sistemática. Sin excepción lo que recrea este periodismo es la «larga duración del padecimiento y la postración», los esfuerzos por reponerse y vencer la adversidad, y la urgencia de obrar algún tipo de acción solidaria y colectiva respecto a las víctimas y la iniquidad. La construcción dramática de los personajes es crucial para animar el vínculo con el lector35. También se destacan en esta modalidad la función de servicio público y la promoción de campañas de apoyo social que cumplen la prensa escrita y los medios de comunicación en general. Educación para la prevención y el diagnóstico, promoción de la solidaridad y la asociación colectiva, denuncia y conminación al Estado y a la sociedad para que corrijan el abuso o la arbitrariedad, se advierten a lo largo de este periodismo biográfico que, como los anteriores, nos sitúan más allá del canon informativo clásico. Ineficiencia estatal en la prestación de servicios públicos, crisis de la Justicia, incapacidad para administrar y ampliar los beneficios de la salud y la educación, crisis de los deudores hipotecarios, destrucción del patrimonio cultural y ambiental de una región. La agenda temática es amplia y los tratamientos informativos van desde el populismo mediático y lo que, en algún tiempo se denominó pornomiseria36, hasta la promoción mediática de la solidaridad social a través de campañas y eventos. Vidas extrañas y extrañamientos en la vida cotidiana. Menos frecuente como modalidad de periodismo biográfico, el énfasis en lo exótico, en las anécdotas extrañas y en lo absurdo de la vida cotidiana, es otra de las formas en que la biografización de la información se recrea desde las hendiduras y experiencias límites. Se trata de notas e historias intrascendentes, ‘notas de color y de costumbres’ que entroncan con los cuadros de costumbres, los relatos de viajeros37 y la observación apacible de la vida cotidiana en los viejos relatos periodísticos del siglo XIX y comienzos del XX. Excentricidades, exotismos, extrañamientos. En esta modalidad periodística, la narración conduce al lector como en una aventura de des–cubrimiento, sin más pretensiones que el brevísimo impacto de la anécdota y de lo curioso38. La vía anecdótica también es empleada para trabajar temáticas más duras y trascendentales de la esfera del poder (como el proceso de paz39 o la visita de un Jefe de Estado40). No por ocuparse de temáticas y asuntos de bajo perfil, debe considerarse una forma menor del periodismo biográfico. Al contrario: desempeña papeles fundamentales en recreación anecdótica y humanizada de las figuras de poder político, anima parte de las estrategias de publicitación social de candidatos a cargos públicos durante los procesos electorales, alimenta buena parte del periodismo de entretención que se funda en rumores, secretos y chismes del mundo del poder empresarial y político, y ha terminado por constituir secciones enteras de los diarios, revistas, noticieros de televisión y radio. Sobre este forma particular de periodismo biográfico que tematiza mediante la anécdota el mundo del poder, quisiera ocuparme en la siguiente clasificación. La diferencia específica entre este tipo de periodismo biográfico y el siguiente es justamente lo que tematizan: ya no el mundo menor y sus vidas, sino los escenarios del poder, sus rituales secretos o desconocidos, y la vida cotidiana de las personas de alta visibilidad mediática: criminales de alta figuración, políticos y empresarios, hombres y mujeres de gran prestigio en los espectáculos mediáticos y televisivos.
Tipo 4. Vidas expuestas: atisbos a lo secreto, lo clandestino y lo íntimo
En su formidable análisis del discurso informativo al final de la década del 70, Martín Barbero (1978) señala cómo son justamente el Estado y la familia las dos instancias reguladoras y censuradoras en las sociedades tradicionales, esas sociedades en que las fidelidades políticas y religiosas desempeñan un papel muy importante de control social. «En este tipo de sociedad el espacio real de la información es el que emerge entre las presiones del estado y la familia, doble censura de la información, doble limitación de la capacidad y la libertad de información: la institucional de » arriba» y la de la esfera de la «intimidad». No se trata de la familia en cuanto célula de producción (…), sino de la familia en cuanto instancia moral, garantizadora del mantenimiento de unos valores espirituales, de la familia en cuanto espacio de ejercicio de la autoridad paterna» (Martín Barbero, 1978, pp. 169). Habría una tercera instancia de presión y regulación de los contenidos mediáticos: los grupos sociales de presión y opinión en que se encuentran organizaciones armadas estatales, paramilitares y subversivas, los gremios económicos y de la producción, las organizaciones religiosas, las organizaciones criminales de diferente índole (traficantes de armas y drogas, contrabandistas, delincuentes de cuello blanco) y los propios medios de comunicación. Justamente estas esferas, la del poder político y el estado, la de los grupos legales e ilegales de presión y opinión, la de los poderes mediáticos y la de la familia, serán sistemáticamente expuestas y penetradas por este tipo de periodismo biográfico41. Los círculos cerrados del poder político, el mundo clandestino de las organizaciones y grupos de presión (legales o ilegales), las rutinas de los medios de comunicación, y el ámbito cerrado de la vida familiar aparecerán expuestos apelando a este periodismo de anécdotas biográficas, de rumores y juegos de humor42, de confesiones y comunicación de la vivencia y la palabra privadas (en los consultorios sentimentales, cartas personales y las conversaciones telefónicas –interceptadas o no), las declaraciones judiciales filtradas a los medios de comunicación, los secretos revelados en público, los talk shows y escándalos massmediados.
