Por Mario Morales

No hay que creer en los cantos de sirena que viene entonando el uribismo en torno al proceso de paz. (Publica El Espectador)

Su más reciente apuesta, esa de hacer creer que apoya los diálogos con condiciones, no es más que un caballo de Troya que les apunta por lo menos a seis frentes, todos ellos relacionados entre sí:

—Neutralizar la decepción de sus seguidores, apeados de la conversa por la paz que incrementa voces y apoyos por doquier.

—Contrarrestar la creciente imagen negativa del senador expresidente que con la oposición recalcitrante se metió en la “sin salida”.

—Untar de mermelada populista sus banderas para las elecciones que se avecinan.

—Evitar que esas elecciones se polaricen entre seguidores y opositores a la paz.

—Impedir que a la par con esas elecciones haya un mecanismo de refrendación para lo que se acuerde en la mesa de La Habana.

—Dilatar los plazos para que no sea el presidente Santos quien firme el fin del conflicto con las Farc, lo que cerraría las opciones de las derechas para retomar el poder en la próxima década.

Y es que la marejada de apoyos a la reconciliación está cerca de convertirse en bola de nieve, merced al pilotaje de personalidades como Mockus, la naciente Comisión Asesora de Paz, las nuevas subcomisiones y hasta el mismo James. Así algunos insistan en su trivialización, al consenso se llega más rápidamente por la vía del espectáculo, como se sabe con el éxito de causas menos nobles.

En lo que se le está haciendo tarde al Gobierno, y el presidente ha terminado por aceptar, es en la labor pedagógica, que no da muchos votos pero es el pegante y la zanahoria para el posacuerdo.

Mientras tanto, uno entiende la ya cansona e hipócrita rogadera de Santos a los opositores. Esa pretendida pero falsa contemporización da puntos, aunque sabe que esas sirenas y esos troyanos aunque se vistan de seda …

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