Por Mario Morales
El tire y afloje entre voceros del Gobierno y Eln para pasar de la fase exploratoria a la pública en las conversaciones que se iniciaron hace dos años, deja por lo menos tres cosas claras. La primera: aún no está completo ni acordado el qué de ese diálogo. (Publica El Espectador)
La segunda, tampoco el cómo está definido. Lo que para unos son asuntos operativos, para otros son debates de fondo; ejemplo, el desarme o una eventual constituyente para implementar “transformaciones necesarias para la paz”. Y mientras para De la Calle “las condiciones están dadas”, para Santos y Frank Pearl faltan hechos y “varias reuniones” para asuntos instrumentales. No están tan cerca.
Y la tercera tiene que ver con la actitud de ambas partes. A sabiendas de que el proceso de paz con las Farc se afecta si no arrancan en forma los diálogos con los “elenos”, éstos han aprovechado para hacerse de rogar en la perspectiva de entrar más fuertes en la mesa. Es un cordel delgado que puede pescar mayor influencia en inclusión y alcance de los puntos a discutir, habida cuenta de la premura del Gobierno.
Pero es un hilo que se puede romper a causa de la forma despectiva, en relación con lo que pasa en La Habana, como el Gobierno ha abordado este otro proceso. Ante la imposibilidad de reunir las dos mesas (por tiempos y ritmos), el Gobierno esperaba que la inercia de los avances con las Farc y la opinión pública le metieran presión al Eln, pero no fue así.
Si esto no fructifica, seremos todos perdedores. El Gobierno, porque no tendrá la dicha completa; el Eln, porque se queda sin aire con este gobierno y quedaría sujeto al talante del siguiente, y los colombianos, a expensas de los rebrotes de violencia indiscriminada a causa de guerrillas supérstites, grupos de las Farc que no acepten acuerdos, bandas criminales y esas otras violencias que equivocadamente llamamos “comunes”.
Urge menos declaracionitis y reactivación seria de los canales confidenciales para que no quedemos enredados en otra década cruenta antes de volver a empezar.