1. Los secretos del poder en clave de entretenimiento informativo. La hipertrofia de las secciones de chismes y farándula en los noticieros de televisión, el desarrollo e institucionalización de secciones de rumores en los radionoticieros y la prensa, son quizás la forma más visible de infoentretenimiento. La retórica del rumor periodístico implica dos principios básicos: en primer lugar, el tono confidencialista del que estuvo allí y escuchó, vio o supo de los eventos narrados, pues tiene acceso privilegiado al círculo de poder y sus ritos; y en segundo lugar, el ocultamiento o anonimato del testigo-fuente que desaparece mediante una diversidad de operaciones de atribución43, y dispone información a nombre de la Sección, del diario o el medio de comunicación, asumiendo –en el caso del periodismo de entretenimiento biográfico– una responsabilidad moderada o débil sobre la información que hace pública. Estamos ante el «sin confirmar» como fórmula narrativa. Las secciones Teléfono Rosa (El Tiempo), Voces y Susurros (El País) y Alto Turmequé (El Espectador) se ocupan desde mediados de los 90 de informar acerca de los ritos, anécdotas, infidencias y extravagancias de aquellas personalidades de la vida pública con alta visibilidad mediática (políticos, miembros de la farándula, periodistas, presentadores de televisión, artistas, intelectuales de prestigio mediático, deportistas, altos funcionarios públicos, empresarios)44. Se trata de notas que no sólo descubren y exponen la vida privada de las figuras públicas, sino las operaciones ordinarias y rituales «no públicos» de los círculos cerrados del poder (las empresas, los medios de comunicación, las altas esferas del Estado y sus funcionarios). En otras palabras, son la «noticia menor y anecdótica» que siendo irrelevante promete husmear en las zonas oscuras, intrascendentes y no conocidas del mundo mayor.
Lo relevante es que, tanto el lenguaje y tratamiento periodístico como el énfasis en la anécdota menor, corresponden punto por punto a técnicas y procedimientos narrativos conquistados y desarrollados por las revistas de farándula, ese periodismo sin prestigio que ha consolidado las fórmulas básicas del entretenimiento informativo de corte biográfico: textos breves y ricos en recursos fotográficos y gráficos, énfasis en los detalles íntimos y personales de los personajes retratados; testimonios sobre conversión, crisis y vivencias personales; exposición de opiniones y del ámbito de las emociones, acento en las anécdotas y situaciones curiosas, fugas y desconexión respecto a los procesos y acontecimientos más graves y trágicos de la vida nacional45. Las fórmulas de la prensa de farándula están siendo utilizadas para alivianar la información de actualidad. De esta manera emerge un híbrido que mezcla el lenguaje de la prensa de farándula con las fórmulas de la noticia; la anécdota biográfica en rosa con la escritura sintética y fragmentada (comprimida y encapsulada); la titulación unidimensional del slogan publicitario con el sensacionalismo. Figuras del poder político y empresarios, líderes sindicales y funcionarios de las altas cortes de justicia, artistas e intelectuales, militares y guerrilleros aparecen recreados como «personajes de farándula», mediante este énfasis en la anécdota que, por un instante, suspende toda gravedad y trascendencia46.
2. Los secretos de la vida familiar e íntima: terapias expuestas y entretenimientos biográficos. La transformación del consultorio sentimental en esa exposición paroxística de lo íntimo y personal que es el talk show de la radio y televisión, o en la prensa y televisión faranduleras, no hace sino sumarse a esta creciente comunicabilidad y transparencia de lo que antes era opaco, reservado y secreto: la conflictividad familiar, lo inconfesable de la vida personal, el manto de silencio en torno a la vida íntima y de pareja. Los dramas de la vida familiar, de la vida doméstica, de la vida amorosa aparecen puestos en escena. Primero, en ese modelo tímido que fue el consultorio sentimental, a medio camino entre el espectáculo y las regulaciones que impone el código del secreto y el respeto por el paciente en el campo de la psicología y las ciencias médicas47. Luego llegó la exposición extrema del «yo» en el talk show. Y finalmente aparecieron las formas actuales de reality show «en diferido» o «en directo», que eliminan todo vestigio de mediación y regulación discursiva, pues clausuran la presencia del experto, el consejero, el conductor del programa, ese catalizador de la fuerza de las confesiones y de la dramática reactualización –en la escena mediática– de los conflictos acumulados en la vida privada. La última fase introduce a las audiencias en la conflictiva esfera de la vida familiar e íntima a través de la cámara espía, ya sea en el laboratorio montado para el espectáculo o al natural48.
3. La exposición biográfica de los poderes y organizaciones en su vertiente criminal e ilegal. Si el periodismo de denuncia es la forma elemental del periodismo de investigación, las biografías de criminales, corruptos y victimarios, es la forma elemental del periodismo de denuncia. Esta modalidad de periodismo biográfico accede al mundo secreto y cifrado de los poderes criminales mediante la inmersión en la vida de sus protagonistas. Las biografías criminales pueden operar tanto del lado de la constitución del mito e ídolo, como del lado de su destrucción y ruina. En Colombia algunas de las biografías de Carlos Lehder, Rodríguez Gacha y de Pablo Escobar parecen reeditar y sumarse a su manera a la saga de los bandoleros de la primera mitad del siglo XX49, intentando redimirlos respecto a la imagen mediática y periodística que los presentó en lo que tenían de criminales demenciales, ambiciosos corruptores de la vida nacional. Pero también, otras biografías periodísticas intenta descubrir el poder criminal, exponiendo sus rutinas, procedimientos y mecanismos; revelando los rostros, circuitos y enlaces, y afirmando su enorme peligrosidad y violencia homicida y su bestialidad. Finalmente, se encuentran aquellas que exponen la historia personal de implicados en prácticas criminales e ilegales, no homicidas, asociadas a la ambición de poder y la corrupción.
