Por Mario Morales
Da grima esta selección. No se ve ni huele bien por fuera ni por dentro. Desde su mediocridad y las deshonrosas e inexplicables derrotas ante Uruguay y Ecuador en noviembre pasado, hasta las guerras intestinas y oscuridades que las acompañan, una parte de la afición siente que se rompió el pacto tácito de la confianza, que trasciende lo futbolístico y alcanza la identificación. (Publica El Espectador)
La avería en eslabones de la cadena sentimentalismo-resentimiento-evasión, presentes en un partido de fútbol o una telenovela (como bien lo expresara nuestro gran maestro Jesús Martín Barbero), disloca la comunicación entre lo que una sociedad es culturalmente y lo que siente.
De allí la contradictoria reacción de una afición-masa que decía amar a James, uno de los pocos genios nacidos acá, pero que, en medio de chismes y sin pruebas, deja crecer la cadena de fatalidad-inferioridad-envidia, inserta en nuestro ADN, para cobrarle con sevicia el arrojo de salirse del molde nacional, cumplir sueños materiales y deportivos, y, además, la impertinencia de decir lo que piensa a sus superiores.
Acostumbrados como estamos, con no poca culpa de alguna prensa deportiva irresponsable, a elevar campeones a sitiales estratosféricos, como catarsis de frustraciones o sublimación de desdichas, a la manera de algunos seudoperiodistas aprendimos el placer perverso de hacer leña del árbol caído y canibalizar su desgracia.
El resultado no es solo este matoneo insaciable sino la inversión de favorabilidades, que hoy descansan en un cuerpo técnico demasiado nuevo para entender y unos dirigentes o jugadores agazapados desde antaño para dar el zarpazo, con el elocuente pero poco observado lema de que nadie está por encima del equipo… Un equipo sin carisma que nos ha devuelto cuatro décadas.
Dos preguntas sin resolver: ¿quiénes están detrás y por qué? Y otra, retórica: ¿el fútbol es arte? Entonces que vivan los artistas, lejos de empresarios, dirigentes y jugadores mañosos que, por más unidos que digan estar, carecen de méritos para una selección, así en la cadena nostalgia-resignación se merezcan el país y la afición.