Por Mario Morales
Que todo lo que está mal es susceptible de empeorar lo demuestra este país en sus fronteras, regiones y hasta en su capital. En un chasquido pasamos o volvimos a estar con los pelos de punta mientras vemos cómo el crimen y los delincuentes de todas las calañas se enseñorean con una soberbia sin antecedentes.
Como si no fuera suficiente con el éxodo venezolano y la crisis comercial, los juegos de guerra fronterizos son la moneda de cambio por el culiprontismo de este gobierno al ofrecerse “pá´ las que sea” en la idea estadounidense, (por eso tanta visita dizque honrosa), de derrocar la dictadura en el hermano país. Una cosa es ser solidario y otra ofrecerse como teatro de operaciones, en medio de la “diplomacia del micrófono” al decir del nuncio apostólico.
Como si la prioridad del gobierno no fuera atajar la bola de nieve en la que se les están convirtiendo las trizas en que quisieron convertir el proceso de paz, como lo prueba la inestabilidad en plena campaña electoral, que ya deja seis víctimas mortales y una cadena interminable de amenazados y miedos ciudadanos en los territorios. Razón tiene el defensor del pueblo al achacarle esta incertidumbre al lenguaje de odio que se volvió estrategia para politiqueros, manzanillos y candidatos fletados.
De esa táctica western no escapa ni la capital de la república, ahora escenario de duelos de mafiosos y bandas criminales que se enfrentan a plena luz del día con armamento pesado, o dejan entre las sombras mensajes escalofriantes con cuerpos descuartizados.
Ni en lo nacional, regional o local parece haber oídos para el clamor popular, como dicen las encuestas, para que alguien algo para trancar la inseguridad… Duque anda ocupado con el maquillaje a la presidencia, cambiando funcionarios de segundo orden; gobiernos territoriales tratando de amarrar su legado y Peñalosa despilfarrando el erario en publicidad para mejorar su imagen, confundiendo las migajas de pintura y cemento con eficiencia, en contravía de una ciudad trancada y deteriorada, en cuyas calles uno ya no se puede ni parar… De mal en peor.