La biografía periodística que reivindica al criminal, destacando rasgos y anécdotas que develan atributos positivos del personaje (generosidad, lealtad, ingenio, astucia, vigor); la biografía periodística que nos descubre los mecanismos del mal y enfatiza la dimensión criminal de sus agentes; y la biografía periodística que pone el énfasis en la capacidad corruptora del poder, ese que hace caer en la trampa y deshonra tanto a los que vienen de abajo como a los que vienen de arriba, implican una modalidad de periodismo que se afirma en el anecdotario biográfico como fórmula narrativa y explicativa. La anécdota biográfica es un modo, siempre parcial, de revelar y exponer a los que derivan y reproducen su poder a través de mecanismos de ocultamiento y secreto, de códigos de acceso restringido y lealtades mafiosas, de vínculos y transacciones ilegales o turbias, de torcidos y pactos tácitos de colaboración mutua. La lógica secreta y subterránea que animaría a las organizaciones y carteles, criminales o no, a las logias, las roscas, las mafias, los gremios de la producción, los partidos y organizaciones políticas, los sindicatos, las ONG, las guerrillas, los paramilitares, los militares, los clubes, las iglesias y los medios de comunicación. Esta modalidad de periodismo biográfico permitiría advertir, aunque sea de manera fragmentada, un orden secreto que sólo se hace visible mediante la prolongada investigación periodística, la confesión pública de uno de sus miembros o el abordaje biográfico de algunas de sus figuras visibles. Pero el abordaje biográfico o la vía confesional pueden también afirmar el ocultamiento, como a través del efecto de cortina de humo50. Al enfatizar las zonas más visibles del fenómeno informado y al biografiar en exceso –pues siempre es más fácil poner en marcha la mecánica mediática e informativa ocupándose de una vida que del fenómeno social de fondo- se corre el riesgo de perder las líneas maestras y decisivas, aquellas que no se dejan aprehender si no a través de la investigación de larga duración y esfuerzos analíticos reposados. La vía biográfica, entonces, puede ser muy productiva para «hacer visible» el fenómeno, pero no es suficiente para su interpretación y comprensión general.
Tipo 5. Las celebraciones públicas y ritos del ciclo de vida en las personas e instituciones
La divulgación pública a través de medios periodísticos de los ritos y momentos significativos del ciclo de vida de una persona o una institución, las conmemoraciones y los premios, la culminación de una carrera pública, constituye el corazón de este tipo de periodismo biográfico. Estamos ante un tipo de periodismo en que la familia, la empresa pública y privada, la organización social, las instituciones hacen visible su propia consagración a través de los media. Los aniversarios, las premiaciones, el final de un proceso significativo, los momentos inaugurales y nacimientos, los decesos, son expuestos públicamente en la prensa. Y si excluimos las celebraciones rituales que hace la empresa radial o televisiva sobre su propio devenir, los impresos periódicos (diarios y revistas) constituyen el medio de comunicación en que aparecen con mayor frecuencia estos eventos. Amenazados de obsolescencia, los gestores de estas celebraciones parecen confiar en el papel periódico e impreso como garantía de memoria, pues la duración se hace frágil en las pantallas y en la radio. La prensa escrita pareciera materialmente más propicia para la conservación y el archivado que demandan estas publicaciones consagratorias. Y sólo es superada por el libro que resulta simbólicamente más adecuado para objetivar lo que toda celebración tiene de consagración y monumento contra la obsolescencia.
Pero también la prensa hace sus ritos de autoconsagración y memoria. Los aniversarios de la gran prensa a los cincuenta, veinticinco o cien años consideran una cantidad de operaciones que vale la pena enumerar: la publicación de archivos y del pasado informativo del diario, la puesta en escena editorial de sus viejas noticias, de los titulares de antaño, el anecdotario biográfico de quienes han desempeñado tareas diversas en el diario (desde los periodistas hasta los viejos fotógrafos y armadores), la crónica de los avatares y dificultades de la empresa, la infaltable revisión de la historia nacional e internacional que informó el medio, y la necesaria tanatobiografía, el perfil de los muertos ilustres, los periodistas y empresarios, que construyeron el medio. Pero no hay aniversario de la gran prensa que no haga previsiones sobre el futuro: abundan las alusiones sobre el porvenir, en que infaltablemente se destacan la puesta a punto de la infraestructura tecnológica del diario, la prédica laudatoria respecto a la inquebrantable voluntad del medio por continuar haciendo periodismo de la mejor calidad, y la invitación a construir un mejor país.
Y son las páginas sociales la otra modalidad frecuente de este periodismo de conmemoraciones. Incluyen, como se sabe, las celebraciones y ritos familiares de personas comunes, las ceremonias de instituciones educativas y religiosas, las fiestas de los clubes y las élites, el jet-set y la farándula, los homenajes a personalidades de la política, funcionarios públicos y la diplomacia. La página social narra el rito, pero da por descontado que los lectores reconocen las calidades de los que aparecen en la escena fotográfica. Las fotografías son la esencia de este periodismo biográfico: registran el gesto, el guiño, el encuentro entre iguales que son distintos al resto; y se convierten en piezas de archivo. Afirmación de la distinción social, registro y pantallazo mediático para la posteridad: esa es la página social.
Finalmente, este periodismo biográfico de conmemoración, extrema su eficacia y vocación de archivista a través de los coleccionismos biográficos. Las colecciones fasciculares en El Tiempo, El País y El Espectador a propósito de final de siglo y de milenio, las series con los personajes más importantes de la década, la selección de los protagonistas del año, los personajes del milenio en la revista de noticias son algunos ejemplos. Pero estas minibiografías, estas microcrónicas, este periodismo de «tiempo de resumir», atado a las celebraciones del calendario, señala exactamente de qué tipo de memoria es capaz la prensa colombiana cuando emprende una tarea sistemática de recuento histórico: memoria encapsulada y a fragmentos, historia formateada y en retrieve, edición y montaje de archivos, enumeración más que recuento. Memoria-souvenir. Ese producto mestizo que junta la evanescencia de las noticias, la compulsión del turista por «tomarlo» todo y la urgencia del coleccionista por atesorar. De esta triple convergencia resulta el fascículo biográfico que celebra la historia mientras la tritura.
