Por Mario Morales
Como el maestro Carlos Gaviria, yo tampoco estoy muy seguro de que James Rodríguez haya sido nuestro personaje del año. (Publica el Espectador)

Y no es por falta de méritos. El exceso de visibilidad del admirable jugador colombiano, como lo refuerza su campeonato en Google, terminó por opacar o borrar otras opciones.

Me gustó, en cambio, la opción de la revista Time que se la jugó por los luchadores sociales, bien en el campo médico, en la batalla contra el ébola; o en el de los derechos, como los manifestantes de Ferguson.

Y es que en este año crucial, como para el que viene, lo que necesita el país son motores, y de ellos se dan por montones, sólo que no los vemos ya sea por la luz dura de la mediática o por el exceso de mala leche de ciertos politicastros que terminaron por tomarse la agenda informativa.

Habrá quien diga que luchadores somos todos aquí, donde hasta los elementos parecen ir en contra… Pero atenidos a los retos que afronta este país, y que hemos aplazado, habría que buscar nuestros personajes, por ejemplo y en primer lugar, entre las víctimas de todas las violencias, que en medio de su dolor han podido perdonar a sus agresores y ahora lideran campañas de reconciliación… Esa tarea inmensa.

O, entre los luchadores comunitarios y silenciosos, muestra de los cuales tuvimos en Titanes o Misión Impacto para citar apuestas de programas en los canales privados de televisión.

O, entre los ejemplos de superación, ingenio, creatividad o generosidad que de vez en cuando se asoman en los medios, a veces confundidos con el marketing o la propaganda.

Ahí puede estar la respuesta para quienes siempre preguntan cómo darles rostro a las víctimas, cómo visibilizar esos dramas, cómo construir —así sea a fragmentos—, el relato nacional, o cómo narrar los mitos más nuestros… Y perdimos otra vez esa oportunidad.

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