Por Mario Morales
Tienen razón quienes reclaman más medios para la paz. El reto de los diálogos a la academia y el periodismo sigue sin abordarse con decisión. Un foro va, un hangout viene, mientras las redacciones tratan de amoldarse a las circunstancias como pueden; pero siguen en deuda, como lo constata el Observatorio de Medios de la Javeriana. (Publica El Espectador)
¿Y qué ha encontrado? Que el cubrimiento ha sido antes que nada emocional, sin agenda propia, contaminado por altas y bajas anímicas de fenómenos externos como elecciones e histerias furibistas.
No la tienen fácil los periodistas con el sigilo acordado en la mesa, pero han caído en trampas propagandísticas al oscilar entre comunicados oficiales y declaraciones no formales de Gobierno y guerrilla. La ausencia de hechos verificables catapultó la versionitis, el quién dice antes del qué pasa, originando corrientes de opinión contradictorias que confunden a las audiencias.
Ese cubrimiento a distancia ha propiciado que las acciones bélicas tengan un cubrimiento a veces exagerado, circunscrito al body counting y los daños colaterales, adobado, según la coyuntura, por interpretaciones interesadas de personajes piloto.
El epicentro narrativo se trasladó a Bogotá con rutinas mecanizadas: llamadas con idénticas preguntas o monitoreo del Twitter no pocas veces malintencionado de opositores. Y luego la disparidad de las encuestas…
El cubrimiento es machista y cuando los sujetos son femeninos se torna light (caso Tanja). A veces las formas discursivas de casos individuales llevan a la revictimización sin visión conjunta del conflicto. Hay confusión sobre la denominación de fases y momentos del proceso. La narrativa es dispar, asida del lenguaje de las fuentes, segregacionista con “el otro”, y vacilante en la configuración de su peso entre la guerra y la paz…
Y hay más… suficiente para decir que, en estos temas de paz, a los medios les han faltado fines.
Fuente. http://www.elespectador.com/opinion/medios-sin-fines-columna-523459