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En definitiva, «lo biográfico» es un dispositivo de enorme flexibilidad, cuya rentabilidad comunicacional se encuentra igual del lado de la narración de «lo actual» como del lado «del pasado reactualizado». Obsolescencia y duración. Happening y monumento. Del lado de la memoria dos tipos de periodismo biográfico: el que hace homenaje a la vidas memorables y recrea nostálgicamente el pasado y el que publica las celebraciones y ritos del ciclo de vida en las personas e instituciones. Del lado del presente, el periodismo que enfatiza la actualidad biografiada. Del lado del porvenir y los intentos por saldar cuentas con el presente haciendo visible lo que se nos escapa y lo que se oculta, el periodismo biográfico que narra experiencias límite y el que se arriesga a exponer lo secreto, lo clandestino y lo íntimo.
El periodismo biográfico nos revela hasta qué punto estamos ante una auténtica des–realización del periodismo, esto es, la superación progresiva del canon clásico del periodismo informativo, el final de la confianza simple en las operaciones de constatación y registro de «acontecimientos» y «hechos». Pero también nos enseña cómo la industria del periodismo se recicla y reorganiza propiciando las vías de contacto y enlace con los públicos lectores, ya sea recuperando fórmulas narrativas conquistadas por la literatura o reciclando tácticas de impacto y entretenimiento heredadas del sensacionalismo o de la neotelevisión, la televisión «real». Por supuesto, como he advertido antes, los riesgos de sacrificar –a través de los excesos biográficos– la comprensión de la totalidad social, de los factores de poder, de los procesos de dominación y de la complejidad social, se acentúan con este efecto de dispersión que explica en términos de personas y anécdotas lo que no puede entenderse si no se describen los campos sociales, sus juegos y dinámicas. Por lo pronto, las vías biográficas parecen rentables comunicacionalmente, capaces de producir diversidad de tipos y modalidades periodísticas, potentes para desarrollar nuevos pactos de lectura con los públicos de prensa. Y por eso la industria periodística ha invertido en ellas un importante caudal de fuerzas, capitales, recursos y periodistas. ¿Qué nos depara el porvenir? Probablemente más, aunque no necesariamente mejor, periodismo biográfico.
1 Ese rasgo es el que sitúa un libro como «Los años del tropel» (Alfredo Molano, 1991) del lado del periodismo y no de la sociología o la historia (como disciplinas). «Una vez terminado el trabajo en las zonas [para una investigación sobre la violencia como forma de participación del campesinado en los años cincuenta], comencé a tratar de escribir el informe final. Había mil temas y mil matices, había personajes maravillosos que se resistían a ser enclaustrados en el texto científico y aséptico del informe. (…) Una tarde me llamó Alejandro Reyes: se bombardeaba la región de El Pato en el Huila y los campesinos marchaban para denunciar los atropellos del ejército. Me interesó la situación y nos fuimos a verla. La gente había llegado y estaba concentrada en el estadio de Neiva. Hablamos con ella. Hablamos mucho con ella. Sin embargo, yo estaba descontento porque sabía que al final no sabría como manejar esas grabaciones. De golpe, el milagro se produjo: encontré la voz, el tono, el color, el lenguaje, en una mujer anciana llena de fuerza (…) Era Sofía Espinosa en cuya cabeza aparece el relato de «Los bombardeos de El Pato». Toda la experiencia, toda la historia, todas las denuncias de los demás entrevistados se condensaron en su mirada. Regresé a escribir directamente, como si ella me dictara. Salió de un sólo tirón. Quedamos sin aliento. Encontré el camino. Con esta seguridad me boté encima de las entrevistas del Valle y de Boyacá y reviví a los hombres y mujeres de carne y hueso que habían contado su historia (…) Hablaban apasionadamente, sin objetividad y así, chorriando «sangre y lodo» entraron en el texto. No se trataba de hacer la historia de la Violencia, sino de contar su versión» (pp. 9). Nótese cómo hay un puente común entre el interés por «narrar vidas, opiniones y emociones» en el talk show (sin objetividad, chorreando sangre y barro) y esta otra literatura periodística en que el primer conmocionado es el narrador mismo. Las emociones del narrador son las del lector de capas medias urbano, de cara al drama de los otros. Este énfasis en las emociones es lo que hace de los periodismos biográficos una fuente de entretenimientos y terapias, y un rentable mecanismo de contacto de la industria periodística y las audiencias.
2 Ver anexo 2. Rejilla de anotaciones y tabulación de documentos periodísticos.
3 Me arriesgo a afirmar que estamos ante un fenómeno clave: el periodismo es capaz de producir «añejamiento», crear «edad y pátina», y convertir el pasado del tiempo en signo estético, inducir auras. (Como en las ventas de antigüedades, que se encargan de avejentarlas un poco más para que el objeto gane precio). En general, es un signo de las industrias culturales contemporáneas, cada vez más competentes para «crear» tanto pasado como futuro. Como en Sephia, un estudio de arte y fotografía en Bogotá, que se encarga de tomar fotografías antiguas. «Con telones especiales, variedad de accesorios y elementos antiguos que desde hace 15 años colecciona Germán Salazar, uno de sus dueños y, por supuesto, con una técnica muy especial en la que es muy importante el papel, el químico y el rollo, es posible hacer fotos con personajes que vivieron desde 1850 hasta hoy. Con la única diferencia de que el modelo podrá ser cualquier persona» (Revista Goce Demente, El Espectador, domingo 29 de abril de 2001).
