Por Mario Morales
Es una suerte de esquizofrenia. Porque son cosas que uno espera y sin embargo no dejan de sorprender, a veces por el resultado, a veces por la forma en que suceden. (Publica El Espectador)
Cuando ya estábamos resignados a pasar a la historia universal, —esa aque se debate entre en la infamia y la de los casos jurídicos perdidos—, por una codena de cohecho con un solo culpable, aparece el exministro uribista Diego Palacio queriendo entrar por la puerta angosta de la Jurisdicción Especial para la Paz. Si bien no se autoincrimina, pide de manera oportunista que su caso sea revisado por ese tribunal para recibir los beneficios de la justicia transicional.
La confusa ocurrencia adquiere dimensiones de ficción con la justificación de tal acto: dizque porque tenía que ver con el conflicto armado. Con ese argumento tan traído de los cabellos caben todos los inculpados del país…
…Es entonces cuando uno entiende por qué la derecha megalomaníaca llega a extremos de culpar a la guerrilla del desastre ocurrido en el Putumayo… O que el país entero marchó el sábado pasado…
Sabíamos de la necesidad de una garganta ancha para tragarse los sapos que venían. Lo que no imaginábamos era que los primeros en querer beneficiarse con los acuerdos jurídicos emanados de la mesa de La Habana, fueran a ser precisamente los críticos del proceso de paz.
No serán los únicos. Ya viene el cortejo con sus claros clarines de más de 800 investigados y condenados de la fuerza pública que quieren acogerse a la JEP.
Pero habrá daños colaterales si el tribunal exige la verdad que se necesita; por eso la incomodidad de Uribe y su ataque al secretario de la JEP. Pronto ese será un “hecho alternativo”.
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Tampoco fue una sorpresa que Germán Vargas Lleras apareciera liderando la encuesta de Pulso País, después de la cacareada, costosa y rimbombante despedida de la Vicepresidencia. Lo que resulta increíble es que quieran achacarle el repunte a la exclusión de Oscar Iván Zuluaga de la carrera presidencial.