Me da mucha pena, como está de moda decir, pero soy de los que piensan que el despliegue mediático a raíz de la muerte del Papa ha sido exagerado y
tautológico.
No sólo por los anuncios anticipados del deceso pontifical por parte de agencias internacionales (reproducidas por medios nacionales), y de periódicos prestigiosos como el turinés L’Stampa que publicó una composición a manera de lápida en su edición del viernes primero de abril, O por la reiteración durante la última semana de vida, de su imagen angustiada
evidenciando la potencia dramática de la imposibilidad de pronunciar palabra, que originó reacciones diversas como la de Vincenzo Marras, director de la revista Jesús, de prestigio en los ámbitos eclesiales italianos: «Siento dos sentimientos fuertes y opuestos: sincera conmoción por Karol Wojtyla (…) yfastidio por la ostentación del dolor…