4 «Ya casi van para dinastía. En orden sucesorial son los terceros, y ya tienen listo al cuatro. Han heredado no sólo la profesión de sus abuelos y padres, sino también sus nombres, lo que les exige un mayor compromiso con el camino que dejaron sus ancestros. Continuar con responsabilidad». Así reza el sumario de «Lo que se hereda no se… despilfarra», un documento periodístico en que se retrata la trayectoria profesional y familiar de Carlos Medellín Becerra (jurista) y Gustavo Matamoros Camacho (militar), dos figuras de prestigio público en Colombia, en que se destacan fotografías–retrato del padre y abuelo de Carlos Medellín. En «El simpático ‘Tocayo’ Ceballos», un perfil sobre el fundador del radioteatro, la fotografía sepia y el testimonio–memoria resultan claves: « ‘Yo era uno de los que procuraba nunca perderme su humor fino y punzante’, recuerda Fernando González Pacheco del hombre que prácticamente fundó el radioteatro que por muchos años fue una de las distracciones preferidas del público». «Provenía del legendario general Obando, por quien profesaba un justificado culto. Ninguna figura de nuestro siglo XIX fue tan apasionadamente admirada y querida como Obando en su agitada y terrible existencia (…) y paradójicamente sus descendientes, con contadas excepciones, fueron todos conservadores. Una excepción fue Juan Jacobo Muñoz, hijo de un político radical, el senador Muñoz Obando, quien lo bautizó en memoria de Juan Jacobo Rousseau y fue la única voz en la Convención de 1933 contra la primera candidatura de Alfonso López Pumarejo, por considerarlo tibio frente a la tradición radical» (Perfil de Juan Jacobo Muñoz, Revista Semana, 23 de junio de 1997). O la fotografía a blanco y negro, de archivo (de El Espectador), con el joven Botero en su estudio y el pie de foto siguiente: «Fernando Botero en su estudio rodeado de sus instrumentos de trabajo», una foto en que se juntan el hombre trabajando con el retrato–modelo.
5 «Hace dos años salió la primera revista Jet–Set en Colombia. Desde entonces, gran parte de nuestra labor ha sido la de resaltar el lado amable de las noticias y señalar los aspectos positivos de los personajes que aparecen en nuestras páginas. Pero no por eso somos ajenos a las realidades del país. (…) Quisimos entonces, aprovechar esta ocasión de aniversario, para rescatar los viejos valores que nos inculcaban nuestros abuelos: el trabajo honesto, el valor de la palabra, la importancia de la familia y las tradiciones; y para hacer un homenaje precisamente a esos colombianos que a pesar de las dificultades han seguido adelante: hombres y mujeres que han sido los ejes del desarrollo del país. Hombres y mujeres que han cultivado nuestras tierras y han puesto a sonar nuestros productos a nivel internacional. Hombres y mujeres que han dedicado sus vidas a las letras y la cultura y que han educado a generaciones enteras. Hombres y mujeres que llegaron a un país a donde todo estaba por hacer, y lo hicieron, y lo han seguido haciendo a través del tiempo. En fin, familias que han hecho patria» («Grandes familia de Colombia, Introducción», Revista Jet–Set, Edición de Aniversario No 27, Septiembre de 2000).
6 «Juan Jacobo fue uno de los grandes médicos de su generación y su tempranamente estudioso lo mantenía siempre a la vanguardia de los últimos desarrollos de la profesión Sin embargo, su personalidad calurosa y su vocación hacen recordar la figura del médico como la institución que éste encarnaba en el pasado. A esta vocación se sumaba en Juan Jacobo Muñoz la del educador y la del servidor público, una combinación poco común en nuestro medio. Su versatilidad fue lo que le permitió un brillante desempeño al frente del Ministerio de Salud y del Ministerio de Educación» (Perfil de Juan Jacobo Muñoz, Revista Semana, 23 de junio de 1997). «Cuando a Rogelio Echavarría le anunciaron que se había ganado el Premio Nacional de Poesía que otorga cada cuatro años la Universidad de Antioquia, su felicidad fue grande. Después de 67 años de hacer versos era la primera vez que se ganaba un premio (…) Pero, si bien los 70 versos de Rogelio Echavarría son muy conocidos entre los seguidores de la poesía y uno que otro profano, el triunfo le ha sido esquivo. Solo en los últimos años viene saboreando las mieles (…) La vida de Echavarría estuvo controlada por dos ritmos contrarios: el vertiginoso del periodismo y el de la lentitud que se impuso para construir sus versos. Escribió su primer poema a los 12 años, aún cuando desde los seis años pergeñaba versos, Abel Naranjo Villegas se lo publicó en un periódico de Medellín de 1938» (Perfil/ Rogelio Echavarría se hizo poeta desde niño. Andanzas de ‘ El transeúnte’», El Tiempo, Sección Panorama, página 2–5, domingo 25 de marzo de 2001).
7 Pero, en ocasiones, narrar una vida es también intentar reivindicarle y prestigiarle, fijar un conjunto de sentidos favorables que maticen las opiniones, rumores y valoraciones críticas generalizadas. «He cometido el atrevimiento de aceptar el encargo de SEMANA de escribir una reflexión sobre el presidente Virgilio Barco. Y lo hago por una sola razón. A pesar de los significativos y valiosos esfuerzos de sus amigos por difundir su obra y defender su gestión, creo que el estilo personal, la visión política y el gobierno del presidente Virgilio Barco siguen aún siendo profundamente incomprendidos. Por eso quiero apelar a la excusa de haber sido testigo presencial y además barquista empedernido para contribuir en algo al juicio de la historia, cuyo veredicto está aún lejos pero que ya se intuye ampliamente favorable. No deja de sorprenderme que en su hora final los adjetivos más usados para describir la personalidad política y el estilo de gobierno de Virgilio Barco sean «tímido», «tecnócrata», «frío», «distante». Esa no es la perspectiva que poseen quienes a pesar de ser 20, 30 y 40 años más jóvenes que él decidieron acompañarlo entusiasmados en su empeño de transformar a Colombia. Voy a decir algo que para muchos puede ser una herejía. Barco era un hombre carismático. Quizás no para quienes creen que el carisma lo mide la favorabilidad de las encuestas. El carisma del presidente era el de las convicciones arraigadas (…) Su serenidad en público disimulaba bien el tamaño de su audacia (…) En cuatro años rompió con un siglo de inmovilismo constitucional. En cuatro años desmanteló cuatro décadas de Frente Nacional (…)» («Ensayo. Virgilio Barco». Por Gabriel Silva, Revista Semana No.786, 26 de mayo–2 de junio de 1997).
