El periodista y escritor polaco, exponente del llamado ‘periodismo literario’, fue el relator de algunas de las principales revoluciones del siglo XX. Considerado por muchos como el mejor exponente del periodismo literario, murió en Varsovia, a los 75 años de edad.
El escritor padecía una grave enfermedad y había sido sometido a una complicada operación el pasado sábado.
Nacido en la localidad de Pinsk, hoy perteneciente a Bielorrusia, dedicó toda su vida a la descripción periodística de lo que veía durante sus múltiples viajes por los cinco continentes.
En los años 1962-1972 trabajó como corresponsal de la Agencia de Prensa Polaca en numerosos países de Africa, Asia y América Latina, experiencia que le sirvió para escribir libros de gran valor, como ‘Cristo con la carabina al hombro’, sobre las rebeliones latinoamericanas y ‘La guerra del fútbol’, sobre la contienda que libraron Honduras y El Salvador; ‘El emperador’, sobre el soberano de Etiopía Haile Selasie o ‘El Sha’, sobre el emperador Reza Pahlevi y la revolución de Irán.
Fue también un viajero incansable por los rincones más remotos de Rusia, cuya realidad narró en su libro ‘El imperio’, en el que relató cómo se derrumbó la Unión Soviética y cómo vivían sus habitantes, con temor y esperanza.
‘Ébano’, una selección de reportajes sobre Africa, es considerado por muchos como su mejor libro, y ‘Viajes con Heródoto’ fue su última obra, aparecida en español en el 2006.
Toda su creación y también sus ideas sobre la profesión de periodista, que consideraba una misión y una vocación, pero no una fuente de dinero, le merecieron muchos premios, entre ellos el premio del Pen Club polaco en 1989 y el Premio Príncipe de Asturias de las Comunicaciones y las Humanidades en el 2003.
Kapuscinski, que en los últimos meses vio mermada su salud hasta el punto de tener dificultades para andar y moverse, no dejó en ningún momento la máquina de escribir.
Fue operado el pasado sábado, porque los médicos consideraron que solamente una intervención quirúrgica podía devolverle la salud o, por lo menos, frenar su deterioro.
Según fuentes médicas, no se le despertó de la anestesia hasta ayer, porque se veía demasiado débil.