Acaso se trastocaron los roles. Quizás los hilos se enredaron y los que creímos títeres hayan “encarnado” en otras varillitas y en otros huesitos y estén a cargo de la puesta en escena, suplantando al que se creyó dueño del teatrino y de la maleta. Tanta pasión y tanto espíritu vindicativo cierran el entendimiento. (Publica El Espectador)
Ya lo demostró Juan Manuel Santos, que, usando finos guantes y alambres invisibles, posó de marioneta mientras fue elegido. Entonces cobró vida propia y puso distancia con su palabrero.
Algo similar sucedió con Iván Duque, que de tanto cargar la maleta logró meterse en ella y fingió seguir la cuerda. Ha divagado escena tras escena entre consejos y consejas sin seguir a pie juntillas, por falta de vocación y de aceite en las varillas, la letra del parlamento que le dictan desde la derecha del escenario, allá donde autoridad se confunde con autoritarismo… Cero y van dos.
Por eso hoy parecen estar en clase y fingen como predecesores en lealtad y fidelidad, mientras alcanzan el rol protagónico, aspirantes variopintos que se entrenan en berrinches, gritos, maledicencias y barbaridades que no alcanzan a ilusionar al libretista.
Prometen mano dura, ensayan gestos distorsionados y se esconden tras disfraces que, como antaño, quieren representar el alma de los malos espíritus, pero nadie les cree. No alcanzan a producir ni la rabia que necesita el pretendido dueño del tenderete ni risa para llamar la atención, por falta de histrionismo y exceso de lambonería. Ignoran que las marionetas nacen, no se hacen.
Entre tanto, el consueta se desgasta con trinos, advertencias o sugerencias con tono de orden que todos fingen acatar o repiten sin cesar, pero nadie sigue a cabalidad, mientras los patrocinadores del espectáculo le reclaman airados por exceso de trama y escasez de argumento.
Eso debe ser la política. Un teatro de guiñol donde todos, en busca de autor o tutor, fingen dentro y fuera de escena, menos el público que sabe del engaño. Y donde nadie cree, salvo el marionetista que sigue convencido de que por llevar la maleta todavía maneja los hilos.