8 «Hernán Hoyos nació para la escritura en la Calle de la Escopeta, en el centro de Cali, en el ocaso del 20 de octubre de 1929. No jugaba fútbol pero se moría por las bolas. No soñaba con grandes cosas, sólo con escribir. Por eso, cuando el profesor de español dijo con sobradez: «Ninguno de ustedes es capaz de escribir un cuento», Hernán, de 12 años de edad, levantó la mano, y, con tono retador, dijo: » Mañana sin falta se lo traigo, profe». Imaginó la muerte de su madre Mariana y un velorio triste. Sorprendió a todos, como siete años más tarde cuando publicó por capítulos, en un periódico local El regreso de la monja alférez, la historia de una religiosa evadida que se alistó en el ejército español» («El inocente pornógrafo», El Tiempo, domingo 6 de agosto de 2000). Su amiga de infancia, Lucy Murgueitio de Montoya, también evoca cómo ella y sus hermanos jugaban a la misa con «Pedrito» y otros muchachos del barrio. «Siempre hacía de sacerdote y nosotros de feligreses». Por eso, para ellos resultó de lo más normal que Pedrito se dedicara a la vida religiosa y que escalara las más altas posiciones dentro de la jerarquía eclesiástica» («El cartagüeño [Pedro Rubiano Sáenz] que se vestirá de púrpura», El País, domingo 28 de enero de 2001). En el perfil sobre Fernando Botero, narra cómo el rector del liceo de jesuitas en Medellín, donde estudió el pintor, se molesta por un artículo redactado por el estudiante, en que enaltece el arte de Picasso y Braque. El rector lo conmina a retractarse, so pena de ser expulsado. Botero opta por retirarse del colegio. Esta es una operación clave de este tipo de biografismo, en que a través de la anécdota se construye narrativamente dos rasgos cruciales del personaje: el carácter y la predestinación.
9 «Pero en lo que no ha medido sus gastos es con las mujeres. Desde muy temprana edad Rodrigo Valdés descubrió que ellas se convertirían en su principal debilidad. A los 16 años se casó con su primera novia, Aída, con quien tuvo su primer hijo: Alfredo. Pero el matrimonio le duró poco y se acabó un par de años después y mucho antes de que llegara a ser un boxeador reconocido. Una vez que dejó la estricta disciplina del boxeo tuvo mayor libertad para ir a fiestas y conquistar a mas de una cartagenera. Sus mejores atributos eran su fama de ex campeón mundial, su alegría y la manera entretenida como bailaba salsa. Sacó a relucir sus dotes de seductor y conquistó más de un amor en el Corralito de Piedra. El resultado de esa época de conquistador y que evoca con nostalgia son los 12 hijos que tiene hoy en Cartagena» («El mundo de Rocky Valdés», La Revista de El Espectador No. 18, domingo 19 de noviembre de 2000).
10 «Hace treinta y un años, cuando llegué a Cali, sentí que regresaba a un sitio donde nunca había estado antes. Después de casi nueve inviernos en «el Norte», como dicen en Buenaventura, llegar a Cali fue recuperar parte del sentido que tuvo para mí Santiago de Cuba, mi tierra natal (…) Por aquel entonces Cali terminaba en la Plaza de Toros; las calles, aún las más céntricas, eran menos transitadas, y sólo en el norte de la ciudad existía un moderno centro comercial. Donde hoy está Unicentro, había enormes cañaduzales, en terrenos del Ingenio Meléndez. La Avenida Sexta era una especie de zona rosa, un sitio para transitar y encontrarse con otros jóvenes. San Fernando olía a jazmines. Era triste saber que Siloé, tan lindo de noche encerraba tanta pobreza. Pero en barrios como La Base, Santa Elena, o el Jardín, la Navidad era una explosión de colores pintados en calles y andenes, de luces y de rumba, de bandejas de manjar blanco, buñuelos y desamargado. Todos los vecinos se conocían; todas las puertas estaban abiertas» (Cali, sí futuro, ¿por qué quedarse en Cali?. Testimonio de Gabriela Castellanos, El Tiempo Cali, domingo 10 de diciembre de 2000).
11 «Si algo me ha hecho caer en cuenta de lo avanzado de mi edad, aparte de tantos factores que he afectan, son los relatos que se han ido recopilando recientemente sobre la Avenida Jiménez de Quesada. (…) Entre los que han llegado a mi conocimiento, ninguno había nacido cuando el río aún no había sido canalizado y la ropa blanca se lavaba en los solares de las casas ribereñas o próximas al río. Así era la casa de mi abuelo Michelsen, a la cual se tenía acceso por la calle 14, y luego de atravesar una serie de patios se llegaba a un espacioso jardín, ya totalmente abandonado para la época de mi infancia, pero en el cual se conservaban columpios y trapecios para los chicos, cerezos, duraznos, papayuelos sabaneros y un centenario nogal, a cual se nos tenía prohibido trepar. Al borde del río estaban colocadas las losas planas, con sus correspondientes cajas para el jabón de la tierra. En los días de sol, las muchachas del servicio azotaban con la ropa blanca las piedras, como si tuvieran la intención de romperlas a golpes (…) Años después, cuando hacía mis primeros pinitos de abogado, el río ya había sido aprisionado por un colector de ladrillo y subsistía el margen entre la estructura y la antigua orilla del río, que un tinterillo, cuyo nombre ya tengo olvidado, denunciaba como bien oculto (…) Por allá en los años 20, el río, que era apenas una quebrada durante la mayor parte del año, revestía a la ciudad de un aspecto provinciano, un paisaje de aldea, propio de algunos de los pueblos del altiplano cundiboyacense cruzados por un riachuelo. (…) Vecina de la casa, adonde había nacido mi madre y había vivido toda su vida de soltera, estaba la casa de doña Lola Jaramillo de Vega, abuela de nuestra actual Primera Dama, doña María Cristina Arango de Pastrana, hija del doctor Carlos Arango Vélez y de doña Maruja Vega de Arango. Las dos residencias colindaban y a través de los años se fue tejiendo una intimidad entre las dos familias que duró toda la vida, pese a las diferencias que fueron de público conocimiento: la competencia del doctor Arango Vélez por la candidatura de la Presidencia de la República frente a mi padre en 1942 y mis discrepancias con Misael y Andrés Pastrana nunca afectaron la vieja relación familiar» («Escrito de memoria. Recuerdos del viejo río San Francisco», Alfonso López Michelsen, El Tiempo, Sección Opinión, página 1–23, domingo 4 de marzo de 2001).
