Yo también creo que el personaje del año es Jorge Enrique Pizano, el valiente ingeniero y controller de la Ruta del Sol II.
No solo por su lucha honesta y solitaria en uno de los casos más vergonzosos de nuestra historia reciente, sino por todo lo que su ejemplo significa para las nuevas generaciones, tan descreídas y desesperanzadas.
Tal vez, si pudiera responder, el mismo Pizano diría que no hizo nada extraordinario, solo cumplir con su deber, hacer la tarea por la que le pagaban acorde con sus principios. Pues sí, Eso tienen los héroes, y el atributo no es exagerado, que van por ahí, derrochando dignidad como si nada, siendo coherentes sin alardes y sin explicaciones, sin sentirse quijotes de gestas inimaginables, porque esa fue la vida que les dijeron.
Encarna Pizano el ideario del colombiano que quisiéramos ser, el que decimos que somos de dientes para afuera, el que votó 11’700.000 veces en esa utopía que fue la consulta anticorrupción, el que invocamos en esta época de novenas y promesas…
Más allá del desenlace del caso Odebrecht, el talante de Pizano, que le costó la vida en medio de tinieblas que no terminan de esclarecerse, merece un sitial para que lo vean, especialmente los que aún no saben qué quieren ser cuando grandes.
Sitial que puede compartir, ahora que están de moda las nominaciones grupales, con los estudiantes en las calles protestando por lo suyo, por los suyos y por los que vienen. Su lucha y sus marchas serán históricas si logran cambiar el derrotero limosnero y clientelista de la educación pública.
Allí deben caber los defensores de derechos humanos que mantienen sus luchas pese a los asesinatos sistemáticos; los activistas de todas las plataformas, genuina oposición a las equivocaciones, ya proverbiales, de este Gobierno, y, claro, la paciente labor de reporteros como Daniel Coronell, María Jimena Duzán o las decenas de periodistas acosados por manos oscuras en las regiones.
Ellos, parafraseando a Time, en esta época de mentiras o engaños como los proyectos que pretenden acabar con la TV pública o la libertad de prensa, ostentan el honor de ser también guardianes de la verdad.