El periodismo colombiano había tenido la costumbre de no incluir en su agenda informativa los hechos íntimos de la gente. De unos años para acá eso empezó a cambiar, y radio, TV y prensa le abrieron las puertas al escándalo. ¿Por qué?
Publica El Heraldo de Barranquilla.
Algo que empezó como un juego íntimo de novios, una travesura erótica de muchachos, terminó por convertirse en la bomba más escandalosa del año en Barranquilla. Un escándalo de proporciones mediáticas internacionales porque desde el jueves en la tarde la noticia estaba ya en la agencia internacional Efe, después de haberse colgado en la página web de abc noticias.
En Eltiempo.com fue la nota más leída, por encima del debate del profesor Moncayo; el programa radial La W se engolosinó con el tema, los noticieros de televisión reseñaron el hecho en que se involucraba una periodista grabada por su ex novio teniendo sexo con él como el gran suceso de la ciudad. El video ya lo bajaron de Internet y lo están vendiendo a 1.500 pesos en el Paseo Bolívar.
El reciente escándalo que tiene como protagonistas a Johana Cardona y Óscar Crespo hace parte de un nuevo fenómeno que viene presentándose en Colombia desde hace menos de cinco años y que implica un giro radical en la tradición del periodismo del país de no meterse en la vida privada de la gente.
Hace tres años se vivió un primer episodio, muy similar al de Cardona y Crespo, con un video de Luly Bossa haciendo el amor con su novio; este año el futbolista Jaime Castrillón, del equipo DIM, se vio envuelto en un video porno que fue reseñado por periódicos de Medellín.
En Barranquilla, el año pasado el caso Dangond, del ho1
mbre que agredió a su esposa casi hasta lesionarla, terminó siendo noticia de primera línea en radio, TV y prensa locales, e inclusive nacionales.
¿Qué cambió en la sociedad, pero sobre todo qué cambió en el periodismo colombiano para que informaciones de la esfera privada de la gente terminaran siendo parte de la agenda informativa de los medios?
La explicación que brinda Mario Morales, analista de medios, es que hace aproximadamente diez años el chisme se convirtió en contenido periodístico porque hay un público que lo lee, lo ve y lo escucha.
“El problema nace con la extensión de las secciones de farándula en los noticieros, y empezamos a confundir a las personas que hacen farándula, como la negra Candela, con periodistas. La farándula tiene derecho a estar en los medios, pero no tiene nada que ver con periodismo, no tiene los mismos estándares”.
Morales también piensa que esa idea generalizada entre los faranduleros según la cual toda persona pública está sujeta al escrutinio de todos es una justificación a la mediocridad, y una mentira del tamaño de una catedral.
El morbo existe desde tiempos inmemoriales, no solo hacia los famosos. El argumento de darle al público lo que quiere, bien hubiera podido ser la justificación de Nerón para mantener sus sangrientos espectáculos en el Coliseo.
LA NOTICIA SE PERVIERTE
Para el experto en televisión Omar Rincón, de alguna manera todo este nuevo fenómeno tiene que ver con la explosión tecnológica de fines del siglo XX. “La masificación del Internet, de los celulares, etc., unida a la cultura del lucro que se apoderó de los medios, ha sido un caldo de cultivo para situaciones como la de la muchacha barranquillera y la exagerada difusión de hechos que solo le deben importar a ella y a su novio”, dice.
“El concepto de noticia se pervirtió —continúa—. Aquí se produce tanta información, que ya volvimos noticia todo”.
Ese exceso de discurso informativo, según él, tiene aburridos a los colombianos y al mundo entero, por lo cual las vidas de Paris Hilton y de Nicole Ritchie pueden resultar más atractivas que los ataques de la guerrilla, la ‘parapolítica’ o los problemas municipales.
“La vida pública nos tiene muy aburridos y nos volcamos a la vida privada”, concluye.
Indudablemente, es más fácil hablar de la vida privada de alguien o mostrar algo de impacto, que investigar y hacer crónicas bien documentadas.
Gustavo Castro Caycedo, director del Círculo de Periodistas de Bogotá —CPB— opina sobre el reciente escándalo barranquillero que “dentro del derecho a la intimidad está que cada persona pueda hacer con su vida lo que quiera mientras no dañe o afecte a los demás. Yo no hubiera divulgado ese hecho”.
También coincide en que debe haber autocontrol en los medios y que ese tipo de temas no pueden ser noticia en un país que tiene tantas cosas por construir. “Lo que pasa es que algunos periodistas ven un caso que les suena insólito y de una vez lo publican”.
¿ES O NO ES NOTICIA?
Las razones que aducen los medios locales para haber dado todo el despliegue posible al hecho varían.
José Alejandro Castaño, editor de Al Día, reconoce que los medios no deben meterse en la vida privada de las personas. “Nosotros tuvimos la información 15 días antes que cualquier medio, y decidimos no publicarlo. Lo hicimos cuando los mismos protagonistas fueron a los medios y lo hicieron público”.
Jorge Medina, editor general de la web de abc noticias, asegura que inicialmente le pareció un tema muy delicado, pero decidió difundirlo con el menor daño posible a la hora de presentar el hecho.
“Se han pasado de piña. Además, con todos los correos que se han generado a raíz del video, tendrían que judicializar por lo menos a cinco mil personas. Creo que ha debido manejarse con más cautela, pero cuando ella dio las declaraciones todo el mundo se desató”, dijo el periodista Medina.
“Esto es nuevo para nosotros, porque éramos un poco mojigatos frente al tema —sigue él—. Aquí eran vox pópuli muchas cosas, pero no se ventilaban en los medios, ni eran noticia. Sin embargo, desde hace muchísimos años en Europa, en los 60, se ventilaban esos temas, incluso se habían creado medios exclusivamente para transmitir temas de intimidad. En Estados Unidos la divulgación de hechos íntimos provoca caídas de presidentes”.
En Barranquilla, que además de ser un paraíso del chisme es una ciudad que todo lo vuelve moda, la difusión de este suceso puede ser peligrosa si no se aborda con cuidado.
“¿Qué efecto multiplicador puede tener que ese tipo de noticias no se maneje responsablemente?”, pregunta Jorge Medina, “eso es lo que hay que ver. Puede ser noticia, pero, ¿hasta qué punto es publicable?”
Sin embargo, nadie quiso quedarse atrás. Como los que condenan el video, pero hacen todo lo posible por conseguirlo y verlo.
Juan Alejandro Tapia, editor de Nuestro Diario, dice: “A veces tenemos la noticia en las narices y no la vemos”. Y con un tono de voz muy seguro agrega: “Como periódico nos enorgullece haber generado esa noticia que ha causado tanto revuelo. A mí sí me parece que es noticia porque es un problema que afecta a muchas personas, especialmente mujeres”.
Él considera que la importancia del cubrimiento y seguimiento de hechos así radica en que de ahí pueden surgir decisiones jurídicas trascendentales.
La era del Internet ha obligado también a una nueva jurisprudencia y dentro de esos parámetros los límites de la noticia, o al menos de lo público y lo privado, no son claros.
En el caso particular que motivó este análisis, como en los que vengan, no solo está en juego la reputación de los implicados, sino la sensibilidad de población impresionable y manipulable, como los niños, por ejemplo.
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