12 «Una vieja marchanta, vendedora de velones en Monserrate, no deja de recordar la tradición. «Cuando era niña, uno salía a las procesiones y veía a ‘toito’ el mundo con matracas. Ahora eso ya no se usa. Uno sólo las ve en los pueblos y de pronto una que otra en la ciudad. Lo que pasa es que la gente ha perdido el fervor y la devoción», dice. (…) Vidal Garzón es partícipe de esta idea [usar las matracas en los estadios de fútbol]. Elabora matracas hace tres años y es lo que más le gusta hacer. Al principio de su vida se dedicó a la vagancia, luego fue lustrabotas y por último vendedor de artículos religiosos en el 20 de Julio, lugar de peregrinación en el sur de Bogotá (…) Hernando Guzmán es más viejo en el oficio. Hace 30 años se casó y empezó a hacerlas. Vive en Zipaquirá y elabora matracas rústicas de caña, que son las más comunes en los pueblos (…) Cuando arrancó no tenía plata y fue el mejor rebusque que encontró. Hoy hace tanta que no tiene tiempo ni para dormir. (…) «Se fabrican para ponerle zancadilla al centavo», dice Luis Hurtado, conocido como ‘matraco’, quien desde este año se dedica al arte de hacer matracas, las mismas que por estos días sonarán y sonarán en la celebración de la Semana Mayor». («Por qué doblan las matracas», por Javier Riveros, El Tiempo, sábado 7 de abril de 2001).
13 «Así pues, la noticia [la tragedia del Palacio de Justicia, 6 de noviembre de 1985) estremeció al país. Sólo que el estremecimiento no duró más de quince minutos. La noche de la tragedia, mientras en el 4º piso del Palacio ardían los cadáveres de los magistrados de la Corte y de los rehenes, la televisión transmitió un partido de fútbol entre Millonarios y el Unión Magdalena. Al día siguiente El Espectador lo destacó con un titular desplegado a lo ancho de la página: «Millos bautizó a Unión» (…) Pienso en un hombre que, en su habitación de la clínica donde se recuperaba de una dolencia gástrica, prendió el televisor a las 3 de la tarde del miércoles 6 de noviembre de 1985 y vio cómo un tanque disparaba contra el edificio de la Corte Suprema, cómo avanzaba bajo una cortina de fuego, cómo subía por las escalerillas que daban sobre la Plaza de Bolívar y, sin tener en cuenta para nada el letrero que presidía el frontispicio y que rezaba que las armas nos han dado la independencia pero que las leyes nos darán la libertad, se aproximaba a la maciza puerta de hierro y cobre y la derrumbaba. Entonces, tremendamente angustiado, sufrió un infarto que luego le repitió dos veces. De manera que, mientras sus compañeros de la Corte Suprema eran asesinados y destruidos por el odio, él moría también, asesinado y destruido por el odio. Se llamaba Dante Luis Fiorillo Porras, magistrado de la Sala Penal. Con él, no son once los magistrados muertos. Son doce. El hecho que no haya estado en el sitio preciso de la conflagración y los disparos, no le resta valor a su sacrificio. Los infartos que él sufrió se repitieron una y mil veces a lo largo y ancho de un país profundo y desolado, mientras que el otro país, el de la rumba, asistía a sus partidos de fútbol y coronaba a sus reinas de belleza. ¿Quién era Dante Fiorillo? Los datos que pude allegar de él fueron escuetos. Su biografía señala que nació en Barranquilla el 25 de agosto de 1924, de manera que en el momento de la tragedia era un hombre joven para morir: 61 años. Según parece, fue juez 7º Penal Municipal de su ciudad natal, juez 2º Superior y conjuez y magistrado de la Sala Penal del Tribunal Superior del Atlántico, antes de ser nombrado, en 1980, magistrado de la Corte Suprema de Justicia (….)» («De Perfil. Tragedia del Palacio, Tragedia de la Justicia. La noticia», por Fernando Garavito, Revista Código, Suplemento Jurídico de El Espectador, 13 de febrero de 2001).
14 «Con el historiador Jaime Jaramillo Uribe, El Tiempo inicia la serie ‘La voz de la experiencia’, en la cual personajes de la historia nacional, todos ellos mayores de 80 años, cuentan cómo ven el país y qué soluciones proponen» («Serie La Voz de la Experiencia», El Tiempo, 8 de abril de 2001).
15 Puede afirmarse que un documento hace parte del «periodismo biográfico» si su puesta en circulación está asociada a la «actualidad informativa y periodística» y las agendas que forjan los medios periodísticos. Por ejemplo, «La verdad sobre las mentiras» (Santiago Medina, 1997), «Aquí estoy y aquí me quedo» (Ernesto Samper Pizano, 2000), en que se despliega el punto de vista de dos de los protagonistas del proceso 8000, y en que se narra trayectos, intimidades, anécdotas y detalles de los eventos que precedieron y sucedieron a este evento crítico en el gobierno de Samper, pueden considerarse parte de los «periodismos biográficos». No son en sentido estricto biografías, porque responden a las urgencias y condiciones que impone el sistema informativo periodístico, están hechas para afectar el curso de «la actualidad». Otro ejemplo similar puede encontrarse en el reciente «Palabras Pendientes», en que si bien consideran mucho de las «Memorias» tan caras a los estadistas y políticos, se configuran en el seno de una fuerte disposición para afectar el curso de la actualidad. A partir de la mecánica fundamental de la entrevista (conversación) con quien oficio de confesor y periodista, Enrique Santos Calderón, López Michelsen no sólo se refiere al pasado, sino que –sobre todo- expresa opiniones y planteamientos controvertidos que implican a figurar públicas del presente. (He preferido, sin embargo, clasificar este documento en el primer tipo de periodismo biográfico).Entonces, me interesa enfatizar el carácter periodístico –hecho para afectar la actualidad, realizado de acuerdo a las lógicas y agendas del sistema periodístico, trabajado según claves y procedimientos de los lenguajes periodísticos– de estas biografías.
