Hablemos de platica, porque platica sí habrá. Lo único seguro y democrático por estos días es frotarse las manos en estas gélidas jornadas bogotanas e imaginar en qué nos podremos gastar esos ocho y medio billones de pesos del impuesto al patrimonio.
El primero en aventurarse fue el viceministro de Defensa que presa del delirio (y eso que aún no ha visto el chequecito que aprobará el Congreso con un pupitrazo más sonoro que el mismo estallido de la bomba de la semana pasada) echó a volar o nadar su imaginación. Lo suyo (y se entiende por la proximidad de la Navidad) son los torpedos, ah! y los submarinos…Para esta guerra oceánica que nos acosa. Previsivo que es él. Ha dejado allanado el camino para que la Fuerza Aérea pueda pedir esos radares antiovnis que tanta falta hacían y los rayos desintegradores que pedían a gritos los que publican las cifras de la pobreza y el desplazamiento forzado en nuestro atortolado país. Pero no importa, como hemos dicho, porque platica sí hay.
El mismo Mindefensa ya tiene claro que a la hora de decidir sobre el millonario presupuesto, lo primero que pedirá es un cuerpo de bomberos propio, porque desde que hizo el anuncio de que ya era hora de renovar todo el equipamento que supere los cuarenta años, no ha parado de apagar incendios. Primero fueron las secretarias que llegaron al Ministerio cuando Juan Manuel apenas gateaba y daba sus primeros pasos (en su tierna infancia, se entiende). Luego los generales con más de tres soles a sus espaldas; después los oficiales que no han vivido una batalla en su vida, más tarde los comandantes que aún creen que son efectivas las ruedas de prensa y por último todos aquellos uniformados que ya perdieron la cuenta de las veces que han aparecido investigados por falsos positivos o por fuegos amigos.
Pero eso es nada si se compara con el fervor de las peticiones que se hacen a esta hora a una sola voz, que se escucha en todo el país, y a la que se han sumado los investigadores de carros bomba, los mencionados en el computador de Jorge Cuarenta, los señalados en los discos duros y grabaciones de La Ceja, los autores de falsos positivos, los enmendadores de encuestas, los redactores de discursos incendiarios, los que cooptan familiares en el servicio diplomático, los que quieren recortar el efecto de la tutela, los que lucrados con la guerra, la quieren sin cuartel, las 56 mil personas jurídicas que saben lo que es el crecimiento económico, los que chantajean con la torta publicitaria, los que fabrican reinas, los que luego las coronan a precio de feria, los que quieren neutralizar periodistas a base de señalamientos, en fin.
Todos ellos piden que con esa platica, (más los seiscientos millones de dólares para el Plan Colombia que por pura coincidencia acaba de confirmar el gobierno norteamericano, más el dinero de las millonarias extinciones de dominio y la resultante de las próximas doce reformas tributarias de los cuatro años que vienen) se importe, se nacionalice y se distribuya, así sea con otro impuesto, la capa que acaban de descubrir los científicos norteamericanos e ingleses en la Universidad de Duke, en Carolina del Norte. La capa construida a base de aros y cables de cobre estampados en telas de fibra de vidrio rebasa la imaginación de nuestros guerreros universales, empezando por Harry Potter, porque logra un viejo sueño de la humanidad y una utopía nacional: Tiene la virtud de hacer desaparecer los objetos, ocultar volúmenes, disfrazar formas e invisibilizar todo lo que alcance a recubrir.
Menos mal la platica es segura y el TLC va en serio y la capa está a la moda con este frío y con esta lluvia que no tienen cuando acabar.