Por Mario Morales
Es una lástima qaue Carlos Vicente de Roux, el candidato de los verdes a la Alcaldía de Bogotá, no tenga la exposición que tienen Clara, Pardo, Peñalosa y el mismo Pacho Santos. (Publica El espectador)
Está inmerso en el círculo vicioso de no tener visibilidad en la agenda mediática (escasamente lo consultan) porque no aparece arriba en encuestas, y viceversa.
Apenas lo conocen once de cada 100 bogotanos, y sólo votarían por él entre el 1 y 2 % si nos atenemos a las últimas polimétricas de Cifras y Conceptos.
Va a ser una lástima porque, si todo sigue como va, cuando comiencen los cacareados y excluyentes debates que inclinarán la balanza y decidirán el nuevo mandatario capitalino, nos vamos a quedar sin el pensamiento y la visión de un candidato serio, coherente y bien intencionado como De Roux.
Se puede decir que conoce tanto a Bogotá como Clara y Peñalosa, y mucho más que Pardo y Santos. Con una ventaja adicional: No solo no pertenece a las maquinarias que durante décadas han hecho de la ciudad lo que hoy padecemos, sino que es uno de sus principales críticos, una especie de Pepe Grillo, como diría Mockus, en la conciencia ciudadana.
Le creo cuando dice que su objetivo político está puesto en Bogotá y que no tiene los ojos puestos más arriba, como de bulto sabemos que sí pasará con los cuatro candidatos de marras.
Tiene un programa posible y creíble, con alternativas de solución a los problemas en ámbitos como equidad para todos, seguridad, movilidad y, obviamente, ambientales.
Lo siguen respaldando, con su voz y hoja de vida, líderes serios y probados como Ángela Robledo, Antonio Navarro, Claudia López, Angélica Lozano o Antonio Sanguino. Todos ellos han hecho o hacen la tarea.
Lejos de la añorada ola verde, siempre es bueno recordar a los que vamos por la vida sin partidos o candidatos fijos, que aquí hay quijotes que sueñan, como nosotros, con cambiar las prácticas politiqueras y clientelistas de siempre. Así queden de últimos…