Digamos que es ingenio y sentido de la oportunidad. Cualidades propias de todas las regiones del país y no sólo de los paisas (como les consta a Tomás y Jerónimo luego del primer traspiés en el mundo de los negocios con las artesanías). No termina de arrancar octubre y ya las tiendas, los outlets, los sanandresitos y por supuesto los andenes están plagados de disfraces, peluches, calcomanías, álbumes, juegos de video y hasta proyectos de realities que tienen un común denominador, la figura inquietante de un elefante.
La idea proviene, en los tiempos recientes, del periodista norteamericano Robert Kovack que descubrió, como lo expresó en una de sus columnas, la sombra del legendario animal rondando los pagos de las Fuerzas Armadas en el departamento de montaje de actos terroristas y de sabotaje.
Al mismo tiempo La W dio pruebas de que el paquidermo se paseaba orondo entre celdas y seminarios de algunos sectores de la iglesia católica. Las pruebas de ADN (que tardan en estos casos tres meses, salvo que sea un asunto de persuasión nacional como en el caso de los restos de Castaño) permitirán saber si se trata del mismo ejemplar que, como denunció Monseñor Rubiano, se paseaba orondo por el Palacio de Nariño, con Samper como huésped, y con los mismos hábitos de los rumiantes de El Otoño del Patriarca.
Se dice que hay indicios de su presencia en el país de la Sierpe del que forman parte Sucre, Cesar, Magdalena, Guajira y otras tierras sin límite a nombre de El Marquesito Jorge 40 de cuya existencia nadie da fe, salvo por la leyenda que lo involucra con por lo menos tres congresistas y un sin número de políticos y funcionarios públicos.
Previamente se le había visto (al elefante, por supuesto) llevado del cabestro por Martí en el búnker de la Fiscalía. Obviamente el Fiscal General no lo vio ( ni a Martí ni al elefante y muy probablemente ni al búnker) ocupado como estaba tomando un curso intensivo en el Instituto superior de Telecomunicaciones, luego de que sus sabuesos se enteraran de que la TV cerrada buscaba un narrador para los penalties que en todos los partidos le pitan a favor a su deportivo Cali.
Dicen que han visto al elefante, y uno ya no sabe si eso forma de la histeria nacional o de la campaña de sus asesores de imagen, en el CPB, a la hora del Rosario en el Mincomunicaciones (para que la gente no entienda que control es sinónimo de censura), en la Oficina del Alto Comisionado, en el sanedrín de la fedefútbol que elige el técnico de la Selección, en el comité de toma de decisiones sobre programación del Canal Caracol, en fin.
Ya hasta acusan al pobre animal de la elefantiasis del gasto público para el 2007, de la peste de memoria que aqueja a este país de venganzas (que comenzaron como dijo Tirofijo cuando le quitaron los cuatro cerdos, las dos reses y las seis gallinas que tenía en Marquetalia) y de ser el origen de todos los escándalos.
Por eso no es de extrañar que ya se consiga como forma de transporte en reemplazo de los mototaxis, que sea la atracción de los parques temáticos de Panaca, que su importación esté libre de gravámenes en el proyecto de reforma de tributaria, que sea la figura decorativa de Transmilenio, que expertos en safaris reales, como el gobernador Ardila y en safaris semánticos, como José Obdulio Gaviria, se hayan reencauchado en foros y seminarios.
Sólo falta que reemplace al cóndor en el escudo para que sea nuestro verdadero símbolo nacional. Ya sabemos que su peso y tamaño no son problema. El mismo sabe que pase lo que pase, aquí no se cae nadie.