Por Mario Morales

Quizás aún no se pueda cantar victoria, como les pasó a los que votaron por el No en el plebiscito sin contar con la astucia del presidente Santos y su aplanadora parlamentaria… Tal vez sería mejor esperar para enterrar el complejo año viejo que aumentó su expectativa de vida, como muchos en estas latitudes, hasta el 27 de enero, que es cuando de veras diremos feliz año nuevo, si nos atenemos al calendario chino. (Publica El Espectador)

Por eso, es posible que se hayan perdido los rituales de uvas, maletas y lentejas del fin de semana pasado o que solo tengan efecto para este enero y que haya que refrendarlos con un fast track en tres semanas… Contando con que los astros estén enmermelados.

A estas alturas, más que al horóscopo chino, les tengo confianza a las predicciones de los Simpsons, como reportó el portal Buzzfeed. ¿Quién se atreve a dudar, por ejemplo, que habrá deportación de migrantes, desastres medioambientales, que payasos ganarán unas elecciones o que Brad Pitt y Angelina Jolie van a engordar?

En cambio, lo que promete el horóscopo chino parece enrevesado en esta época de hackers e interceptaciones. Miren no más: este 28 comenzará el año del gallo de fuego, que “viene con habladurías, mentiras, robos menores y falta de independencia, tanto económica como emocional”. ¿Acaso eso no fue lo que vivimos en las anteriores elecciones, en el año del mono?

Prevé, además, que “se endurecerán gobiernos y habrá tendencia al autoritarismo en muchas regiones”. Profecías del año pasado…

¿Será que se trastocó el tiempo y en vez del año del gallo estamos por comenzar el del perro en el que “se puede convivir bien con gente de distintos círculos y mezclarse como si fuera familia de todos”?

Esa es la profecía que necesita este país que espera desde hace dos meses el año de la paloma, pero no como la entienden Vargas Lleras o el general Naranjo, sino como la pide el país que cree en la paz…

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