16 La siguiente modalidad de periodismo biográfico, en cambio, enfatiza el punto de vista de los testigos y víctimas sociales, recrea la perspectiva de hombres y mujeres pobres, sin el prestigio público que proporcionan el poder heredado, la adscripción a un campo de saberes profesionalizados o la popularidad mediática, y construye dramáticamente la escena informativa.
17 Como cuando Juan Pablo Montoya (automovilista), Shakira (cantante) reciben sus premios respectivos (Grammy, 500 millas de Indianápolis); o cuando Mockus (alcalde de Bogotá) y Luis Eduardo Chaparro (el lustrabotas que ganó una curul en el Concejo de Bogotá en el 2000) sostienen una conversación. En ambos casos, la fotografía –generalmente de gran formato– desempeña la función de «prueba de actualidad» que semeja el «en vivo y en directo» de la pantalla televisiva. En particular, las de la conversación Mockus–Lucho incluyen una de gran formato en que los interlocutores aparecen sonriendo, y una secuencia de fotografía a dos columnas en que se fracciona a cada uno de los protagonistas (rostro, manos, pies), que constituyen auténticos retratos y biografías de sus cuerpos, de su condición social, sus orígenes, mediante este efecto de contraste a partir de las huellas del trajín callejero en Lucho (rostro, manos y ropa), y el cuerpo del tecnócrata, el ejecutivo y el intelectual en Mockus. En el caso de Montoya, hay énfasis en la reconstrucción de su trayectoria automovilística, testimonios de su propio desarrollo y presentación de las tensiones con Ralf Schumacher.
18 « «Cuando entró el balón sentí una alegría inmensa, pensaba que la Selección necesitaba ese gol, porque había muchas dudas, porque había que arrancar el año ganando, porque en el primer tiempo estuvimos muy tensos y con muchos nervios. Sabíamos que teníamos que hacer un gol rápido, pues la gente se estaba desesperando», contó. Veinte minutos después de su primer gol, el lateral izquierdo de Colombia, Gerardo Bedoya, fue derribado en el área. Penalti, sin duda alguna. «Yo lo quiero cobrar», les dijo Angel a sus compañeros. El no era el primer candidato para patearlo. En las prácticas previas al partido no había entrenado los remates desde los 12 pasos. Sin embargo, nadie lo contradijo. En su cara se notaba el regreso de la seguridad perdida. El balón fue a la derecha del arco, y el arquero se tiró para el otro lado.
Angel volvió a recorrer su marcha triunfal hasta el borde de la cancha. Allá, Alex Viveros celebraba izando con su brazo un pañuelo blanco, que luego Juan Pablo, agitó. Un llamado para alcanzar la paz del país? Aquí todos tenemos una sola causa y con la alegría que tenía el país por la Selección me pareció un buen momento para que se pensara en otras cosas , confesó el delantero antioqueño de 25 años.
Ayer, a las 10 de mañana, solo quedaban dos jugadores registrados en el hotel La Fontana, el lugar de concentración en Bogotá. Oscar Córdoba, en exámenes médicos por su lesión en el muslo, y Angel, acompañado de su familia. Esteban, su padre, Margarita, su mamá, María Paula y Gerónimo.
A las 4 de la noche se encaramó en un avión de Iberia que lo pondría 10 horas más tarde, al otro lado del Atlántico. Mucho tiempo para recordar que hace rato no vivía un momento como el del martes pasado. Hace mucho tiempo no vivía una noche tan feliz , dijo Angel antes de empezar a volar…
ESTO DIJO.
Oscar Córdoba: Gracias a los dos goles que consiguió vamos a ver un cambio radical en Juan Pablo Angel . Ya con su estabilidad familiar, se adaptará más fácil al fútbol ingles.
Faustino Asprilla: Cuando uno juega al fútbol al lado de un jugador tan inteligente como Juan Pablo Angel, el fútbol se vuelve más sencillo .
OSCAR CORDOBA SE DESGARRO.
Por lo menos dos semanas de incapacidad tendrá el portero de la Selección Colombia de fútbol y del club Boca Juniors, de Argentina, al confirmársele un desgarro en el bíceps femoral del muslo derecho, ocurrido el martes pasado durante el partido que Colombia le ganó 2-0 a Bolivia en la undécima fecha de la eliminatoria al Mundial del 2002.
Tiene un desgarro en grado uno, lo que le dará una incapacidad de por lo menos dos semanas , indicó Edgar Muñoz, uno de los médico de la Selección luego de realizarle una resonancia magnética al lesionado músculo del portero.
Córdoba, en consecuencia, no podrá jugar el clásico del fútbol argentino entre River Plate y Boca Juniors, programado para el domingo 8 de abril.
El portero eximió de cualquier responsabilidad al delantero boliviano Líder Paz, con quien chocó en la jugada que le provocó la lesión. Al saltar en busca del balón, se desgarró. FOTO/Felipe Caicedo EL TIEMPO Muchos símbolos usó Juan Pablo Angel para celebrar sus goles contra Bolvia. Aquí besa su argolla para dedicarle la anotación a su esposa. Antes, meció sus manos en honor de su hijo. Después levantó un pañuelo blanco.
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eltiempo.com