El Insituto de prensa y Sociedad ha hecho un interesante seguimiento a la autocensura en el continente. Aquí compilamos alguans de las posiciones más relevantes.

Gerardo Reyes (El Nuevo Herald, EE.UU)
Tema: Autocensura

1. Considerando la autocensura como la decisión de un medio de suprimir informaciones de conveniencia pública o por presiones o intereses de otra índole, ¿cree usted que este fenómeno está extendido en la prensa latinoamericana?

La autocensura está más extendida en América Latina y hace más daño que la censura oficial porque es más repetida, más constante. Lo que pasa es que es un problema del cual sólo se habla en los pasillos de las salas de redacción y por ello es muy difícil de cuantificar. Los periodistas tienen miedo de hablar de los mecanismos que utilizan los dueños de los medios de comunicación para estrechar cada vez más el radar por el que pueden transitar sus reportajes. Si las estadísticas son escasas mucho más lo son los análisis de casos concretos.

En una encuesta del observatorio de medios de la Universidad de la Sabana en Bogotá en febrero de 2002, entre 159 periodistas, se pudo tener una idea del problema, y creo que esa puede ser la situación de los demás países de América Latina. Un 52 por ciento de los periodistas respondió que sufre la autocensura y un 42 dijo que nunca han tenido que afrontar el problema. A la pregunta de cuál es la causa de la autocensura, un 31 por ciento dijo que “intereses económicos’’.

En un seminario en Cartagena en 2002 hicimos una encuesta rápida con una veintena de periodistas de Argentina, Colombia, Perú, Guatemala, Ecuador y Venezuela, y los resultados fueron más o menos los mismos. Allí estuvimos de acuerdo que el periodismo de investigación es tal vez el más vapuleado por las decisiones de los editores de proteger a los amigos, los políticos o los anunciantes.

Que uno de cada dos periodistas latinoamericanos haya tenido que dejar de publicar algo por conveniencia de los editores o dueños de sus diarios, es grave y permite concluir que el nuestro es un periodismo tuerto.

2. ¿Qué casos de autocensura le parecen significativos?
Hay una caso de autocensura rampante, difícil de ocultar, y que clama por un estudio ecuánime. Es el de los medios de comunicación de Venezuela tras el regreso del presidente Chávez al poder en abril de 2001. Una vez restaurado Chávez, la televisión y la prensa se autocensuraron, y los venezolanos tuvieron que enterarse de lo que estaba ocurriendo en el palacio a través de una emisora de Caracol de Colombia que se oía en los canales de sonido de la televisión por cable. Mientras tanto, en los canales privados se transmitían dibujos animados y películas viejas. Uno de los ejecutivos de televisión en Venezuela me dijo que la mayoría de los medios “colapsaron ante el miedo a la violencia perpetrada por bandas armadas que rodearon sus sedes y los hogares de los periodistas en actitud amenazante

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