Por Mario Morales
Sí. Hechos, por supuesto. Es lo que pedimos a la guerrilla, a la mesa y al Gobierno en esta instancia crítica del proceso de paz. Pero el primero de todos, ajeno (con perdón del presidente Santos) a la mala retórica, es una dosis de verdad de todas las partes, si es que se quiere recuperar la confianza entre ellos y la esperanza del país. (Pu8blica El Espectador)
La primera verdad, la de la guerrilla y su explicación inmediata de lo que pasó en Cauca, sin dilaciones ni ambages de “investigaciones internas”. Debe dar la cara, pedir perdón y contarnos las medidas de castigo y prevención para que esas acciones no se repitan. Necesitamos saber si actúa y piensa como un solo bloque o está fracturada.
La segunda, la de la mesa, que debe dejar de hablar desde trincheras y en contra del “otro”, para emplear el “nosotros” en medio de las diferencias. Esa verdad debe pasar por una estrategia de información común, periódica y transparente sobre lo que sucede en La Habana. No más espacio a especulaciones y noticias o fotos falsas, como la del Twitter de Uribe, que llaman a confusión.
Y la tercera, la del Gobierno, que debe ser firme en sus posiciones y dejar de dar contentillo a todos, especialmente a la derecha recalcitrante que no cambiará un centímetro su posición. Por eso debe evitar la trampa de los plazos que le permitirían a la guerrilla el manejo absoluto del timing de las conversaciones, y les daría alas a los que petardean la posibilidad de un acuerdo. Sería como aceptar la mesa por cárcel.
El rechazo unánime y genuino, en la mayoría de los casos, al asesinato de los soldados en el Cauca, es una demostración del avance del país en la recuperación de la sensibilidad y del sentido de dignidad de la vida humana. Por eso hay que insistir en los diálogos poniendo por encima de todas las diferencias el valor de la vida de cada colombiano.
Sí, hechos. Sí, premura. Pero lo primero que necesita el país es dosis de información y de verdad.