No se ufanan ni van detras de vanos elogios. No teorizan ni alardean con abstrusas disquisiciones. Son ajenos a grandes gestas. Apenas si se dan cuenta de su paso por este mundo donde les tocó vivir. Son la mata de la candidez. Comenzando, como lo dijo en la Comisión de la Verdad, por el mismo expresidente Uribe, víctima de tanto avivato, usurpador y malandro sin que se percatara de sus ruines intenciones, por lo menos hasta ahora que está aprendiendo a caer en la cuenta. (Publica el Espectador)

No se enteró de la maldad de los más cercanos, ¡ahora sí iba a descubrir las acciones criminales de unos soldaditos de plomo que lo engañaron con partes positivos durante años! Ni que los hubiera espiado, como sí hicieron algunos de sus colaboradores con los opositores —que no faltan en este valle de lágrimas— y obviamente en provecho propio, como hemos venido a saber.

Y es que nadie imagina lo que significa ocuparse de las altas dignidades del Estado. Nadie, salvo los que son de su estirpe y talante, como el incomprendido discípulo suyo que hoy, desde sus alturas ignotas, pone pecho a las tempestades en la Casa de Nariño, distante de anodinas reyertas callejeras, de esos enemigos agazapados de la paz, de esos corruptos que hoy hacen fiesta aprovechando la inocencia, rayana en la inmaterialidad, del primer mandatario.

¡Cómo juzgar a su impoluta ministra de las TIC, formada en otras honduras y con experiencia en otros tejemanejes, como ese de hacer de la política, el lobby y las relaciones una experiencia digerible para los simples humanos, empeñados en rabias y polémicas! ¡Habrase visto mayor desinterés! Ella, que no tiene idea de la tal sigla, abnegada en su misión de conectar y unir a tantos medios y compatriotas encabritados y díscolos. ¿De dónde va a sacar tiempo para revisar vulgares contratos y garantías tan prosaicas?

Y que no se vayan a ir ahora en contra del sucesor en línea de esa legión serafínica y angelada. ¿O alguien duda, más allá de sus dotes de bailarín tardío y alebrestado, del candor de querubín —que significa “el próximo”— de Óscar Iván Zuluaga? Por favor…

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