Por Mario Morales
No sólo en el lenguaje quiere parecerse el presidente Santos al quehacer futbolístico. Como los técnicos más tercos, que son mayoría, insiste en mantener su estructura ministerial con los más leales, así no sean los más eficientes. Ve o dice ver en ellos cualidades que el resto de los mortales desconocemos. Por eso la ratificación de Juan Carlos Pinzón como mindefensa no sorprende. Como amigo y funcionario, Pinzón funge de yes man (así pose de lo contrario) de Santos desde cuando éste fue ministro de Hacienda y Defensa. (Publica El Espectador)
Eso, sumado a la tradición militar en la familia de Pinzón, convenció a Santos de no arriesgar la aparente calma con el estamento castrense. Y para ahuyentar dudas de su rol, ex profeso, como álter ego contradictor, el mismo Santos dijo ayer cándidamente para qué lo tenía en lo nómina: “No es que esté desobedeciendo… Todo lo hace en coordinación con el presidente”. Confirmado, lo del tonito es pura impostura. Algo similar se puede decir de las otras ratificaciones o enroques, abstracción hecha de la “novedad” de Juan Fernando Cristo en Mininterior, con quien coqueteó, a nombre de los liberales, desde la primera vuelta electoral. Deuda saldada. La que está pendiente con el país es la de enderezar la agenda legislativa que acune el proceso de paz y sus eventuales acuerdos.
Pero donde se piden cambios urgentes es en educación, cultura y comunicaciones o TIC, a falta de expertos. Ya fue suficiente de pirotecnia, timonazos y palomitas burocráticas para quienes han demostrado no ser interlocutores válidos o sólo conocen una parte de esos sectores complejos, diversos y plurales.
La más cuestionada es la mineducación, pero paradójicamente es quien está más cerca de reconfirmación, montada en las promesas del anunciado revolcón a la educación superior para el posconflicto. ¿No hay nadie más? Enorme reto para la táctica santista y su mentado segundo tiempo. ¿Tozudamente le apostará Santos a la fidelidad o privilegiará la idoneidad?… Tampoco habrá sorpresas.
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